Es habitual llegar a septiembre, tras las merecidas vacaciones, con las pilas cargadas y con unas irrefrenables ganas de hacer cosas nuevas. Este suele ser un mes en el que nuestra fuerza de voluntad y compromiso para arrancar hábitos y proyectos nuevos aún están intactos.
Por ello, no es extraño que este sea un mes en el que muchos empezamos con una total convicción esa dieta para reparar los excesos estivales, aquel curso al que tanto tiempo llevamos dándole vueltas, esa colección que hemos visto en el quiosco y que por sólo un euro nos llevamos los dos primeros fasciculados y un sinfín de regalos inimaginables…
Desde luego, septiembre se trata de un mes muy positivo si somos capaces de canalizar esas infinitas ganas de emprender nuevos retos. Pero hay que ir con mucho cuidado especialmente con todas las decisiones que conllevan un desembolso económico, y muy especialmente con las que conllevan una recurrencia en ese desembolso.
Las implicaciones económicas de septiembre
A todos nos ha sucedido alguna vez: empiezas comprando ese primer fascículo promocional a 1 sólo euro, y ya en el mes de noviembre los 12 euros que cuesta cada nuevo fascículo semanal de esa fantástica colección empiezan a pesar demasiado en nuestra economía.
En septiembre nuestra actitud está abierta a ser extraordinariamente receptiva ante ofertas promocionales y acciones de marketing en general (y las marcas lo saben), pero la realidad económica va cogiendo irremediablemente su papel con el paso de las semanas.
Por ello es muy importante ser capaz de hacer un cálculo estimado de las implicaciones económicas que tiene cada una de las decisiones que tomemos durante la vuelta de las vacaciones.
Esa colección de cochecitos a escala es preciosa y lucirá fenomenal en la habitación del ordenador, pero ¿cuánto te va a costar mensualmente una vez empieces a pagar su precio normal? A lo mejor no te parece una colección tan estupenda cuando entiendas que te va a suponer un desembolso de 30 o 40 euros mensuales durante los próximos 2 años (una vez empieces la colección, dejarla a medias te va a suponer un esfuerzo extra).
Lo mismo sucede con la formación, otro de los compromisos económicos que tiene su auge en septiembre. Es bueno, e incluso necesario, formarse continuamente, pero a menudo tomamos decisiones de formación en hobbies o caprichos durante el mes de septiembre que nos van a comprometer una cantidad de euros cada mes que podríamos destinar en otros menesteres.
Ese curso para aprender portugués después de haber pasado unas magníficas vacaciones en Río de Janeiro es realmente atractivo, y probablemente estés más decidido que nunca a hacerlo en septiembre, aún con tu moreno brasileño. Pero si te paras a reflexionar antes de tomar esa decisión emocional, es posible que consideres que estar destinando 40 euros mensuales durante los próximos 9 meses al portugués no es lo que más te conviene.
Controlar el gasto es la clave
El de controlar el gasto es un consejo que vale absolutamente en cualquier circunstancia, pero en momentos en los que tendemos a adoptar actitudes más proclives al gasto, como puede ser el mes de septiembre motivados por los nuevos propósitos, toma aún una mayor importancia.
La idea no es que no debemos gastar dinero en ese tipo de actividades y caprichos. En absoluto. La idea es que debemos ser conscientes en todo momento del gasto y las consecuencias que éste va a tener en nuestro presupuesto anual antes de tomar impulsivamente las decisiones.
Si el curso de portugués va a tener unas implicaciones positivas en mi día a día laboral, porque por ejemplo trabajo en un consignatario de buques y cualquier idioma adicional es valorado, puede que sí me compense acometer ese gasto de 40 euros mensuales que en otras circunstancias no pasaría de suponer un capricho caro.
En definitiva, es aconsejable acometer nuestros nuevos propósitos analizando las alternativas de gasto que tenemos a nuestra disposición, valorando su implicación en nuestro presupuesto anual, y finalmente, decidiendo en base a la relación coste/beneficio que se desprende de este análisis. Esquivar las decisiones impulsivas en la medida de lo posible es siempre un buen consejo para septiembre.