Que la inversión no es un fuerte para los españoles no es nada nuevo. Si bien recientes informes han puesto negro sobre blanco al asunto y han revelado que España es el país en el que peor se invierte de los cinco más grandes de Europa. Es más, nuestro nivel inversor es el mismo que el de Rumanía, un país en el que los ciudadanos tienen muchos menos recursos que aquí.
Los españoles somos muy apegados a las costumbres y nos asustan los cambios, al menos en lo que respecta al mundo de las finanzas. Si tenemos que invertir, apostamos claramente por el ladrillo, a pesar de que la crisis ha demostrado que es igualmente una inversión no exenta de riesgos. Y si tenemos que ir más allá del sector inmobiliario, nos decantamos por los depósitos bancarios, unos productos que con la bajada de los tipos de interés han dejado de ser tan interesantes como antaño.
Mientras que en Estados Unidos el 42% de las familias apuesta por los fondos de inversión para lograr rentabilidad, en nuestro país solo lo hace el 6%. Los fondos se siguen considerando productos complejos solo aptos para expertos en finanzas, a pesar de que en los últimos años se han diversificado y simplificado para llegar a un mayor número de inversores. Pero a pesar de ello, y de la mayor rentabilidad que ofrecen, en España seguimos mirándolos con recelo.
Por lo tanto, esa fotografía tipo del inversor español sigue viva a pesar de haber sufrido una de las peores crisis de la historia hace muy poco. Los hábitos no han cambiado y, lo peor, tampoco hemos mejorado nuestro conocimiento financiero ni el de los más pequeños. Según el primer informe PISA sobre finanzas, un cuarto de los jóvenes españoles no sabe absolutamente nada sobre finanzas. Otros estudios hablan de cifras más graves: sólo uno de cada diez españoles tiene algunas nociones de finanzas.
Las finanzas, un asunto de todos
Ante un panorama tan desolador, es evidente que debemos ponernos manos a la obra para mejorar la situación. Sobre todo porque no podemos permitir que una nueva crisis financiera sacuda al país de la manera en que lo hizo la anterior. Y para ello hay que emprender una estrategia común entre el sector público y el privado para mejorar la cultura financiera española.
Todos manejamos dinero en nuestro día a día y sostenemos una economía familiar que puede mejorar mucho si aprendemos a invertir con criterio y . Porque ese es otro de los hándicaps de los inversores españoles: la mayoría no cree que el asesoramiento externo profesional les haga mejorar su situación patrimonial.
Por lo tanto, en la situación financiera de los españoles se junta el hambre con las ganas de comer, una situación a la que hay que dar la vuelta completamente. ¿Cómo? Desde todos los ámbitos posibles de la sociedad. Empezando por la educación, donde es imprescindible que se incluya una materia de finanzas cuanto antes para que los alumnos comiencen a familiarizarse con conceptos que después se encontrarán en la vida adulta y, a la vez, para tomar conciencia de la importancia del ahorro, otro de los puntos flacos de los españoles.
Vivir al día es algo muy común en nuestro país y se ha demostrado que tiene nefastas consecuencias, de modo que hay que empezar a cambiar esa costumbre y enseñar a ahorrar a la población. En esta tarea las entidades bancarias también tienen mucho que decir y que hacer, con iniciativas para ayudar a sus clientes a mejorar su patrimonio y su cultura financiera.
En Self Bank realizamos diferentes iniciativas para formar a los ciudadanos en materia financiera para que ellos mismos puedan tomar decisiones a la hora de gestionar sus finanzas. Proyectos como Pequeños Inversores o
Información, la clave
En esa búsqueda de una mayor cultura financiera, es imprescindible, desde las entidades bancarias, aportar toda la información a los clientes sobre los productos que van a contratar o sobre el estado de sus cuentas. Esta labor también es pedagógica y, además, crea un vínculo entre la sociedad y las finanzas.
Para ello, toda la información debe ser clara, transparente y sencilla. No se trata de que haya letra pequeña, sino letra gorda, que todos puedan entender y que no esconda nada detrás. Además, hay que diversificar en la medida posible los productos para que se adapten al mayor número de clientes posible, ya que así se acercarán más a productos de los que por ahora desconfían (por desconocimiento), como los fondos de inversión. En este sentido, Self Bank cuenta con una oferta de más de 1.800 fondos de inversión para múltiples perfiles, aunque el objetivo es que cada persona componga su cartera de inversión según se acomode más a sus finanzas personales.