La tarjeta de crédito se ha convertido en un objeto imprescindible para la mayoría de nosotros. Ahora cuando salimos de casa revisamos que llevamos encima el móvil, las llaves y… la tarjeta. Este cuadradito de plástico llegó hace ya bastantes años a nuestras vidas, pero ha sido en la última década cuando ha vivido una verdadera revolución impulsada por el auge del comercio electrónico.
Hoy en día, no se concibe la vida sin una tarjeta de crédito (al menos en las zonas urbanas). Es por ello que muchos hablan de que estamos cerca de asistir a la desaparición del dinero en efectivo o cash, pues la tarjeta de crédito es un medio de pago más seguro, más cómodo y mucho más útil. Si bien es bastante difícil que lo veamos a corto plazo, pues muchas personas siguen siendo muy dependientes del dinero físico.
Sea como sea, la tarjeta de crédito cada día tiene más poder porque ya no sirve únicamente para pagar. Ahora hay otra serie de actividades que se pueden realizar a través de ella, lo que hace pensar que no dentro de mucho tendremos una única que servirá tanto como medio de pago como identificador (DNI) e incluso tarjeta de la Seguridad Social. Pero vayamos paso a paso y repasemos qué nos permite hacer el ‘plastiquito’ hoy en día.
Lo que puedo hacer con mi tarjeta de crédito
En primer lugar, y es algo que sabemos todos, con la tarjeta de crédito podemos comprar. De hecho, esa es su funcionalidad básica, permitirnos comprar tanto en tiendas físicas como online, de modo que a final de mes se acumulan todas las compras realizadas por este medio y se pasa la factura a la cuenta bancaria asociada (si es de débito, la compra se cobra de la cuenta de forma inmediata, no a final de mes). Igualmente, nos permite sacar dinero físico de los cajeros automáticos de cualquier entidad del mundo, aunque si no es la propia, nos cobrarán una comisión.
Pero más allá de ello, la tarjeta nos permite hacer otras cosas. Porque no todo es comprar artículos, también podemos adquirir servicios. Por ejemplo, alquilar un servicio mensual de música en streaming, reservar una habitación de hotel o una mesa en un restaurante, comprar un vuelo o un viaje en tren o autobús o coger desde casa las entradas del cine.
Además, el auge de la economía colaborativa ha favorecido aún más este medio de pago, pues estos servicios nacen en el entorno digital, de ahí que lo más sensato es que se pague por ellos a través de medios digitales. Por ejemplo, para alquilar un apartamento en Airbnb o tomar un Uber o Cabify, solo se puede hacer a través de la tarjeta de crédito. ¿Cuál es la ventaja? Que sabremos de antemano cuánto nos va a costar el recorrido. La desventaja, claro está, es que si finalmente, por lo que sea, no se produce el viaje, se nos cobra una penalización directamente a la tarjeta. Así pues, la tarjeta va más allá de dejarnos comprar unos pantalones; también podemos disfrutar de mayores comodidades o vivir experiencias que solo podemos vivir pagando con ella.
Y también pagar las facturas. Muchos no saben que con la tarjeta pueden pagar los recibos de luz, agua, gas o teléfono sin tener que domiciliarlos o ir al banco religiosamente a pasar por caja. Algunas empresas proveedoras de estos servicios permiten hacerlo con el móvil mediante el escaneado del código de barras de la factura y la introducción de los datos de la tarjeta a través de una aplicación móvil especializada para ello. De esta forma cómoda se puede hacer frente a esos gastos comunes sin tener que desplazarse al banco o domiciliar más pagos.
Además, también podemos obtener descuentos y rebajas con la tarjeta de crédito. Algunas llevan asociados ciertos descuentos en gasolineras, supermercados, restaurantes o alojamientos. Por ello es interesante informarse antes de contratar una de si existe la posibilidad de obtener descuentos en servicios pagando con ella.
Operar como si fuese un banco
Pero aparte de todo lo anterior, la tarjeta de crédito también puede ser tu banco. Es decir, podrás operar con tu cuenta bancaria a través de ella.
Por su parte, la tarjeta de débito -no confundir con crédito- Visa Electron permite realizar transferencias de dinero a nuestros amigos o familiares. Mediante el servicio Self Money de la entidad se pueden hacer estos préstamos a conocidos solo con su correo electrónico o su teléfono como datos principales. Self Money es una app que podemos descargar en el móvil para realizar esta función.
Así, vemos como este especial ‘trocito de plástico’ cada día tiene mayor presencia en nuestra vida y, si sabemos manejarlo bien y con cabeza, nos hará la vida más sencilla y cómoda.