La bolsa es un mercado secundario en el que se pueden comprar multitud de activos financieros. Desde fondos cotizados hasta todo tipo de derivados financieros, el inversor puede encontrar en los mercados bursátiles activos financieros en los que invertir para rentabilizar su dinero. Uno de los activos más populares son las acciones de empresas.
¿Qué son las acciones?
Las acciones representan la propiedad del capital social de una empresa. Dicho de otra forma, los propietarios de una empresa son sus accionistas.
Cuando se compra una acción de una empresa, por tanto, se pasa a ser legalmente propietario de una pequeña parte de la empresa. Para un inversor esto es interesante porque, como accionista, pasará a tener derechos sobre una parte de los dividendos futuros de la empresa, así como a participar del valor de la misma en una eventual liquidación.
¿Cuándo comprar acciones?
Todos los inversores coinciden en la intención de comprar acciones que creen que van a subir de precio. La diferencia entre los distintos tipos de inversores radica en el criterio que siguen para determinar si una acción va a subir o bajar. Uno de los criterios clave que distingue a los inversores es su horizonte temporal.
Inversores a largo plazo
Los inversores a largo plazo suelen observar criterios relacionados con los fundamentales de una empresa. Parten de la base de que, si el negocio de una empresa crece y cada vez gana más dinero, las acciones a largo plazo subirán (si no se han comprado a un precio desorbitado).
Inversores a corto plazo
Por otro lado, los inversores con un horizonte temporal más corto son conscientes de que la volatilidad en los mercados viene marcada por las expectativas y la psicología del conjunto de inversores. Suelen observar criterios de análisis técnico, más relacionados con la evolución del precio de las acciones e intentan descifrar los próximos movimientos.
¿Cómo sé si es hora de comprar un activo?
Hay muchas formas de invertir con éxito, pero lo más importante es seguir una estrategia de inversión que se ajuste al temperamento y circunstancia del inversor.
Si se es inversor a largo plazo y no se quiere estar pendiente de las fluctuaciones a diario del mercado probablemente el mejor momento para comprar acciones es de forma recurrente a lo largo del tiempo. De esta manera, se pretende obtener un precio medio de compra razonable, adquiriendo más acciones por la misma cantidad de dinero cuando el mercado baja y al revés.
Si se es un inversor más activo, más cortoplacista, se debe estar más pendiente de factores de oferta y demanda, volúmenes de negociación o noticias que puedan afectar al valor de la cotización de las empresas.
¿Cuándo vender acciones?
El inversor puede vender las acciones que tiene en su cartera, pero también puede vender acciones que no tiene, tomándolas prestadas del broker. A esto se llama precisamente ponerse corto en una acción. Los cortos ganan dinero cuando el precio de una acción baja respecto al precio al que compraron, ya que la compran posteriormente a un precio más bajo.
¿Cómo sé si es hora de vender un activo?
Al igual que el inversor puede tener múltiples razones por las que comprar un activo, las razones para vender un activo variarán en función de su estrategia y horizonte temporal.
Para un inversor a largo plazo probablemente la razón más frecuente para vender una acción es que el negocio de la empresa se ha deteriorado y ya no tiene confianza en su futuro. También podría ser que su precio haya subido en exceso y el inversor prefiera encontrar mejores proposiciones de rentabilidad-riesgo en otros activos.
Para el inversor a corto plazo, más dinámico, la razón más frecuente para vender un activo es porque su análisis le lleva a la conclusión de que es más probable que el precio del activo en el corto o medio plazo baje.
¿Cómo saber si el precio de una acción va a subir o bajar?
Aunque el análisis y el estudio puede ayudar al inversor a estimar probabilidades razonables, la realidad es que nadie sabe si la bolsa subirá o bajará mañana. Lo mejor que puede hacer el inversor es trazar una estrategia que se ajuste a sus necesidades y, sobre todo, con la que se sienta cómodo.
Tomando decisiones de forma racional y teniendo en cuenta las probabilidades, el inversor está posicionado para implementar una estrategia de inversión que probablemente produzca buenos resultados.
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