La caída de tipo de interés ha afectado de forma importante a los productos más tradicionales de ahorro: las cuentas de ahorro y los depósitos. Con este descenso de rentabilidad y de interés para el ahorrador, han ganado importancia otros productos que aparentemente se asemejan al depósito, pero que tienen diferencias importantes.
Uno de estos es el seguro de ahorro, un producto que se instrumentaliza a través de un seguro de vida y en el que, a través de una aportación única, o más comúnmente, aportaciones periódicas, se recupera la cantidad invertida más un interés, teniendo normalmente un mínimo garantizado.
Seguridad, rentabilidad y liquidez
Aunque nos paguen un interés por nuestro dinero no es un depósito y se diferencia notablemente de este. Por ello, si vas a invertir en un seguro de ahorro ten en cuenta estos puntos que te señalamos:
- Seguridad. Aunque ambos garantizan el 100% de su capital, el mecanismo de protección es muy diferente. En los Seguros de Ahorro, el Consorcio de Compensación de Seguros, organismo dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, es el que se encarga de la liquidación de las aseguradoras que se encuentren en quiebra e inicien un concurso de acreedores. A diferencia de los Fondos de Garantía de Depósitos, no existe un límite legal para que los afectados puedan cobrar sus primas e, históricamente, en el 100% de los casos planteados, el Consorcio ha podido hacer frente al total de las liquidaciones. En el depósito el Fondo de Garantía de Depósitos se garantiza el pago de hasta 100.000 euros por cliente y entidad bancaria.
- Rentabilidad. Ambos están ligados claramente a la evolución de los tipos de interés y, por tanto, en estos momentos tienen una rentabilidad limitada. En los seguros de ahorro sí se establece en contrato un tipo de interés mínimo a pagar por la aseguradora. Es cierto que los seguros de ahorro pagan una rentabilidad ligeramente superior a la mayoría de los depósitos, pero esto se debe fundamentalmente a tener una liquidez limitada. Son muchos los que impiden la retirada de dinero al arranque del producto (generalmente el primer año), o lo hacen de forma limitada (no permitiendo la retirada total en los primeros ejercicios).
Ahorro periódico y fiscalidad
Otra de las grandes diferencias es que muchos de los Seguros de Ahorro están diseñados para realizar aportaciones periódicas y constituir un capital al final del plazo acordado. Mientras tanto, en el depósito se crea una imposición cuando se contrata, sin más aportaciones, por la que se abonan intereses. En este sentido, el Seguro de Ahorro se parece mucho más a una cuenta de ahorro y es útil si lo que queremos es crear un capital para cualquier objetivo, ya sea ahorro a largo plazo o cualquier capricho que tengamos.
Por último, sí tienen una fiscalidad ligeramente diferente. A diferencia de los depósitos, los rendimientos del seguro de ahorro no se van abonando en una cuenta corriente, sino que se acumulan en el capital que estemos formando. Gracias a ello diferimos el pago del impuesto al momento de rescate del seguro y se aumenta, ligeramente, la ganancia del producto con el llamado diferimiento fiscal. Esto es así ya que la rentabilidad adicional conseguida por la participación en beneficios se consolida y acumula participando de la rentabilidad de futuros años.
Tienes que tener en cuenta todas estas diferencias a la hora de elegir contratar o no un determinado producto, siempre pensando en cuál es nuestro objetivo y si vamos a necesitar nuestro dinero antes de tiempo. No siempre ganar algo más es la mejor opción.