Pros y contras de la economía colaborativa

El siglo XXI nos ha traído diversos avances relacionados con Internet. Una de las áreas que más se ha apoyado en el desarrollo de la red de redes es la llamada economía colaborativa. Ésta se basa en compartir o intercambiar bienes o servicios cuyos usuarios no los utilizaban al 100%, consiguiendo, de esta manera, una doble ventaja: los poseedores de estos productos obtienen un beneficio, y los nuevos usuarios lo consiguen a un precio inferior.

La economía colaborativa posee otros atributos positivos, por lo que muchos la han visto como la panacea que sirve para mejorar muchos aspectos de la sociedad. Sin embargo, no hay que perder de vista algunas de las desventajas que supone, y que, en ocasiones, bajo el manto de la economía colaborativa discurren grandes transformaciones de la sociedad, no siempre beneficiosas. A continuación, veremos algunas de sus ventajas e inconvenientes.

Ejemplos de economía colaborativa

Hay una gran diversidad de sectores en los que la economía colaborativa está, hoy por hoy, triunfando, entre otros:

El alquiler de viviendas vacacionales, la utilización de coches para transportarse (servicios de taxi y similares) o el reparto de comida a domicilio son algunos de ellos. Pero también existen diversos ejemplos de conocimiento colaborativo (cursillos, webs de información…) o finanzas colaborativas (como el crowdfunding, el crowdlending…).

En la práctica, estos servicios se suelen basar en páginas web y/o aplicaciones para móviles que actúan como intermediarios entre personas que desean obtener estos servicios (a precios inferiores a los habituales en esos sectores) y otras personas que los ofrecen.

Ventajas de la economía colaborativa

Una de sus mayores ventajas reside en la propia definición de economía colaborativa. Ésta se basa en prestar, alquilar o vender productos en función de necesidades específicas. En algunos casos, incluso es posible que la transacción no se pague con dinero, sino con otro producto o servicio. La ventaja de responder a situaciones específicas es que el aprovechamiento del producto es mucho mayor —o, visto desde otro punto de vista, su infrautilización es menor.

Pongamos por ejemplo una app que se dedica a poner en contacto a propietarios de plazas de garaje con usuarios de las mismas. En muchos casos, los propietarios tienen su plaza vacía durante gran parte del día (porque ellos, a su vez, se desplazan a otro sitio). Mientras, miles de conductores desearían encontrar un sitio donde aparcar. A través de una aplicación, se busca una solución para estos últimos, al mismo tiempo que los primeros obtienen cierto beneficio. Y la plaza de garaje está menos infrautilizada, consiguiendo un mejor aprovechamiento de los recursos.

Otra de las ventajas principales que suele haber es el ahorro para el comprador. Como es un bien que se comparte y se adquiere o alquila para un uso específico, los precios son menores (en el ejemplo anterior, el dueño solo alquila su plaza de garaje en el período en el que él no la necesita).

Incluso, y relacionado con esto, la reducción de precios puede redundar en una mayor accesibilidad a ciertos productos para personas que, en otras condiciones, no podría acceder a ellos.

También es una nueva fuente de ingresos para muchas personas. Según un estudio de JP Morgan, entre octubre de 2014 y septiembre de 2015, más de 10 millones de estadounidenses habían obtenido ingresos de la economía colaborativa.

Además, es una alternativa ecológica. Como los recursos se aprovechan mejor, se produce un menor desperdicio de estos (recordar que, aunque a veces se nos olvida, los recursos son finitos). Por ejemplo, en el caso de los servicios en los que se comparte el automóvil, no solo se aprovechan mejor los viajes, al ir más personas en cada vehículo, sino que se reduce la contaminación del medio ambiente.

Existe mucha información acerca de la calidad del producto/servicio. Las web y aplicaciones suelen incluir puntuaciones y comentarios de los usuarios, de manera que resulta sencillo ver enseguida los mejor valorados, ordenar y filtrar por diversos criterios, etcétera.

Desventajas de la economía colaborativa

Frente a todas esas ventajas, también existen una serie de puntos más oscuros. De hecho, la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha puesto el foco sobre Uber y otras empresas basadas en la economía colaborativa. Y es que también existen algunas cuestiones más problemáticas que la legislación todavía no ha conseguido regular, ya que, en muchos casos, los avances y los cambios de modelo van por delante de las normativas.

La rapidez con que surgen nuevas plataformas y aplicaciones puede dar lugar a que algunas no sean todo lo fiables que debieran. Es conveniente asegurarse de que, cuando se contrata un servicio a través de ellas, la compañía que hay detrás funciona adecuadamente.

En algunos casos, la clasificación de estas nuevas compañías resulta difícil, por lo que es complicado saber a qué legislación deben atenerse. Cuestión que a menudo se complica, además, con el hecho de que algunas son empresas foráneas, con domicilio en otros países.

Por ejemplo, en la sentencia del TJUE se dirimía acerca de si Uber era un servicio de transporte o una empresa dedicada a servicios de la sociedad de la información (la sentencia dictaminó que era lo primero). Esto puede llevar a cierta desprotección para el consumidor, que a veces puede no saber adónde acudir o qué reclamar en caso de un servicio que no alcance la calidad esperada.

Relacionado con lo anterior, está la cuestión de la posible competencia desleal de estas compañías. Por ejemplo, otra de las polémicas se sitúa en el ámbito de los alquileres vacacionales, ya que el sector hotelero argumenta que, mientras ellos pagan sus correspondientes impuestos, muchos alquileres de viviendas particulares realizados a través de webs no lo hacen.

Las relaciones laborales son otro de los aspectos que más controversia está ocasionando. Muchos de los que trabajan para estas compañías lo hacen por horas y lo hacen como autónomos —o muy probablemente, falsos autónomos, en muchos casos—. Por ello, algunas sentencias empiezan a dar la razón a estos trabajadores, que tienen una relación laboral con la empresa y, por lo tanto, deben gozar de ciertos derechos, como salario mínimo, bajas, vacaciones, etcétera.