productos estructurados

¿Qué son los productos estructurados?

Los estructurados son un híbrido entre renta fija y renta variable, una combinación de activos muy personalizable. Se trata de un producto a la medida del inversor, según sus preferencias de riesgo y rentabilidad. Y puede ser muy interesante, aunque cuenta con ciertas particularidades que conviene conocer.

¿Cómo se forma un producto estructurado?

Su propia denominación da la primera pista: estructurado. Es un producto que se divide en una estructura con dos cimientos:

  1. Renta fija: con una rentabilidad más pequeña. Habitualmente bonos emitidos por entidades financieras.
  2. Derivados: cuya rentabilidad depende de los activos subyacentes elegidos y habitualmente referenciados al valor de una acción o a un índice.

¿Capital garantizado?

Existen productos estructurados que garantizan el 100% del capital, otros que solo garantizan una parte y otros nada.

El plazo de los productos estructurados

El vencimiento de los estructurados queda pactado en la contratación. También se pueden establecer condiciones de cancelación anticipada automática bajo ciertos requisitos en cada fecha de observación.

Fecha de observación, cancelación anticipada y cupón

En el caso de un producto estructurado cancelable:

Transcurrido cierto período de tiempo —trimestre, semestre, año— se comprueba el valor del subyacente (por ejemplo, Eurostoxx 50). En función de su evolución —si ha alcanzado un determinado porcentaje— el estructurado sigue vigente un período más o, por el contrario, se cancela. Y para cada posible escenario se establece un cupón, es decir, que rentabilidad se va a obtener sobre el capital invertido o qué pérdida potencial asumiría el inversor en el escenario adverso y en base a qué condiciones.

productos estructurados

¿Cómo funciona un producto estructurado?

En el KID o documento de datos fundamentales (Key Information Document) se establecen las características principales del producto estructurado que está planteándose contratar. En todo caso, es fundamental considerar con qué escenarios se puede encontrar en cada fecha de observación.

Lo comprenderá de forma muy clara con un ejemplo simplificado: un estructurado a 3 años referenciado al Eurostoxx 50, cuya fecha de observación es anual, el día 1 de abril.

Cada 1 de abril existe la posibilidad de obtener un cupón, solo si el Eurostoxx 50 se ha mantenido en el nivel inicial (fijado en la contratación del producto) o por encima. Además, el estructurado puede seguir vigente o cancelarse automáticamente.

  • Año 1: si el índice está por encima de su referencia inicial, se paga un cupón del 5% y se cancela anticipadamente devolviendo cupón y nominal invertido.
  • Año 2: Si no ha cancelado el año 1 y si el índice está por encima de su referencia inicial en el año 2, se paga un cupón del 10% y se cancela devolviendo el nominal.
  • Año 3 (vencimiento): si el índice está por encima del 100%, se paga un cupón del 10%, se cancela automáticamente y se devuelve el capital invertido. Si al vencimiento está por debajo del 70% de su valor inicial hay una pérdida equivalente a esa caída.

Productos estructurados: a la medida del inversor

Aunque la versatilidad de los estructurados resulta muy interesante para configurar un producto a la medida del inversor, no hay que obviar que se trata de un producto complejo con el que se puede incurrir en pérdidas según la evolución del mercado a lo largo de varios ejercicios. Por ello, antes de contratarlo, es imprescindible comprender muy bien todas sus características y pedir consejo a su asesor financiero de confianza.

La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.

Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.

Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.

Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.

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