Reza el dicho clásico que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, y en lo relativo al ahorro, ésta es una máxima totalmente aplicable. Diríamos más, no sólo es aplicable, sino que es imprescindible practicarla.
Aunque para algunos pueda parecer que ahorrar es una misión imposible, en la mayoría de los casos, no lo es. Lo primero que hay que hacer es proponérselo. Habitualmente, existe una cierta tendencia a gastar todo lo que se ingresa: si ganamos 1.000 euros, gastamos 1.000, pero si ganamos 2.000… también los gastamos. En muchos casos, incluso no es suficiente con los ingresos, con lo que se recurre al endeudamiento.
Ahorrar supone un esfuerzo, ya que supone aplazar parte de la gratificación que podríamos tener al emplear nuestro dinero en el presente, para poder disfrutar de él en el futuro. Por eso, en muchos casos se argumentan diversos pretextos para no hacerlo.
Excusas para no ahorrar
No gano lo suficiente: la primera excusa ya la habíamos apuntado. Como no tengo unos ingresos suficientes para ello, no puedo ahorrar. El problema es que, si ganásemos más, probablemente lo gastaríamos. Es más, ¿qué sucedería si tus ingresos actuales se redujesen? ¿Serías capaz de adaptarte? Si has respondido que sí, es porque, en el fondo, sí que podrías ahorrar.
Tengo que pagar mis deudas: las deudas vienen a ser la antítesis del ahorro. Si tienes muchas, quizás has vivido por encima de tus posibilidades. En cualquier caso, el ahorro puede servir para ir saldándolas y quitándote ese lastre. ¡Tu economía mejorará enormemente!
Empiezo el mes (o el año) que viene: lo sentimos, pero así no vas a empezar nunca. Siempre hay una buena razón para no comenzar, y si lo vamos posponiendo, nunca arrancamos. Ya te hemos hablado en alguna ocasión del preahorro, y es que, en vez de ahorrar lo que no sobra, una vez descontados los gastos, habría que hacerlo al revés: primero, apartar lo que queremos ahorrar y, a partir de ahí, gastar lo que nos queda.
No sé dónde me gasto el dinero: es habitual, pero la buena noticia es que tiene solución. Planifica tus gastos y controla después a dónde va a parar el dinero. Te sorprendería saber todo el dinero que se puede llegar a emplear en “pequeños gastos” que se hacen cada día, esos en los que gastamos unas monedas.
Todavía tengo tiempo: en función de los motivos que tengamos para ahorrar, es posible que veamos el objetivo lejano, y eso nos sirva de excusa. Por ejemplo, sólo un 28% de los españoles ahorra para la jubilación, a pesar de que el 81% está preocupado o muy preocupado por el futuro de las pensiones públicas.
Ya es tarde: lo contrario de lo anterior: como “ya no me da tiempo”, pues no ahorro… Sin embargo, aquí podríamos aplicar otro ejemplo del refranero: más vale tarde que nunca. Siempre será mejor ahorrar, aunque sea un poco, que no hacerlo en absoluto.
Cómo empezar a ahorrar
Para comenzar a ahorrar puedes utilizar diferentes técnicas, las cuales no son excluyentes, es decir, podrías combinar diversas modalidades.
Preahorro
La mejor manera de ahorrar es “pagarse” primero a uno mismo. De los ingresos que tengamos, hay que apartar previamente una cantidad, de manera que nos haremos a la idea de que ya no tenemos ese dinero (en cualquier caso, no lo tendremos disponible para gastar). Por ejemplo, como orientación, podemos apartar a una cuenta ahorro un 10% de nuestros ingresos. Si nuestros ingresos son de 1.500 euros al mes, habremos conseguido ahorrar 1.800 euros en un año (150×12).
Método del céntimo
Consiste en ir ahorrando cada día un céntimo más que el anterior. Es decir, el día 1 se ahorra un céntimo, el día 2, 2 céntimos, etcétera. Cuando lleguemos al último día del año, tocarán 3,65 euros. Lo bueno es que todo ese ahorro suma 667,95 euros anuales. Si en vez de hacerlo con un céntimo, lo hiciésemos con 5, superaríamos los 3.000 euros al año.
Ahorrar pequeñas monedas
Tiene cierta relación con el anterior, aunque no es un método tan sistemático. Algunas personas tienen por costumbre ir apartando todas las pequeñas monedas que van pasando por sus manos. Por ejemplo, es habitual apartar las de 1, 2 y 5 céntimos (las de color cobre). De esta manera, es fácil alcanzar en varios años cantidades relativamente importantes, sin darnos cuenta, como en el famoso caso de un ciudadano estadounidense.
Método de los sobres
Este sistema exige cierta planificación, ya que se trata de distribuir en sobres los gastos que vamos a tener ese mes (vivienda, suministros, comida, etcétera). Después, de lo que sobre (¡valga la redundancia!), apartaremos una parte —por ejemplo, un 10%— para ahorrar.
Regla del 50-30-20
Esta regla es muy sencilla de aplicar. Establece unos porcentajes a los cuales se va a dedicar el dinero, de manera que todo el mundo lo puede adaptar a sus circunstancias.
En este caso, con el 50-30-20, se destinaría el 50% de los ingresos a cubrir las necesidades básicas (vivienda, suministros, comida…), el 30% para otros gastos no tan imprescindibles o accesorios (ocio, vacaciones…), y el 20% restante, al ahorro.
Habrá algunos conceptos que se incluirán en las necesidades básicas o en los “caprichos”, dependiendo de lo que se esté comprando. Por ejemplo, la ropa es una necesidad, pero cierto tipo de prendas o complementos pueden resultar algo accesorio y prescindible. Lo mismo ocurriría con la comida, donde una cosa es alimentarse adecuadamente y otra, concederse una mariscada.
Evidentemente, en lugar de 50-30-20, los porcentajes podrían ser otros, dependiendo del nivel de ingresos. Por ejemplo, si no son muy cuantiosos, es posible que en lugar del 50% haya que dedicar un porcentaje más alto a las necesidades básicas y algo menos a los caprichos y al ahorro.
En definitiva, puede que, en vez de 50-30-20, tengamos que convertirlo en 70-20-10. Lo importante es que, una vez definida la regla, se cumpla con ella.
Reto de los 30 días
Con este sistema, se trata de que el ahorrador defina una cuantía como objetivo para ahorrar. En muchas ocasiones, no ahorramos precisamente porque no hemos fijado una meta concreta, y por lo tanto no visualizamos qué queremos alcanzar ni cuando queremos hacerlo.
Con el reto de los 30 días, se establece un horizonte temporal muy concreto (en qué plazo se va a hacer), y se calcula el importe de lo que se va ahorrar en ese tiempo. Cada día del mes se incrementará la cantidad inicial en esa misma cuantía, de manera que, al finalizar el período, alcanzaremos una cantidad considerable.
Por ejemplo, el día 1 ahorramos un euro, el día 2, 2 euros, y así sucesivamente. En este caso, cada día incrementamos un euro (la cantidad establecida en el día 1), con lo cual, el día 30 tendremos que ahorrar 30 euros. Sumando todas las cantidades, resultaría que ese mes habríamos ahorrado nada más y nada menos que 465 euros.
Quizás a mucha gente le resulte difícil alcanzar esas cifras. No hay problema, lo importante es seguir el método. Si empezamos el día 1 ahorrando un euro, alcanzamos 465 euros al mes. Si empezásemos, por ejemplo, con simplemente 20 céntimos, que es la quinta parte de un euro, alcanzaríamos 93 euros al mes (465/5), y si comenzásemos con 50 céntimos, conseguiríamos 232,5 euros (465/2).
En definitiva, en función del objetivo que te fijes para ese mes, puedes calcular la cantidad por la que quieres empezar, y luego, simplemente hay que ir incrementando ese importe cada día del mes.