Recientemente se ha dado a conocer un estudio de una asociación de consumidores, según el cual la factura de la electricidad se ha incrementado un 76% en España en los últimos diez años (aumento que está muy por encima de la inflación), pasando de pagar 44 euros al mes a superar los 77. Ya a finales de 2013 hubo una gran polémica por la subasta eléctrica, que finalmente fue invalidada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), y que hubiera supuesto una subida en la tarifa de más de un 10%.
En cualquier caso, la realidad es que España tiene una de las facturas eléctricas más caras de Europa, superando hace algunos años la media de la Unión Europea. Y por otra parte, se está generando el llamado déficit de tarifa, que es una deuda que el Estado (todos los españoles, en definitiva) contraen con las compañías eléctricas. ¿Por qué pagamos tanto por esta energía?
Cómo se divide la factura eléctrica
La factura eléctrica tiene una parte fija y una variable. La parte variable depende del consumo que hagamos, pero también hay muchos conceptos que abonamos independientemente del mismo, con lo cual resulta complicado rebajar lo que pagamos. Para aquellos usuarios que disponen de contadores inteligentes, los horarios más baratos para el consumo coinciden, en general, con las noches.
En la factura se distinguen básicamente tres cuestiones: el consumo, el término fijo, y los impuestos. Según la CNMC, la factura se puede desglosar en:
- Lo que pagamos por la energía, que supone alrededor del 37,5% de la factura.
- Lo que abonamos por los peajes o tarifas de acceso (fijadas por el Ministerio de Energía, Industria y Turismo), que son aproximadamente el 41,1%.
- Los impuestos, que suman alrededor del 21,4% (IVA, impuesto sobre hidrocarburos, impuesto especial sobre la electricidad).
Consumo
El precio del kWh (unidad de medida de la energía consumida) puede variar en función de la compañía que nos suministra, y depende también de la tarifa que se tenga contratada (lo más habitual en las hogares es tener un término de potencia de 4,6 kW y una tarifa de acceso 2.0A). El precio del kilovatio depende sólo en parte del que se establece en las subastas eléctricas, ya que otra parte se corresponde a los llamados peajes.
Un dato que resulta interesante conocer es que la capacidad de producción eléctrica que hay en España supera los 100.000 MW, cuando el consumo máximo sólo alcanzó los 45.450. Es decir, que la capacidad de producción supera muy ampliamente a la demanda. Esto se explica en parte porque la electricidad no es un producto almacenable, lo cual provoca que haya que contar con un cierto exceso de capacidad para los momentos en los que no se puede hacer uso de las renovables.
Otros costes
Los peajes de acceso, además de formar parte, como señalábamos, de la parte variable de la factura, constituyen la parte fija. Incluyen algunos apartados bastante coherentes, tales como el transporte y la distribución, o los costes de los operadores del sistema (Red Eléctrica Española, Comisión Nacional de la Energía, etcétera). Pero también se incluyen otros conceptos más cuestionables, cuyos importes son objeto de debate por muchos sectores sobre la conveniencia de ser considerados en otras partidas en los Presupuestos del Estado y no en la factura eléctrica, como:
- Las primas al régimen especial (energías renovables y cogeneración), que también son citadas muy a menudo como la principal causa del déficit de tarifa. En España se han invertido miles de millones de euros en subvencionar las energías renovables, algunas más eficientes que otras. Aparte del coste que han supuesto, también es importante destacar que esta política ha permitido a nuestro país convertirse en uno de los líderes mundiales en las tecnologías eólicas y termosolares, además de bajar nuestra dependencia energética del exterior y reducir el efecto invernadero.
- Las primas para el uso del carbón nacional se pusieron en marcha para apoyar a las regiones mineras. El impuesto especial sobre la electricidad (el 4,864% que aparece en la factura) «tiene como objetivo básico la obtención de los ingresos necesarios para compensar la supresión del recargo sobre la facturación de energía eléctrica, en concepto de ayudas a la minería del carbón».
- Costes derivados de la energía nuclear. En 1991 se paralizaron las obras de varias centrales nucleares. Para compensar a las empresas por lo que ya habían invertido en ellas, o que tenían proyectado hacerlo, se fijó una indemnización de más de 4.000 millones de euros.
- Los costes de compensación extrapeninsular son una compensación por el sobrecoste del suministro en los territorios de fuera de la península (Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla). Suponen unos 1.800 millones de euros al año.
- Los Costes de Transición a la Competencia (CTC’s). En 1997 se liberalizó el sector eléctrico, y la ley 54/1997 «reconoce la existencia de unos costes de transición al mercado competitivo», que se cifraron en más de 8.000 millones de euros. Como se iba a acabar el monopolio, las empresas recibirían esa compensación por la previsible bajada de beneficios. Sin embargo, por las características del mercado, no se ha producido una liberalización real.
Impuestos
Entre el Impuesto Eléctrico, el de hidrocarburos y el IVA el consumidor paga más de un 21% de impuestos en cada factura, es decir, que para una factura de 77 euros, algo más de 15 se irían en impuestos.
Alquiler de contador
Las facturas suelen incluir una pequeña cantidad en concepto de alquiler de contador, de alrededor de 0,8 euros al mes, ya que estos pertenecen habitualmente a las distribuidoras, y no a los usuarios.