Hace ahora 30 años, el gigante de la comida rápida, la cadena de restaurantes estadounidense McDonald’s, abrió su primer local en Moscú. Pero para entonces, esta forma barata de comer la denominada fast food ya llevaba cuarenta años en el diccionario Merriam–Webster.
Se supone que el primer restaurante de este tipo (hamburguesas) fue el A&W, que abrió en Sacramento en 1919 y que creció posteriormente como cadena de franquicias (2.000 restaurantes en 1960). White Castle abrió en Wichita (Kansas) su primer local de hamburguesas en 1921 y fueron los primeros que crearon una cadena de producción para dar servicio a sus restaurantes.
La cadena McDonald’s nació como una barbacoa para llevar en 1940 en San Bernardino (California) pero pronto descubrieron que el producto estrella era la hamburguesa y apostaron por ella en su línea de producción. La franquicia empezó a desarrollarse hacia 1954 y no ha parado desde entonces, pues cuenta con cerca de 35.000 restaurantes en unos 120 países, con lo que da servicio a 68 millones de clientes cada día.
Y en 1953, dos empresarios de Miami crearon Burguer King, aunque el nombre actual no llegó hasta 1967. Hoy es la segunda mayor cadena de hamburguesas de fast food.
Según los últimos informes sobre el sector (Zion Market Research) para 2022 este mercado superará los 690.000 millones de dólares de capitalización frente a los 539.000 millones que valía en 2016, con un crecimiento del CAGR de más del 4%. Para Statista, por ejemplo, solo los restaurantes de comida rápida estadounidenses ya tenían un valor de unos 256.000 millones de dólares en 2018.
¿Qué es la comida rápida?
La comida rápida es un tipo de comida producida a gran escala y que habitualmente con elevada proporción de grasas saturadas, azúcares, sal y muchas calorías, pero es barata. Se prepara en restaurantes donde ya está precocinada y se sirve al consumidor envasada para que pueda consumirla en el mismo local o llevarla consigo a donde quiera. Entre los platos más habituales de la fast food o comida rápida se encuentran las hamburguesas, pizzas, sándwiches, bocadillos o las patatas fritas.
En 2015, solo en EE.UU. había 200.000 restaurantes de este tipo y se estimaba que 50 millones de estadounidenses comían en uno de ellos cada día. La industria empleaba entonces a más de cuatro millones de personas y creó 200.000 empleos solo ese año.
¿Qué buscan los consumidores de fast food? Según los datos recogidos por franchisehelp.com en Estados Unidos: sabor, precio y calidad, por ese orden, mientras que los restaurantes se centran en la experiencia del usuario, la asequibilidad (precio) y la rapidez de la entrega. En lo que respecta a las franquicias, los restaurantes buscan menús que sean fáciles de identificar en todos los países y con precios bajos en todos ellos, aunque puedan ofrecer productos específicos en cada mercado local.
Entre las grandes marcas del sector a nivel internacional se encuentran: Yum! Brands, McDonald’s Corporation, Burger King Worldwide, Wendy’s International, Jack in the Box, Doctor’s Associates, Dunkin Brands, Domino’s Pizza, Papa John’s Pizza o Dairy Queen.
Tendencias de la industria: eficiencia y nuevos mercados
Las principales tendencias que marcan el sector son:
- Impulso a los restaurantes con drive-thru o comida para llevar desde el coche,
- la adopción de comida occidental en los países emergentes,
- la preferencia por la comida barata sin esperas a nivel global y
- las apps de reparto de comida a domicilio.
Aunque la mayor oportunidad de las principales cadenas es la internacionalización, siguiendo los pasos de McDonald’s y Burger King ante la saturación del mercado estadounidense. Apoya esta estrategia la creciente clase media en Asia-Pacífico y la India y el mayor consumo de comida occidental entre las nuevas generaciones.
Además, a nivel global, el sector confía en las nuevas tecnologías, sobre todo para mecanizar los pedidos a través de buzones de voz, quioscos para autoservicio en tiendas o nuevas apps que faciliten un servicio aún más rápido y más eficiente, tanto en comida para llevar como en los mismos restaurantes.
Grandes retos para la comida rápida
La mayor barrera para los restaurantes de comida rápida a nivel global es la idea de que se trata de alimentos poco saludables, llenos de grasas y azúcares, además de los bajos salarios o la percepción de que ofrecen trabajos basura (temporales y mal pagados).
También se les considera culpables de una degradación cultural porque no venden un tipo de cocina, sino unos alimentos de esa cocina en particular. Un ejemplo, es la imagen de Taco Bell en EE.UU. como cocina mexicana cuando la cadena solo ofrece algunos platos que proceden de la cocina tradicional de México.
Por último, dentro de la comida rápida, ha crecido un segmento llamado fast casual, con productos más sanos y naturales que está robando mercado a los restaurantes fast food, a pesar de tardar más en entregar los platos y tener precios más altos. Los fast food luchan contra esta nueva competencia ofreciendo nuevos menús con opciones más saludables o con más peso de los ingredientes locales, con máquinas que reducen el número de empleados (quioscos o apps) nuevas cocinas más locales (comida hawaiana) o nuevos ingredientes más ‘in’ como la salsa thailandesa sriracha.
¿Cómo invertir en fast food?
Los grandes jugadores del sector de la comida rápida son estadounidenses o cotizan en Wall Street. Por valor de mercado, son McDonald’s, Starbucks, Yum Brands, Chipotle Mexican Grill, Restaurant Brands International, Yum China, Domino’s Pizza, Dunkin’, Wendy’s y Shake Shack.
Según un reciente informe de Bank of America (diciembre 2019) las mejores cadenas de restaurantes para 2020 por rentabilidad prevista son: Chipotle, Domino’s, McDonald’s, Darden Restaurants, The Cheesecake Factory, Wendy`s, Restaurant Brands International, Yum Brands y Starbucks.
Además, hay fondos de inversión y fondos cotizados (ETF) especializados en restaurantes y bebidas (food and beberages) aunque no únicamente en comida rápida.
Te recordamos que la inversión en fondos implica asumir un determinado nivel de riesgo, que dependerá del fondo que desees contratar. No todos los fondos de inversión son iguales y tienen distintos niveles de riesgo en función de distintos factores. En nuestra web se puede consultar, tanto en el buscador como antes de la contratación de cualquier fondo, el DFI (Datos Fundamentales Inversor), el Informe Semestral y el folleto completo correspondiente, para conocer las características, costes y riesgos de cada fondo. Estos documentos también se encuentran accesibles en la web de la CNMV (www.cnmv.es).
Self Bank ha obtenido los datos contenidos en esta comunicación a través de otras fuentes de información que considera fiables pero no se hace responsable de la completa exactitud de los mismos. Estos datos solo tienen una finalidad informativa y no deben interpretarse como una recomendación de compra o venta.
Self Bank no se hace responsable de: (i) cualquier pérdida derivada de la utilización directa o indirecta de la información contenida en esta comunicación ni; (ii) del uso que se haga de dicha información. Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
Self Bank no se hace responsable del tratamiento fiscal de los productos de inversión. Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
Ninguna parte de este documento puede ser copiada o duplicada de cualquier forma o medio o redistribuida sin el previo consentimiento por escrito de Self Bank.