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Inflación: Qué es greenflation y cuáles son sus consecuencias

greenflation

En un momento en el que los precios globales suben, muchos expertos se preguntan qué parte de esa inflación procede de los costes asociados con la tendencia hacia el verde o la greenflation y si esa escalada de precios supone una barrera para la propia transición energética.

Inflación verde

No en vano, los precios de materias primas industriales como el estaño, el aluminio, al cobre, el níquel o el cobalto, que son indispensables para la transición energética, han subido entre el 20% y el 90% en 2021, según apuntan en el CEEW (Consejo de Energía, Medio Ambiente y Agua).

Se trata de una espiral inflacionista porque suben los precios de las materias primas, lo que incrementa el coste de los proyectos verdes. A la vez, pone en duda la viabilidad de los mismos porque mantener las fuentes de energía más contaminantes (carbón, por ejemplo) resulta más económico.

Una paradoja en la transición verde

Los expertos consideran la greenflation una paradoja en la transición necesaria para reducir el cambio climático. Cuanto más se empuje hacia una energía verde, más cara se torna esta y es menos probable que se alcance el objetivo inicial de limitar los efectos del calentamiento global.

Además, a veces hay limitaciones medioambientales que retrasan los avances en tecnologías verdes. Por ejemplo, ocurre si se dificulta la apertura de nuevas minas para obtener cobre o aluminio por su impacto medioambiental, cuando estos metales son claves para la evolución verde.

La mayor financiación de proyectos verdes compensa el aumento de sus costes

Eso sí, también es cierto que estos costes crecientes se han visto compensados con la mayor financiación de proyectos verdes. De hecho, muchos expertos confirman que no se puede obtener dinero barato para financiar proyectos que supongan un riesgo para el clima, mientras que las condiciones para los proyectos verdes se han suavizado.

Unas economías de escala, un mejor acceso a los fondos, menores costes salariales y un menor precio del producto final probablemente compensarían la inflación procedente de los proyectos verdes o greenflation. O al menos, eso se espera.

Transición verde: cifras que denotan el avance

De momento, algunas fuentes apuntan a que el mundo fue capaz de instalar en 2020 unos 260 gigavatios-hora (GWh) de fuentes renovables, tal y como publica IRENA (International Renewable Energy Agency) y unos 300 gigawatios/hora en 2020. Y lo hizo gracias a la caída de los costes de la financiación de proyectos verdes.

En estos momentos, el mercado con un mayor potencial de crecimiento es el de Asia-Pacífico para el que se estima un CAGR del 9,6% desde 2021 a 2030. Su cuota de mercado en 2021 era del 35,2% y suponía más de la mitad del consumo global de energía debido al aumento de la industrialización y de la población.

En concreto, el mercado de la energía renovable ha crecido de forma considerable en países como China e India. De hecho, China se convirtió en el primer productor mundial de bioelectricidad en 2017 y es hoy un jugador relevante en hidroeléctrica, eólica onshore y fotovoltaica. 

Por ejemplo, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) considera que los costes globales para la industria bajarán a medida que desaparezcan las barreras. Así, Allied Market Research proyecta que el mercado global de la energía renovable, con un valor cercano a 881.000 millones de dólares en 2020, crecerá hasta dos billones en el año 2030, con un CAGR del 8,4% desde 2021 a 2030.

Por lo tanto, los expertos estiman que la subida de los costes o greenflation y la cadena de suministros no serán amenazas insalvables para la viabilidad económica de la energía limpia.

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