economía azul

Primeros pasos para hacerte con una cartera enfocada a la economía azul

La economía azul ya vale billones de dólares e incluye una amplia gama de recursos. Proporciona muchos puestos de trabajo en todo el mundo, medios de vida para muchas personas y asegura la alimentación de millones de individuos.

La economía azul es la que reconoce la importancia de la actividad humana en los mares y los océanos como motor económico por su gran potencial para la innovación y el crecimiento, según la define la Unión Europea.

Hoy respondemos a la pregunta cómo invertir en la economía azul de una manera que asegure una gestión sostenible, la protección y la preservación de los mares y océanos. Como ejemplo de lo que están haciendo los profesionales, podríamos repasar el índice ECPI Global ESG Blue Economy.

Una inversión responsable exige mejorar las desigualdades sociales y el bienestar de las personas, pero también supone esquivar los riesgos medioambientales y las amenazas para la ecología. Una parte de los recursos azules es perceptible, como las reservas de peces que hay en los océanos o el petróleo de los yacimientos marinos, pero también intangibles como las formas de vida costeras o el secuestro de las emisiones de carbono (CO2).

Los expertos señalan que la economía azul incluye todos estos sectores: acuicultura, pesquerías, turismo marino y de costa (playas), biotecnología y bioprospecciones, industrias extractivas, energía renovable marina, transporte marítimo, puertos y servicios relacionados con ellos tales como el transporte naval o la construcción de navíos, la gestión de las aguas residuales y otras actividades que ayudan en el cuidado de los océanos tales como la vigilancia y la monitorización de los mares.

¿Cómo seleccionar las empresas con las que hacerte con una cartera azul?

Seleccionar empresas es la parte más complicada. Lo mismo que ocurría al principio con una cartera verde. Una manera de buscar estas empresas es poner el ojo en las empresas líderes en el campo del uso sostenible de los recursos marinos, que coincide con los criterios más estrictos de las inversiones ESG (medioambiental, social y de gobernanza) y cuyas prácticas están alineadas con los principios del Global Compact de Naciones Unidas.

Esta es la estrategia que ha elegido el índice ECPI Global ESG Blue Economy. La búsqueda en bases de datos del ECPI cubre más de 4.000 emisores de valores por todo el mundo desarrollado. Posteriormente, se utilizan unos ratings financieros basados en pilares ESG que asignan una calificación a las empresas. Estas calificaciones valoran aspectos tales como estrategias y políticas medioambientales, procesos de producción, relaciones con la comunidad y gobernanza. 

En el siguiente paso de estos filtros, el análisis determina en qué categorías de la economía azul se sitúa cada empresa: protección de las costas y ecoturismo; generación eólica marina, biotecnología marina, generación eléctrica por mareas y olas; pesquerías salvajes, granjas de acuicultura, alimentación de los peces y genética; reciclaje, gestión de recursos y servicios medioambientales, así como transporte marítimo de contenedores y equipos para barcos.

Dicho de otra manera, el índice se compone en un 55% de empresas industriales, un 20% de empresas de servicios (utilities), empresas de consumo básico (12%), materiales (6%) y consumo discrecional (4%).

La alineación con los principios Compactos Globales de Naciones Unidas (UN Global Compact) implica que las empresas deberían, por ejemplo, dar soporte y respetar los derechos humanos y la libertad de asociación, orientarse contra el trabajo forzoso y de menores de edad y promover una mayor responsabilidad medioambiental.

Para asegurarse la diversificación por todos los países hay un límite geográfico. Por ejemplo, Estados Unidos no puede suponer más del 50% del índice. El límite se establece en el 10% para todos los demás países.

Para que una empresa sea elegible para este índice, debe tener una capitalización de mercado mínima de 500 millones de euros y el volumen medio de acciones negociadas en los seis meses precedentes debe totalizar al menos 3 millones de euros.

Una oportunidad adicional de invertir en sostenibilidad

Como forma de inversión sostenible, la economía azul está totalmente alineada con las prioridades de inversión de las principales firmas financieras. Estas se centran en la transición energética, protección medioambiental y crecimiento inclusivo.

Invertir en la economía azul ayudará a avanzar en la lucha contra el cambio climático y asegurar que los océanos puedan seguir funcionando como un pozo para las emisiones de CO2 procedentes de la actividad humana. Tales inversiones son adecuadas para los inversores que tengan una perspectiva a largo plazo y el deseo de hacer un impacto positivo.

Un vehículo que permite invertir en la economía azul replicando el índice anteriormente descrito, es el ETF BNP Paribas ECPI Global ESG Blue Economy (LU2194447293), que invierte en empresas que contribuyen al aprovechamiento sostenible de los recursos oceánicos con una calificación ESG positiva, donde el desarrollo tecnológico brinda cada vez más oportunidades.

Los expertos señalan que las finanzas pueden jugar un papel fundamental a la hora de empujar a las empresas vinculadas a la economía azul a impulsar sus prácticas. Esos inversores que consideren la conservación de los recursos marinos como absoluta prioridad van a ver oportunidades de inversión en empresas que desarrollen proyectos marinos que se abran en la medida en que aumente la percepción y el interés por la economía azul.

La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.

Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión. 

Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad. 

Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. 

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