En vacaciones buscamos descansar, desconectar y pasar unos días agradables realizando actividades que rompan la rutina del resto del año. Esa desconexión estival favorece situaciones en las que podríamos bajar la guardia y caer en alguna de las siguientes trampas al turista.
Los timos en vacaciones
Viajar implica salir de casa y exponernos a experiencias nuevas en todo momento. Desplazamientos frecuentes, hoteles, lugares públicos, personas y costumbres diferentes a las que estamos habituados, que llegan a saturar al viajero más experto. Perder el móvil, la cartera, el DNI o una tarjeta en nuestra ciudad es un engorro, pero lejos de casa todavía más. Recuperar algo sustraído se vuelve muy difícil, y reemplazarlo además supone perder uno o varios de los escasos días de vacaciones.
No se trata de estar permanentemente en alerta, si no, ¡vaya vacaciones!, pero sí ser conscientes de que tras un descuido puede haber alguien tratando de sustraer nuestras pertenencias. Aunque la mayoría de viajes transcurren sin incidencias, estar informados de estafas vacacionales frecuentes puede ayudarnos a detectar un posible fraude o a considerar alguna medida extra de seguridad.
La recomendación general se plantea sencilla: tener bien controlados aquellos objetos de valor susceptibles de ser robados. La realidad es otra: fuera de casa, bajo el ritmo del viaje, la cosa se complica.
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Timos al usar la tarjeta.
En España sospecharíamos si alguien se lleva u oculta nuestra tarjeta cuando vamos a pagar, o si el cajero automático tiene un aspecto diferente. Viajando, la actitud del camarero o del dependiente que nos atiende queda en tela de juicio. Los cajeros siempre nos resultarán desconocidos. Y, si se añade la barrera del idioma y que contamos con un tiempo limitado para reaccionar, nuestras opciones para frenar una posible clonación se reducen.
Para evitarlo:
Más allá de extremar la vigilancia en el momento del pago, poco podemos hacer. Sin embargo, una vez detectado el robo o la pérdida de la tarjeta, o al ver en nuestra cuenta bancaria pagos que no hemos realizado, debemos comunicarlo inmediatamente a nuestra entidad.
Por otra parte, si llevamos tarjetas contactless, hay que saber que en ciertos destinos se da la clonación por proximidad. Para evitarlo, algunas entidades permiten bloquear este servicio. También se venden fundas y carteras que anulan la tecnología RFID que permite su funcionamiento.
Ante un uso fraudulento de nuestra tarjeta, ya sea por robo, pérdida o duplicado, el resultado es catastrófico para el viaje: o nos quedamos sin la tarjeta, o tendremos que anularla para evitar más operaciones no autorizadas. Por tanto, llevar más de una y guardarlas en lugares diferentes son trucos de vital importancia durante un viaje.
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Timos al conectarnos a Internet.
Durante el viaje necesitamos consultar el e-mail, páginas de reservas y también nuestro banco. Entonces nos enfrentamos a la misma amenaza: una ubicación nueva y desconocida, pero esta vez, en Internet. Si la única opción para acceder a ellos es conectarse a la red del hotel, del restaurante o del aeropuerto, nuestros datos viajarán por una red desconocida y puede que insegura en la que podrían ser accesibles a terceros.
Aunque tengamos nuestro ordenador con el antivirus y el sistema operativo actualizados, y el firewall activo; aunque evitemos las redes abiertas y nos conectemos solamente en lugares de confianza, nuestros datos pueden quedar expuestos una vez que salen de nuestro dispositivo.
Para añadir una capa más de seguridad a la navegación, especialmente si vamos a operar con nuestro banco, resulta muy útil Trusteer Rapport, un software que Self Bank ofrece de forma gratuita a sus cliente y está desarrollado por IBM que ya es usado por más de 11 millones de usuarios en todo el mundo:
- Protege las sesiones y claves empleadas en sitios web a los que accedemos con contraseña de seguridad, como la página del banco.
- Detecta programas malware y de phishing y los elimina.
- Es compatible con los antivirus y firewall previamente instalados en el ordenador.
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Timos al movernos en taxi.
Además de las estafas por Internet y al pagar con tarjeta, los timos clásicos siguen siendo usados en todo el mundo, al tiempo que evolucionan para que pique hasta el viajero más experimentado.
Hay países donde los taxis ilegales circulan con la misma normalidad que los registrados; ciudades en la que no se usan taxímetros, en las que suelen estar trucados y ciudades en los que tomar un taxi clandestino puede ser un verdadero riesgo.
En Latinoamérica se dan secuestros exprés en taxis: llevan a la víctima a varios cajeros para retirar todo el efectivo que le permitan sus tarjetas, además de robarle todas sus pertenencias. Otra modalidad de fraude en taxi consiste en llevar al extranjero a las afueras de la ciudad y exigirle un pago elevado.
- Para evitar situaciones de riesgo conviene solicitar un taxi en el hotel o a través de aplicaciones registradas de taxi para el móvil.
- Para evitar que nos cobren más de lo debido: si no hay taxímetro, tener una idea aproximada de cuánto debería costar ese trayecto y negociar ese precio antes de subir.
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Timos en hoteles.
Además del probable timo al pagar con tarjeta. Existen otras situaciones que ponen en peligro el presupuesto viajero:
Siguiendo con los timos en taxi: el taxista nos lleva hasta donde supuestamente está el hotel y nos dice que ha cerrado recientemente, pero que conoce otro cercano. Parece difícil picar, pero si se añade la dificultad para llamar por teléfono al hotel, la del idioma y el desconocimiento de la ciudad, no es tan descabellado acabar en otro lugar.
En destinos del sudeste asiático, donde no siempre se reserva habitación con adelanto, los relaciones públicas o ganchos de hoteles acuden a la estación de autobuses en busca de clientes. En su afán por llevarse su comisión, muestran fotos y ofrecen precios que pueden no corresponder en absoluto con la realidad.
Una vez instalados en el hotel también pueden intentar robar los datos de la tarjeta mediante una llamada que dice ser de recepción para confirmar los datos, pues el pago ha sido denegado. Todo parece real, pero lo único cierto es que podemos estar dando vía libre a que un tercero use nuestra tarjeta. Mejor colgar y acudir a recepción a confirmar el problema.
Por último, para evitar que un empleado del hotel cuestione su profesionalidad, o para evitar males mayores ante un posible hurto, conviene dejar bien guardados, escondidos y repartidos las tarjetas y el dinero en efectivo; o llevar una parte encima y dejar otra en la habitación.
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Timos en la calle.
De forma física o en Internet, el modus operandi es siempre el mismo: alguien se aprovecha del desconocimiento del turista, con lugares, personas, costumbres y situaciones nuevas.
De noche, tras tomar alguna copa, permanecer alerta se vuelve más complicado. Un engaño frecuente lleva a la víctima a encariñarse rápidamente de su nuevo acompañante. En las distancias cortas, sustraer la cartera, dinero o el teléfono móvil es solo cuestión de minutos.
Otra situación. Se acerca un desconocido y nos ofrece algo a escondidas. En el mismo momento, llegan otras dos personas haciéndose pasar por policías de incógnito. Pronto desaparecerán, llevándose nuestra cartera y documentación.
Otros supuestos turistas, o alguien con aspecto confiable nos recomienda otro restaurante o bar de copas mucho mejor que en el que nos encontramos o al que nos dirigíamos. La encerrona viene a la hora de pagar: la cuenta exageradamente cara y un par de gorilas en la puerta.
Además, los masajes gratuitos, un guía local, sacarte una foto, un mapa, una pulsera, una copa y hasta la clásica ramita de romero regalada son solo algunos de los más conocidos señuelos lanzados a las calles del mundo para pescar turistas incautos.