El abanico de servicios financieros a los que tenemos acceso es cada vez más amplio. Con tanta oferta no siempre es fácil entender qué papel juega cada pieza en nuestras finanzas. El asesoramiento financiero puede ser muy beneficioso, pero conviene comprender bien qué es y qué no es, entender los límites del servicio que se nos proporciona y dónde empieza nuestra propia responsabilidad.
A veces vemos los términos planificación financiera y gestión de carteras utilizados de forma intercambiable. Sin embargo, cada uno de estos servicios cumple una función distinta, específica y necesaria. Conviene no confundirlos en nuestra mente:
- La gestión de carteras se suele llevar a cabo por gestores profesionales y su misión es crear y mantener una cartera de inversión.
- La planificación financiera consiste en el análisis general de nuestra situación financiera y el desarrollo de un plan para poder alcanzar los objetivos financieros que nos interesen.
Planificación financiera
La planificación financiera es un proceso que abarca mucho más que la gestión de carteras. Consiste en examinar la situación financiera personal de cada individuo con el objetivo de esclarecer los objetivos financieros y personales a largo plazo. La planificación financiera incluye aspectos tan amplios como la creación de un fondo de emergencia, planificar el ahorro para comprar una vivienda, implementar un plan para la jubilación, etc.
Para poder establecer un plan coherente con nuestros objetivos a largo plazo, es necesario primero llevar a cabo una auditoría de nuestra situación actual, calculando nuestro patrimonio, activos, ahorros, deudas, etc. Establecer un plan también requiere estimar nuestros ingresos y nuestra capacidad de ahorro. Además, como cada persona tiene una situación vital diferente, sus objetivos son diferentes. Por todo ello, la planificación financiera tiende a ser algo personalizado y específico a cada persona y a sus circunstancias.
Aunque los aspectos a considerar suelen ser comunes para todas las personas, cada uno encuentra la solución que mejor se adecúa a su realidad. Veamos un ejemplo: un fondo de emergencia, algo que todos deberíamos considerar e implementar.
La vida a veces nos sorprende, no siempre para bien, y conviene tener margen de maniobra financiera ante posibles imprevistos. Pues bien, la cantidad reservada para un fondo de emergencia se suele recomendar en función del tipo de trabajo y fuentes de ingresos. Para un empleado, podría recomendarse que se alcance y se mantenga un fondo de emergencia de entre 6 y 12 veces el sueldo mensual. El objetivo es que, si por cualquier circunstancia se pierde el trabajo, dispongamos de un margen para poder encontrar otro trabajo o fuente de ingresos.
Aunque esta información genérica pueda servir de referencia, cada uno tiene sus circunstancias y debe analizar y planificar una solución que mejor se acople a sus necesidades. No es lo mismo un empleado público de 40 años y soltero, que un trabajador asalariado de 25 años y con 2 hijos a su cargo.
Gestión de carteras
La gestión de carteras es un trabajo mucho más focalizado. Los gestores profesionales dedican todo su tiempo a crear una cartera o cesta de activos que se adapten adecuadamente a las necesidades de sus clientes.
Una vez determinados los objetivos financieros y las circunstancias de cada inversor, se crea una cartera de inversión que tenga en cuenta esa información. Cada inversor tiene un perfil de riesgo diferente. Un buen gestor de carteras será capaz de configurar una cesta de activos que se adapte adecuadamente al perfil de riesgo de su cliente.
La mejor estrategia de inversión es aquella que podemos implementar y seguir fielmente en los mejores y en los peores momentos. Por ello, es tan importante que el inversor tenga en cuenta la posible volatilidad de su cartera. Una estrategia puede ser muy rentable en los buenos momentos, pero si entramos en pánico en los momentos malos y malvendemos nuestros activos, no es probable que terminemos con buenos resultados.
Una vez determinado el perfil de riesgo y cuánta volatilidad está dispuesto a asumir el cliente, el gestor de carteras profesional debe encontrar los activos que mejor se adapten a este perfil y aumentar notablemente las probabilidades de que los resultados vayan de la mano de sus expectativas.
El buen gestor de carteras tiene que honrar el deber fiduciario, esto quiere decir que tiene siempre los mejores intereses de su cliente en mente y trabajará para obtener los resultados que mejor se adapten a él. Esto no siempre significa obtener la máxima rentabilidad, sino encontrar un buen equilibrio entre el riesgo que asumimos en la cartera, y la rentabilidad esperada.
Los buenos servicios de asesoramiento financiero se materializan a través de una comunicación clara y fluida entre asesor y cliente, para que el asesor pueda comprender bien nuestra situación individual, nuestras expectativas, y nos ayude a conseguir los mejores resultados posibles.
La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.
Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
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