No es tranquilizador ver cómo nuestro patrimonio pierde su valor. Muchos inversores entraron en pánico en marzo de 2020 cuando el mercado pareció despertar bruscamente ante la realidad de la pandemia mundial del coronavirus. El desplome de las bolsas mundiales de entre un 20 a 30 por ciento en apenas días fue una de las bajadas más rápidas en la historia de los mercados. En un mundo cada vez más tecnológico y automatizado, los movimientos de los mercados parecen cada vez más virulentos.
Y sin embargo, aunque nadie podía pronosticar que los mercados sufrirían esta caída en particular, cualquier economista o inversor con experiencia nos dirá que los mercados son cíclicos y que siempre habrá futuras bajadas. Por tanto, la duda nunca es si habrá una bajada en el futuro, sino cuándo y cómo será. Nuestra misión como inversores es estar preparados para cuando llegue y tener una estrategia adecuada a nuestras expectativas y perfil de riesgo.
Planificar bien nuestra cartera
Lo más importante en cualquier estrategia de inversión es que se adapte adecuadamente a nosotros. La mejor estrategia es aquella que se puede cumplir. Si no dormimos tranquilos ante la posibilidad de una caída de nuestro patrimonio de un 20%, deberíamos planificar nuestra cartera para que no esté tan expuesta a la volatilidad y optar por una estrategia más conservadora.
Es importante anticiparse y dedicar tiempo a pensar sobre el nivel de riesgo de cada uno. Muchos aprenden esta lección cuando llega la bajada, pero entonces ya es demasiado tarde y acaban vendiendo parte de sus activos en el peor momento. Esta es una de las lecciones más importantes que han aprendido muchos inversores en el desplome de marzo del coronavirus. Además, es fundamental antes de comprar cualquier acción, entender bien cómo encaja en nuestra cartera de inversión.
Criterios de volatilidad
Cuando elegimos los activos adecuados para nuestra cartera de inversión conviene tener muy presente las características de volatilidad de los mismos. Solemos pensar en volatilidad como algo negativo, pero realmente la volatilidad va en las dos direcciones. Lo que pasa es que cuando los mercados suben bruscamente nadie se suele quejar de exceso de volatilidad.
La caída de marzo ha pillado a muchos inversores por sorpresa, tanto por la bajada rápida, como por la posterior subida. De momento, el mercado ha vuelto a niveles de principio del año. Muchos inversores que vendieron sus carteras en los momentos de pánico de las caídas y que quedaron asustados no han vuelto a entrar en el mercado, consolidando sus pérdidas y no participando de la posterior recuperación.
En estos casos el error no ha sido el de equivocarse en los momentos de entrada y salida, sino equivocarse en la selección de activos. Nadie sabe las oscilaciones de la bolsa cuándo llegarán con certeza y, por tanto, un inversor que no puede soportar una caída del 20% de su cartera no debería estar totalmente invertido en renta variable.
Cada clase de activo tiene unas características de volatilidad. Tener claro cuáles son antes de incorporarlas a nuestra cartera es el primer paso para formar una cartera de inversión adecuada a nosotros.
Criterios de riesgo
Muchos inversores confunden el riesgo con la volatilidad. Aunque a la hora de gestionar una cartera estos dos factores tienen mucho que ver, también hay importantes diferencias.
El riesgo de una inversión está directamente relacionado con las posibilidades de pérdida permanente de capital. El riesgo por tanto suele tener un componente más importante de largo plazo. En los momentos de bajadas de los mercados, hay momentos en los que todo parece bajar. En estas ocasiones suele ser una buena oportunidad para adquirir activos de calidad a un buen precio.
Una de las características de la bajada del mercado en marzo de 2020 ha sido que las empresas tecnológicas han tenido un comportamiento muy superior a otros sectores. Sobre todo en la subida posterior. Algunas de estas empresas bajaron también considerablemente en el peor momento del mercado, pero luego los inversores parecieron cambiar su pensamiento, creyendo que el confinamiento beneficia a muchos de sus negocios digitales, llevando al Nasdaq a máximos históricos.
La diversificación, la clave de la resiliencia
Aunque hablamos de volatilidad de empresas y activos individuales, lo que realmente nos importa como inversores a la hora de estructurar nuestra cartera es la volatilidad y comportamiento del conjunto de nuestro patrimonio. Como siempre la buena diversificación es una de las herramientas que más nos puede ayudar a controlar la volatilidad de nuestra cartera de inversión.
Es importante entender la correlación de los activos que forman nuestra cartera. Si sólo tenemos activos de renta variable, es posible que cuando lleguen las bajadas en los mercados nuestra cartera sufra la volatilidad propia de la renta variable. Esto es perfectamente normal. Para evitar una fuerte volatilidad propia de la renta variable, tendremos que incorporar otras clases de activos, como renta fija, materias primas o activos inmobiliarios.
Sin embargo, no hay una buena o mala estructura de cartera por definición. Incluso hay inversores para los que tiene todo el sentido del mundo tener una gran exposición a renta variable. Lo importante es que cada uno tenga una cartera alineada adecuadamente con la realidad y sus expectativas.
La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.
Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
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