La escasa (o nula) rentabilidad que ofrecen las inversiones más conservadoras, como por ejemplo los depósitos o la Deuda Pública, están llevando a muchos a buscar alternativas en otros productos de inversión.
Una posibilidad es entrar en las emisiones de bonos de los bancos, ya que en este año y en los próximos habrá una buena cantidad de ellas.
Cómo funcionan las emisiones de deuda
Las empresas privadas, entre las cuales se encuentran los bancos, suelen buscar financiación en el mercado. Los inversores les prestan dinero a cambio de una remuneración en forma de intereses.
Las nuevas exigencias de capital que les exige la regulación bancaria y las necesidades de recaudar dinero para luego prestarlo están provocando una oleada de emisiones de deuda por parte del sector bancario.
Qué rentabilidad se puede obtener
La rentabilidad que se obtiene va en función de los intereses a percibir, definidos en la emisión de los títulos, y de las posibles variaciones de los precios. Por ejemplo:
Un bono que se emite por 100 euros ofrece una rentabilidad anual del 2% (2 euros).
Si lo compramos en la emisión a 100, esa sería nuestra rentabilidad. Pero si lo adquiriésemos en el mercado secundario a 80, estaríamos obteniendo un 2,5% (2 euros sobre los 80 invertidos).
Si posteriormente lo vendiésemos a 88, sacaríamos un 10% de rentabilidad adicional (8 euros sobre los 80 invertidos).
Si mantenemos el título hasta el final habremos obtenido el interés periódico pactado. Por el contrario, si nos vemos obligados a venderlo, también es posible incurrir en una pérdida si el precio al que cotiza en el mercado a la hora de deshacernos de él es inferior al de compra.
Qué características, ventajas e implicaciones tiene cada tipo de deuda
Cada entidad financiera puede emitir deuda de diferentes tipos, cada una con sus características, con sus garantías y con su rentabilidad. No todos los bonos son iguales.
Aparte de la rentabilidad por el interés que nos abonan, la cotización de los bonos bancarios depende de la evolución de los tipos de interés, del estado de las cuentas del emisor y de la oferta y la demanda, que producen fluctuaciones en los precios.
A la hora de invertir, es importante considerar la complejidad del producto, ya que algunos pueden ser convertibles en acciones o tener potenciales pérdidas en casos específicos. Por eso, como siempre, recomendamos que la inversión se adecúe a los conocimientos y el perfil del inversor.
Emisión de deuda sénior
Ofrece un tipo de interés más bajo que otras emisiones a cambio de una mayor seguridad. Es decir, los acreedores de este tipo de bonos serán los primeros en cobrar en caso de disolución del banco, por delante de los accionistas y otros bonistas.
Es por ello que tiene una mayor calificación crediticia por parte de las agencias de rating. En esta tabla podemos ver qué nota le otorga a día de hoy la agencia Fitch a los diferentes tipos de deuda emitida por Banco Santander:
Deuda sénior secured y unsecured
La deuda sénior puede estar asegurada (secured) o no asegurada (unsecured). En el primer caso, está respaldada por un activo, mientras que en el segundo, no lo está.
Un ejemplo de deuda sénior secured puede ser un Covered Bond, que es un bono garantizado por un colateral de alta calidad, por ejemplo, un préstamo hipotecario.
Emisión de deuda sénior non-preferred
La deuda sénior non-preferred es un nuevo tipo de bonos que permite absorber pérdidas, completando de esta manera el colchón anticrisis con el que cuentan los bancos. Surgió tras la decisión de la Comisión Europea de promover una legislación en este sentido y evitar así que sean los contribuyentes los que paguen posibles crisis bancarias en el futuro.
En el orden de prelación, responden de las pérdidas antes que los bonos sénior “a secas”, pero después que la deuda subordinada. Su rentabilidad, por ello, es ligeramente superior a la de los bonos sénior normales.
Emisión de deuda subordinada Tier 2
La deuda subordinada es aquella cuyo rendimiento puede depender del cumplimiento de alguna condición, por ejemplo, de la consecución de un determinado nivel de beneficios por parte de la entidad emisora. En ocasiones, también se le llama “deuda junior”, en contraposición a la deuda sénior.
La deuda subordinada es la que ofrece un mayor nivel de riesgo para el inversor, ya que asume las posibles pérdidas por quiebra antes que la deuda sénior (en cualquier caso, conviene reseñar que, tratándose de emisiones realizadas por entidades sólidas y solventes, este riesgo es muy reducido).
Como contrapartida, el interés que se paga en la deuda subordinada es superior al de la deuda sénior.
El apellido Tier 2 se refiere a que esta deuda computa como recursos propios Tier 2 (según los Acuerdos de Basilea para la estabilidad financiera internacional) en el capital de la entidad. Es como un híbrido de capital, con lo cual contribuye a reforzar la posición de las entidades financieras.
En los últimos meses han proliferado las emisiones de deuda cuyo objetivo también es el de reforzar capital como los Tier 3 o los denominados CoCos (Contingent Convertible), que se convierten en acciones en determinadas circunstancias.
¿Cómo invertir?
Dada la dificultad que tiene la compra directa en bonos, los fondos ofrecen la posibilidad de invertir en este tipo de deuda bancaria con la ventaja que ofrece la diversificación. Hay algunos fondos de inversión especializados en este tipo de bonos emitidos por entidades bancarias
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