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Inversión en mercados emergentes: ¿merece la pena?

Por norma general las personas somos “animales de costumbres”, y pese a que nos gusta ver nuevas alternativas, terminamos volviendo a lo de siempre. Aunque puede que eso esté cambiando. Al menos así se percibe en el entorno inversor frente a los mercados emergentes. Ahora bien, ¿hasta qué punto merece la pena abandonar esa posición de comodidad y adentrarse en ciertos mercados que parecen tan lejanos?

En primer lugar habría que definir cuáles son los mercados emergentes. Es difícil porque existen diversas clasificaciones, aunque generalmente en su consideración se tienen en cuenta criterios como su grado de desarrollo económico, el tamaño y liquidez de su mercado de capitales, su dependencia externa… Incluso una vez que ya hemos llegado a la definición de cuáles se consideran países emergentes podríamos establecer “subcategorías”, ya que no todos ellos tienen el mismo nivel de desarrollo. Entre los más avanzados encontramos a Brasil, China, República Checa, Hungría, India, México, Polonia, Rusia, Sudáfrica y Taiwán; como emergentes secundarios podríamos citar a Argentina, Chile, Colombia, Perú, Malasia, Tailandia o Turquía,entre otros.

Sea como sea, la pregunta vuelve a salir: ¿merece la pena invertir en mercados emergentes? Como bien os imaginaréis, no hay una respuesta única. Dependerá del mercado, del momento y, por supuesto, de nuestro perfil como inversores. Existen argumentos a favor de la inversión en emergentes, pero no podemos cerrar los ojos a los inconvenientes y riesgos de hacerlo.

¿Por qué no?

Sus economías son jóvenes. Así de simple, y como cualquier joven, a veces no se sabe muy bien qué camino pueden tomar, y quién les va hacer tomar ese camino. No hay una trayectoria, no se sabe cómo van a actuar en situaciones de crisis económica, cómo lo harán sus empresas, sus gobiernos. En muchas ocasiones, puede parecer un acto de fe, invertimos en una “promesa”.

Otra cuestión importante es la relativa a sus divisas. En los últimos meses han tenido ciertos problemas con devaluaciones y fluctuaciones incomprensibles que introduce otro factor de incertidumbre a la hora de invertir. Es un riesgo que se debe asumir.

Asimismo, sus realidades geopolíticas también hay que aceptarlas. Muchos de sus dirigentes todavía no han consolidado largas carreras democráticas, por lo que a veces tanto sus partidos políticos como agentes sociales buscan referencias externas que no siempre tienen por qué ser las adecuadas.

Otro inconveniente a la hora de acercarnos a estos países es la dificultad de acceso y la escasa liquidez que en ocasiones tienen sus mercados. Es ciertamente raro encontrar bancos o brokers que den directamente acceso a sus clientes a la bolsa turca, colombiana o china. E incluso si lo dieran…¿qué valores elegir? Si ya es complicado tener un buen conocimiento de las empresas que cotizan en nuestro mercado, imaginemos cómo sería elegir por nosotros mismos las más prometedoras de otros mercados. Por eso, en muchos casos la aproximación a estos mercados se hace a través de ETF o de fondos de inversión.

¿Por qué sí?

Hemos visto los principales temores que puede tener un inversor a la hora de apostar por los mercados emergentes, pero no  podemos dejarnos en el tintero los pros.

El primero de ellos tiene que ver con sus tasas de crecimiento. Aunque en algunos casos se ha visto una desaceleración en estas cifras, como es el caso de China, la realidad es que sus perspectivas siguen siendo positivas, y es más, quizá ese crecimiento, ahora sí, esté lejos de recalentamientos económicos que hacen perder de vista la realidad.

Otro aspecto muy interesante a tener en cuenta es que se puede invertir en sectores que no existen en muchos de los mercados consolidados y hacerlo de primera mano, como es el caso de las materias primas o el petróleo, por ejemplo.

Un argumento adicional es que incluir en nuestras carteras valores de estos mercados ayuda a una diversificación del riesgo, con carteras repartidas en diversos continentes y siendo ajenas a crisis más localizadas en ciertas áreas geográficas. Tener una cartera deslocalizada puede ser muy positivo.

También hay que contar con el futuro crecimiento tecnológico de muchas de estas regiones. China de nuevo es claro ejemplo. Además de consumir ahora es productor, pero todo eso lo hace sin ser una potencia tecnológica como ya lo son Corea y Japón.

Por último destaca el aumento del consumo interno. Ya no se trata de países principalmente exportadores, sino que hay un desarrollo de su economía doméstica que invita a pensar en un crecimiento sostenido para los próximos años.

¿Decisión?

Como hemos podido comprobar, hay razonamientos positivos y negativos; ahora debe ser cada inversor el que decida de manera cuidadosa y ayudado por expertos si es necesario,  el que decida cuál puede ser la mejor opción de inversión. Si queremos invertir en emergentes, tenemos antes que hacernos una serie de preguntas.

¿Conozco los riesgos de la inversión? Hemos de ser conscientes de los riesgos que rodean a estos países (economías dependiente del exterior, conflictos geopolíticos, gobiernos inestables, tipo de cambio…)

¿Es ese riesgo apto para mí? Si no voy a ser capaz de dormir a pierna suelta, mejor descartar la opción.

¿Cuál es la cantidad global que tenemos para invertir? Si hablamos de pequeñas cantidades, también deberíamos olvidarnos de ello. La inversión en emergentes siempre debería ser un complemente a una cartera que ya estuviera bien armada con activos de renta fija, liquidez e inversión en renta variable en regiones principales.

A cambio, ya lo sabemos, el caramelo de unas posibles rentabilidades más altas. Hay que analizarlo todo. Si estás decidido por destinar parte de tu inversión a mercados emergentes, una buena y sencilla manera es mediante ETF, en Selfbank te ofrecemos una amplia gama de fondos cotizados para que puedas acceder a dichos mercados.

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