Es conocido por muchos inversores que existe cierto desacople entre la evolución de la Bolsa y la de la economía real. Se suele decir que los mercados de valores se anticipan tanto en lo negativo como en lo positivo, comenzando a caer antes de que la economía entre en crisis y empezando a mejorar antes de que la recuperación esté asentada.
Además, existen situaciones en las que el llamado efecto TINA entra en acción, causando movimientos en los mercados que quizás en otras circunstancias no se producirían.
¿Qué es el efecto TINA?
TINA es un acrónimo en inglés que equivale a No Hay Alternativa (There Is No Alternative). Hace por lo tanto referencia a una situación en la que la inversión en determinado tipo de activo (habitualmente, las acciones) se mantiene en un nivel más o menos elevado porque no hay alternativas mejores y el dinero sigue fluyendo hacia él.
Orígenes de TINA
Como origen de esta teoría se suele citar a Herbert Spencer. Cuando alguien cuestionaba el funcionamiento del capitalismo y de las democracias liberales, el intelectual británico solía responder: «no hay alternativa». Posteriormente, el acrónimo fue popularizado por la primera ministra británica Margaret Thatcher en circunstancias parecidas a las del primero, para señalar al libre mercado como la única opción viable.
El efecto TINA en las inversiones
En los últimos años se ha podido ver en diversas ocasiones cómo actúa el efecto TINA, manteniendo la inversión en acciones incluso cuando algunos analistas indicaban que los mercados, en referencia especialmente a los estadounidenses, cotizaban a multiplicadores demasiado exigentes.
Si observamos la evolución del conocido índice S&P 500 en los últimos seis años, vemos que no ha dejado de crecer prácticamente todos los años, e incluso a pesar de las caídas de 2022, se sitúa en unos niveles que casi duplican los de 2016.
Evolución del S&P 500. Fuente: Investing.com y elaboración propia
Hay que tener en cuenta que, en todos estos años, alternativas de inversión como la deuda pública, la renta fija o los depósitos bancarios han estado proporcionando una rentabilidad mínima, nula o incluso negativa, por lo cual el acrónimo TINA ha ganado presencia en el sentimiento de muchos inversores, al ver la bolsa como «la única alternativa» para obtener una rentabilidad por su dinero.Esto se aprecia también en momentos como marzo de 2020, cuando la pandemia del COVID-19 golpeó con fuerza las economías y las sociedades en prácticamente todo el mundo: tras una considerable caída que llevó al índice al entorno de los 2.500 puntos, en mayo ya había superado otra vez los 3.000, retomando las subidas, y un año después ya se situaba nuevamente en los 4.000 puntos.
La guerra de Ucrania y el efecto TINA
La situación actual es muy compleja. A la crisis de desabastecimiento de materias primas, provocada por la salida acelerada de la pandemia, se han unido factores como la crisis energética y la guerra de Ucrania, que han elevado la inflación a niveles impensables hace unos años.El comienzo de la guerra provocó un fuerte descenso en las bolsas. El S&P 500 pasó de superar los 4.500 puntos a inicios de febrero a caer por debajo de 3.700 a mediados de junio. Pero incluso en un contexto tan complicado como el actual, y con las subidas de tipos de interés que ya están practicando los bancos centrales, los mercados de valores han mostrado su resiliencia, situándose a comienzos de 2023 en niveles cercanos a 4.000 puntos. ¿Nuevamente el efecto TINA?
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