El objetivo habitual de los inversores es el de obtener una rentabilidad que supere la inflación. Además, muchos intentan conseguir esta rentabilidad con el menor riesgo posible. Aunque otro aspecto importante es el de la dedicación: muchas personas disponen de dinero para invertir, pero tienen poco tiempo para analizar en qué hacerlo. Por eso, a menudo, se dejan aconsejar por «cualquiera» o directamente se decantan por la inversión pasiva, a través, por ejemplo, de fondos indexados. ¿Conoces el método Bogleheads?
Los fondos indexados pueden ser un buen punto de partida pues permiten replicar la rentabilidad obtenida por un conjunto de valores (por ejemplo, el IBEX 35, el S&P 500), sin romperse la cabeza ni buscando los valores que van a destacar. Se obtendrá la rentabilidad media de ese índice, que quizás pueda parecer poco, pero está por encima de lo que consiguen muchos inversores.
El método Bogleheads profundiza en este aspecto, añadiéndole una serie de pautas, para conformar un sistema de inversión sencillo de seguir, sin grandes complicaciones.
Qué es el método Bogleheads
El nombre de este método proviene de su creador, John C. Bogle, fundador de la mítica gestora de fondos de inversión Vanguard, una de los mayores del mundo y con un volumen de activos bajo gestión de unos 4 billones de dólares (más del doble del PIB de España).
Hay diversos libros que tratan sobre este método; además de lo que ha escrito el propio autor en su clásico Pequeño libro para invertir con sentido común, podemos encontrar un buen resumen de su método en el libro The Bogleheads’ Guide to Investing, de Taylor Larimore y Michael LeBoeuf, con prólogo del propio Bogle.
Bogle propone ante todo, tener sentido común (que, como se suele decir, es el menos común de los sentidos) y seguir una estrategia de inversión a largo plazo (tiene bastantes paralelismos con otro de los grandes gurús de la inversión, Warren Buffett).
Según un estudio realizado por el propio autor, las tres cuartas partes de los fondos de inversión no conseguían superar la rentabilidad del S&P 500, aparte de las comisiones y gastos que puedan acarrear, por tener una gestión más activa. Por ello, Bogle es partidario de una gestión más pasiva y de reducir los costes al mínimo.
A continuación te desgranamos las principales recomendaciones del método Bogleheads. Como podrás verás, muchas de estas pautas están basadas en el sentido común y las hemos tratado frecuentemente en nuestro blog.
Empieza pronto, ¿cuál es tu estilo de vida?
Cuanto antes empieces a definir tu estilo de vida y a marcar tus pautas de ahorro e inversión, mejor. Tu objetivo puede ser conseguir la libertad financiera o simplemente tener un complemento para tus ingresos o para tu jubilación. Pero cuanto antes empieces, antes comenzarás a tener resultados y serán mejores, y no solo por una cuestión temporal o de importes ahorrados, sino por el gran poder del interés compuesto.
Veamos su potencial con un sencillo ejemplo. Una persona invierte 1.000 euros al año durante 20 años, al 5% de interés. Cada año, ese 5% lo percibe no solo sobre lo que va invirtiendo, sino también sobre los propios intereses que se van generando (de ahí lo de interés compuesto). Al cabo de los 20 años, ha invertido 20.000 euros y tiene 34.719.
¿Y qué sucedería si se invierte el doble, durante la mitad del tiempo? Otra persona empieza diez años más tarde, pero invierte 2.000 euros anuales, también al 5%. Al cabo de los 20 años, ha invertido también 20.000 euros, pero como el interés compuesto ha trabajado durante la mitad del tiempo, únicamente tiene 26.414.
Para poder invertir hay que partir, además, de algunas premisas previas, como la importancia del ahorro o la creación de un fondo de emergencia, que nos evite complicaciones o incluso caer en el endeudamiento, que viene a ser la cara opuesta del ahorro. En definitiva, que tu estilo de vida no perjudique o vaya en contra de tu posibilidad de invertir.
¿Cuánto ahorrar?
Bogle estima la cantidad que hay que ahorrar en función de la rentabilidad que se espera obtener y del dinero necesario para vivir en la jubilación. A partir de ahí, y teniendo en cuenta el interés compuesto, tal y como hemos explicado anteriormente, se puede determinar cuánto hay que ahorrar cada año.
Por ejemplo, si calculásemos que necesitaríamos 70.000 euros en nuestra jubilación, sería necesario ahorrar 2.000 euros anuales durante 20 años, suponiendo que obtengamos un 5% de rentabilidad anual.
Sencillez, la variable clave
Como dice el propio autor, “cuando hay muchas soluciones para un problema, elige la más sencilla”. Cuesta mucho esfuerzo localizar las inversiones más rentables y tratar de batir al mercado para, al final, no conseguirlo.
Pocos inversores consiguen superar la rentabilidad media del mercado de manera consistente, a lo largo de los años. Por eso, resulta interesante invertir en ETF, con menos esfuerzo y menor gasto en comisiones.
Cuidado con los costes
Relacionado con el punto anterior. Los costes se pueden comer gran parte de los beneficios. Por ejemplo, si tenemos una inversión inicial de 10.000 euros y un 5% de rentabilidad. Con un coste anual en comisiones del 2,5%, al cabo de 20 años tendríamos 16.401 euros, mientras que si el coste de las comisiones bajase al 0,4%, conseguiríamos 24.587.
Composición de la cartera de inversión
La composición de la cartera de inversión depende de diversas variables, como la edad, la situación financiera, la tolerancia al riesgo o el horizonte temporal que se establece para la inversión. En función de la combinación de estos factores, se establecerá la cartera, teniendo en cuenta lo que explicamos a continuación.
Como es lógico, esta combinación no es estática, sino que irá rebalanceándose, cambiando los porcentajes de cada tipo de inversión a lo largo del tiempo, un poco al estilo de la cartera permanente, popularizada por Harry Browne.
¿Qué alternativas de inversión tienes?
Evidentemente, hay muchas opciones, pero Bogle se centra en dos de las más habituales, los bonos y las acciones, o dicho de otra manera, renta fija y renta variable.
Siguiendo la propia metodología adoptada por sus fondos, el famoso inversor aboga por la inversión a través de fondos índice o ETF, que aúnan diversificación, gestión profesional y costes muy reducidos.
Como norma general y de fácil recuerdo, Bogle aconseja mantener un porcentaje de inversión en renta fija igual a la edad y el resto en renta variable. Por ejemplo, si tenemos 40 años, tendríamos un 40% en bonos y un 60% en acciones.
En muchos casos, los mercados de renta fija y renta variable avanzan en direcciones opuestas, de manera que puede ser un buen método para compensar unos movimientos con otros. A medida que se cumplen años, iría aumentando el peso de la renta fija, con lo que la cartera de inversión se iría haciendo más conservadora.
Emociones
Bogle subraya también la trascendencia de no dejarse llevar por las emociones ni por el “ruido” del mercado, que puede hacer que vendamos en momentos de pánico o que compremos cuando hay una burbuja. Precisamente, la aplicación de un método a largo plazo, como éste, nos puede servir para mantenernos a salvo de este tipo de decisiones poco meditadas.
Formación
El autor también habla de la importancia de la formación, no solo de la propia persona, sino también de sus descendientes. ¡Si estás leyendo este blog, vas por el buen camino!
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