En la última década la idea de gravar transacciones financieras entra y sale frecuentemente de la escena política de los países de la Unión Europea. En 1972, Tobin pretendió frenar la especulación con divisas a nivel mundial, hoy los gobiernos de los países miembros desarrollan sus propias tasas tipo Tobin para sanear las arcas públicas.
En septiembre de 2011 la Comisión Europea planteó la creación de un impuesto que gravase todas las operaciones realizadas por entidades financieras, siempre que una de las partes intervinientes en la transacción (o las dos) estuviese establecida en la UE. La tasa no se aplicaría directamente a los ahorradores y pequeñas empresas, pues dejaba fuera a hipotecas, préstamos, seguros y operaciones entre particulares. Once países, entre los que se encontraba España, aprobaron la tasa, que inicialmente proyectaba un 0,1% de gravamen para cada operación con acciones o bonos, y 0,01% para productos derivados.
Más que tasa Tobin, tasa sobre las transacciones financieras.
James Tobin, economista keynesiano, propuso en los setenta un modelo impositivo para desacelerar la especulación con divisas acontecida tras salir Estados Unidos de los acuerdos de Bretton Woods. Hasta 1971 el dólar estadounidense se utilizaba como divisa global, siempre respaldada por las reservas de oro de Estados Unidos. Tras la ruptura del patrón oro durante el gobierno de Nixon, Tobin quiso frenar las intensas fluctuaciones del tipo de cambio, gravando las operaciones de compraventa de divisas.
La intención de Tobin era restar rentabilidad a las operaciones especulativas, donde a muy corto plazo se obtenía un pequeño beneficio, que prácticamente se anularía con una pequeña tasa impositiva entre el 0,1% y el 0,25%.
Aunque la tasa Tobin nunca fue aplicada para su objetivo inicial, en las décadas siguientes la idea de frenar las operaciones cortoplacistas se ha trasladado a otro escenario: las transacciones financieras. Por tanto, aunque la propuesta de gravar operaciones de compraventa sí que partió de Tobin, en la actualidad, las tasas a las transacciones financieras, o FTT (Financial Transaction Tax), poco tienen que ver con aquella propuesta. Más bien, buscan una nueva vía de actuación fiscal sobre la operativa de los mercados financieros.
Tasa sobre transacciones en España.
En la propuesta del Gobierno para los Presupuestos Generales de 2019 se proyecta una tasa que gravará determinadas operaciones financieras, similar a la ya aplicada en Francia e Italia que, según los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), permitirá recaudar unos 700 millones de euros anuales.
Veamos cómo les va a nuestros vecinos europeos que ya tienen una tasa similar:
- Francia empezó a aplicarla en 2012, con una recaudación que ronda los 5.000 millones de euros desde entonces. Concretamente aplica un 0,3% a la compraventa de acciones de cotizadas, con capitalización superior a 1.000 millones (unas 150 empresas). Y las operaciones con CDS sobre bonos de países de la UE al 0,01%.
- Italia puso en marcha su tasa en 2013, con una recaudación total que se acerca a los 2.000 millones de euros. Aplica un 0,2% a las compraventas de cotizadas de más de 500 millones de capitalización (unas 100 empresas) y un tipo variable sobre CDS.
- La tasa planteada en España gravaría al 0,2% las compras de acciones realizadas por operadores financieros, si dichas acciones son de empresas que cotizan en bolsa con una capitalización mayor a 1.000 millones de euros (unas 65 empresas, entre ellas todas las del IBEX). Por tanto, deja fuera las operaciones con acciones de empresas no cotizadas y pymes, y las de cotizadas con una capitalización bursátil inferior a los 1.000 millones. Tampoco grava la compra de títulos de deuda (ni pública, ni privada), ni actúa sobre las operaciones con CFDs, ni otros derivados.
¿En qué me afecta una tasa sobre transacciones financieras?
Dejando a un lado las estimaciones sobre recaudación fiscal, en favor de todos los ciudadanos, no deberíamos obviar sus implicaciones colaterales:
Si compras acciones de empresas cotizadas con más de 1.000 millones de capital: cada operación de compra y de venta tendrá una carga fiscal añadida del 0,2%, independientemente del beneficio o pérdida patrimonial que te suponga. Para una transacción aislada no parece muy significativo, pero si la rotación de tu cartera es más elevada, cada varias semanas o cada mes, el acumulado de ese 0,2% terminará restando una cifra considerable de tu beneficio anual.
Los fondos de inversión de renta variable también podrían ver mermada su rentabilidad si, como es habitual, en su cartera incluyen valores de empresas con acciones gravadas por la tasa. Según Inverco, la nueva tasa ocasionaría una pérdida de rentabilidad acumulada de un 7,4% para los fondos de inversión en los próximos 25 años, y un 5,6% menos para los planes de pensiones.
Y a nivel global, indiscutiblemente afecta al mercado de renta variable español, pues como alerta Bolsas y Mercados Españoles, los inversionistas extranjeros, que a finales de 2017 tenían el 46% del capital de las empresas cotizadas, se verían tentados a mover sus inversiones a otros mercados, con la consecuente caída del volumen de negociación de la bolsa española.