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Errores en las finanzas personales: endeudarse en exceso

Según la RAE, endeudamiento es el conjunto de obligaciones de pago contraídas por una nación, empresa o persona, o la acción y efecto de endeudarse. Una acción amenazante para el ahorrador, puesto que, aunque necesaria, podría ser catastrófica para las finanzas personales si se realizase en exceso.

De las series estadísticas del Banco de España observamos que los hogares españoles han ido reduciendo su endeudamiento desde 2013, aunque a mediados de 2017 todavía debían a las entidades financieras unos 710.000 millones de euros.

Según los cálculos del IEAF-FEF, la caída de tipos de interés de 2008 a 2016 ha supuesto un ahorro de 34.600 millones de euros a las familias españolas. En gran parte, por el desplome del euríbor, que en mayo de 2008 alcanzaba el 5,4%, mientras que en febrero de 2016 se situó por primera vez en valores negativos.

Esos casi 35 mil millones representan una cifra significativa de ahorro en el marco de la Unión Europea, que podría justificarse con el alto porcentaje de familias españolas con vivienda en propiedad (el 79%) y la elevada proporción que supone la hipoteca dentro del total de la deuda familiar (del 80%). Siguiendo la misma fuente, la carga financiera para los hogares con menores ingresos es superior al 25% de su renta bruta disponible, llegando al 40% en un 15% de ellos.

Si observamos el endeudamiento de forma agregada: según los Cuadernos de Información Económica de Funcas de julio de 2017, la ratio deuda/renta bruta disponible del conjunto de todas las familias españolas es 1,07. Lo que significa que se necesitaría el 107% del total las rentas familiares para amortizar al completo toda la deuda de las familias en España. Este valor es trece puntos superior a la media de la UE.

Por otra parte, Funcas calcula que en 2016 cada familia española dedicó el 6,9% de su renta disponible a hacer frente a sus compromisos financieros (pagar intereses y amortizar capital). Una cifra que se ha reducido considerablemente desde 2007, cuando alcanzaba el 11,5%. Además, se acerca a la de Alemania (6,3%) y Francia (6,2%).

Cuánto podemos endeudarnos: nivel de deuda razonable

Como bien reflejan los datos agregados anteriormente citados, existe cierta disparidad en el porcentaje de la renta disponible destinada a pagar las deudas domésticas.

Tradicionalmente se ha mencionado el 35% como el estándar máximo recomendable. Pero esa cifra es solo una recomendación genérica que puede variar para cada ahorrador.

Desde el blog de Self Bank, te animamos a realizar el siguiente ejercicio de cálculo, para obtener una rápida idea de cuánto dedicas a pagar deuda:

  1. Identifícate en la web de tu banco y registra en un Excel los movimientos de tus cuentas bancarias del último mes. O si prefieres, para hacerlo más exacto, de los últimos seis meses.
  2. Pon en una columna todos tus ingresos y en otra, los gastos. Del total de gastos, separa los gastos corrientes y ocasionales (recibos, suministros, impuestos, compras, etc.) de los que corresponden a deudas: hipoteca, préstamo personal, intereses de la tarjeta, letra del coche, etc.
  3. Por último, divide el total dedicado a pagar deuda (que incluye amortización e intereses) entre el total de ingresos del mes (o de los seis meses).

El porcentaje obtenido con el cálculo anterior nos servirá de aproximación, para cuantificar cuánto destinamos a devolver nuestros préstamos. Que se acerque o no a ese 35% será solo orientativo, porque, al fin y al cabo, esa cifra debería solo ser el resultado de que nuestras finanzas personales están funcionando correctamente. Es decir, tenemos suficientes ingresos para:

Qué es endeudarse en exceso

El cálculo mostrado en el apartado anterior resulta fundamental para que el ahorrador conozca el estado de salud de sus finanzas y sería aconsejable realizarlo antes de plantearse incurrir en una nueva deuda: ¿si mis ingresos no han variado, de dónde voy a restar para pagar las cuotas de este nuevo préstamo?

Si por el contrario, actuamos apresuradamente, dejándonos llevar por la ilusión monetaria de percibir altos ingresos, por haber amortizado completamente un préstamo, o por cualquier otra circunstancia coyuntural, podríamos dar por buenos nuevos préstamos que nos llevasen a endeudarnos en exceso; viendo así restringida o anulada nuestra capacidad de ahorro, ocio e incluso dificultando nuestra liquidez ante los gastos del día a día.

En ese punto, no queda tan lejos entrar en un bucle en el que nuevos préstamos o créditos nos alivien de forma temporal, pero la acumulación de deuda y sus elevados intereses acaben elevando la carga financiera hasta niveles inasumibles.

Reestructurar nuestra economía antes de llegar a una situación límite, como la antes descrita, pasa por detectar ciertos síntomas cuyo diagnóstico es haber contraído un endeudamiento excesivo, como por ejemplo:

Tener deudas es bueno o es malo

Sería erróneo pensar que hay que evitar endeudarse como objetivo último. Aunque lo ideal sería que nuestro ahorro fuera suficiente para cubrir grandes desembolsos, la realidad es que a lo largo de la vida del ahorrador existen momentos en los que la liquidez es insuficiente para costear determinadas situaciones. Para ilustrarlo, pensemos que no es habitual disponer de 250.000 euros justo en el momento en que decidimos comprar una casa, o 20.000 euros cuando ha llegado la hora de comprar un coche nuevo. En esas situaciones, pedir un préstamo se vuelve imprescindible.

Conviene recordar que en el ámbito empresarial el endeudamiento es algo completamente normal. Las empresas suelen usar líneas de crédito y préstamos para hacer realidad sus nuevos proyectos y objetivos de negocio. Disponer de liquidez hoy para afrontar un proyecto que genere beneficio mañana es, pues, una estrategia frecuente en las sociedades.

Del mismo modo, a nivel personal o familiar, una buena estrategia sería repartir nuestros ingresos de forma coherente con nuestros gastos, deuda y ahorro. Por ejemplo: 25% a deudas, 15% a ahorro y 60% a gastos corrientes.

Por tanto, podríamos concluir que endeudarse es positivo siempre que nos permita conseguir nuestros objetivos y lo hagamos de manera controlada. No es bueno, ni malo, sino necesario en ciertos momentos de la vida del ahorrador.

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