¿Recuerdas cuando te comentamos la estrategia de “pagarte a ti primero” para apartar tus ahorros antes de incurrir en los diferentes gastos mensuales? Como ya sabrás, esa es una estrategia que funciona estupendamente para generar el necesario hábito del ahorro sistemático mes a mes.
Sin embargo, estamos dando por hecho un elemento clave que probablemente no sea tan obvio: ¿cuánto dinero podré apartar a principio de mes para aun así dejar lo suficiente para poder afrontar todos los gastos que tendré? En efecto, cualquier estrategia de economía doméstica que quiera tener esperanzas de éxito debe basarse en la elaboración de un presupuesto personal de gastos e ingresos.
¿Presupuesto diario o presupuesto mensual?
Será en el presupuesto personal en el que definas con toda la exactitud posible los ingresos esperados y, en consecuencia, los gastos a los que podrás hacer frente con ellos, ordenados cronológicamente con el nivel de detalle que creas conveniente.
En este punto, cabe especificar que hay gente que hace presupuestos con un detalle diario, para poder llevar a cabo un control de tesorería que alerte de cualquier momento en el que pueda haber un problema de liquidez.
En efecto, imagínate que en un mes concreto sabes que se te girará el recibo del seguro de la vivienda, de un importe de 600 euros. Es posible que en el cómputo total del mes no vayas a tener problemas para afrontar ese gasto, pero imagínate que el recibo del seguro te entra el día 15 y tu nómina no llega a tu cuenta hasta el día 25. Si no hubiera dinero suficiente ese día 15 para pagar los 600 euros del seguro, un presupuesto diario te alertaría de la situación, permitiéndote tomar las decisiones oportunas.
Hacer un presupuesto diario será especialmente conveniente en los casos en los que no dispongamos de un colchón importante para afrontar sin problemas los gastos de cada mes. Pero como puedes imaginar, ese es el presupuesto que más trabajo lleva, pues su nivel de precisión es elevado. Lo más habitual será hacer un presupuesto de gastos mensual, con el que observar el balance de gastos e ingresos de cada mes.
La importancia de seguir el presupuesto personal
Hacer el presupuesto personal es una tarea importante, por supuesto, pero mucho más importante es llevar un control y seguimiento del mismo a medida que vayamos incurriendo en gastos. De nada sirve disponer de un presupuesto si a la hora de la verdad gastamos sin tenerlo en cuenta.
Como la propia palabra indica, un presupuesto no es otra cosa que una serie de gastos e ingresos futuros que hemos «pre-supuesto». Por lo tanto, si nuestra suposición es errónea, debemos ser capaces de hacer los ajustes necesarios para que nuestras finanzas personales no lo acusen.
Imagínate que tu presupuesto mensual consideraba que en el mes de marzo te llegaría un recibo de gas por importe de 40 euros. Sin embargo, el último invierno ha sido más frío de lo esperado y al final esa factura de gas ha subido hasta los 90 euros. Deberás ser consciente de ese sobrecoste cuanto antes mejor, pues te permitirá ajustar otras partidas del presupuesto para que el balance del mes en curso siga siendo el presupuestado. Por ejemplo, ese mes puedes reducir esos 50 euros que has gastado de más en gas en la partida de gastos que tenías destinada a excursiones.
Lo realmente interesante del presupuesto es ser capaz de llevar una gestión de tus finanzas personales como si fueras una empresa. Tus recursos (ingresos) son limitados y debes gestionarlos adecuadamente para que llegar a fin de mes no se convierta en una aventura de final incierto. Tu presupuesto debe ser el guion que te conduzca a un final feliz, y cualquier desvío sobre el mismo debe ser corregido a tiempo.
Vigilar los gastos fuera de presupuesto
Otra de las grandes ventajas que aporta un presupuesto personal es reducir el temido gasto compulsivo. En mayor o menor medida, todos tenemos un consumidor compulsivo en nuestro interior. ¿Quién no ha estado tentado de comprar ese nuevo modelo de tablet con una pantalla mucho más grande? ¿O ese precioso bolso que tan bien queda con el vestido rojo? A día de hoy, estamos constantemente expuestos a tentaciones comerciales, y lidiar con ello no resulta fácil si no tenemos un presupuesto personal.
Si no sabemos exactamente el dinero que tenemos disponible y los gastos que debemos afrontar a futuro, es posible que inconscientemente intentemos convencernos a nosotros mismos de que podemos pagar sin ningún problema ese “caprichillo” que acaba de cruzarse en nuestro camino. El “ya me lo quitaré de otro lado” es un pensamiento bastante habitual en estas situaciones, aunque no tengamos ni la más remota idea de si en ese otro lado hay suficiente para quitar.
El presupuesto personal nos permite, de entrada, filtrar esos gastos que no están planificados ni encajan en ninguna partida de nuestro presupuesto. Si me apetece hacer esa escapada de fin de semana que acaba de entrarme por e-mail al incomparable precio de 100 euros y no tengo una partida de excursiones (o similar) en mi presupuesto, de entrada debería retener ese gasto hasta estudiar con detalle si puedo encajar en el mes ese gasto.
Una vez que haya comprobado que reduciendo un poco otras partidas destinadas también a ocio (las de “cine y teatro” y “conciertos”, por ejemplo) soy capaz de afrontar sin problema ese gasto de 100 euros, entonces puedo lanzarme con toda convicción y seguridad al pago de esa escapada de fin de semana que tanto me apetece. Incluso es recomendable dejar siempre una partida de “caprichos” en nuestro presupuesto, pues siempre aparece alguno que otro, y de esta manera tendremos prefijado el coste que cada mes podemos destinar a esos gastos que, aunque no sean del todo necesarios, forman parte de nuestra realidad.