En numerosas ocasiones escuchamos hablar de las ventajas de la diversificación en nuestra cartera. Tener una cartera variada y diversificada suele ser una estrategia prudente para cualquier inversor. Cuando tenemos múltiples inversiones evitamos el riesgo de que un desenlace negativo en cualquiera de ellas nos suponga una pérdida excesiva. Sin embargo, ¿existe el peligro de estar excesivamente diversificado?
¿Qué es la diversificación?
Al hablar de diversificación en una cartera nos referimos a la intención de no concentrar todo nuestro dinero en unos pocos activos. El refrán clásico ya advierte de “no poner todos los huevos en la misma cesta”. La idea que hay detrás de esta forma de pensar es que en el caso de que alguna empresa o activo en el que estamos invertidos se vea afectado por alguna noticia o acontecimiento negativo y se desplome su valor, el conjunto de nuestra cartera de inversión no salga excesivamente perjudicada.
En renta variable esta diversificación se suele obtener comprando acciones de diferentes empresas, sectores e incluso países y divisas. Aunque la diversificación no es ninguna garantía para evitar pérdidas, es una estrategia prudente para obtener resultados controlados a largo plazo.
Desde el punto de vista técnico, la diversificación funciona porque al repartir nuestras inversiones entre múltiples activos con correlación baja entre si, se reduce la volatilidad total de la cartera. Esto se debe a que no todas las industrias y sectores evolucionan de la misma forma en los mercados. Cuando algunos sectores crecen, otros están en recesión y caen. Al comprar diversos activos, nuestro resultado se acerca más a la media, y por tanto evitamos movimientos bruscos.
Dicho lo cual, es importante recordar que, independientemente del grado de diversificación de nuestra cartera, el riesgo nunca se puede eliminar por completo. Cualquier inversión conlleva una parte de riesgo. Diversificando podemos reducir el riesgo concreto asociado a empresas individuales, pero seguimos participando del riesgo conjunto del mercado.
¿Se puede eliminar el riesgo no sistémico mediante la diversificación?
La forma usual de medir riesgo consiste en observar el nivel de la volatilidad de los precios de los activos. Si el precio de un activo se mueve más, se considera más volátil y, por tanto, más arriesgado. El parámetro estadístico utilizado para medir la volatilidad de una cartera es la desviación estándar. Según la teoría moderna del portafolio, a partir de 20 acciones en una cartera se empieza a llegar a un nivel óptimo de diversificación:
En el libro Modern Portfolio Theory and Investment Analysis sus autores, E. Elton y J. Gruber, concluyeron que la desviación estándar media del precio de una sola acción era de 49%, mientras que la desviación estándar de una cartera bien diversificada de media era un 19%. También observaron que con una cartera de unas 20 acciones el riesgo (la desviación estándar) era de 20%. Por tanto cada acción de más que se agregaba a una cartera más allá 20 sólo reducía en un 1% la desviación estándar de la cartera.
Muchos inversores creen que el riesgo disminuye proporcionalmente con cada empresa o activo nuevo que añadimos a nuestra cartera, pero esto está lejos de ser así. Los resultados estadísticos indican que más allá de cierto grado de diversificación los beneficios disminuyen a niveles insignificantes.
Diversificación real
El estudio mencionado anteriormente no pretende concluir que con la compra de 20 acciones en una cartera tenemos automáticamente una cartera bien diversificada. Para obtener una verdadera diversificación necesitamos escoger activos que sean diferentes, tanto en tamaño, como sector, como país, etc. Desde el punto de vista financiero se dice que estos activos están no correlacionados, es decir, que su precio evoluciona de forma diferente en momentos diferentes.
Hemos estado hablando hasta el momento de la diversificación entendida dentro de una cartera de renta variable pero, por supuesto, esta noción de diversificación es aplicable a todo nuestro patrimonio. A la hora de estructurar el conjunto de nuestro patrimonio, debemos considerar tener nuestros activos repartidos entre diferentes tipos de activos: renta fija, renta variable, inmobiliario, depósitos, etc.
¿Cómo afectan los fondos de inversión a nuestra diversificación?
Tener un fondo de inversión no es sinónimo de estar diversificado. Algunos inversores creen que por el hecho de tener numerosas empresas automáticamente están diversificados. Como hemos visto, esto no es así, porque la diversificación no sólo depende de tener varios activos, sino que estos no estén correlacionados. Por ejemplo, si invertimos en un fondo específico de empresas petroleras, puede que tengamos numerosas empresas, pero no tendremos una cartera bien diversificada ya que cualquier crisis en el sector del petróleo nos afectará de manera importante.
Los fondos indexados suelen ser una buena opción para obtener una amplia diversificación ya que estos fondos replican índices enteros. Siempre y cuando el índice represente de forma variada a la economía y esté equilibrado, puede ser una forma fácil de obtener una amplia diversificación.
Conclusión
La diversificación es una de las herramientas que cualquier inversor tiene a su disposición para amortiguar el riesgo en su cartera. Lo importante a la hora de seleccionar y comprar activos para crear una cartera es que éstos no estén correlacionados, es decir, que su precio no evolucione de manera conjunta. A partir de cierto número de activos bien seleccionados, la diversificación obtenida es escasa. Dedicar tiempo a seleccionar bien el conjunto de activos que forma nuestra cartera, y observar que aporten una buena diversificación puede proteger significativamente nuestro patrimonio.
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