Mito 1: Yo no tengo tarjeta de crédito porque es muy caro.
Esta afirmación es mucho más común de lo que nos pensamos.
Disponer de una tarjeta de crédito puede ser gratuito en multitud de entidades. En otras, te cobran las comisiones habituales de todas las tarjetas, como la cuota anual, la de renovación o solicitud de tarjeta adicional.
Solo pagaremos intereses cuando aplacemos nuestra compra. Si cuando el banco nos pase a primero de mes el total de la cantidad pagada el mes anterior saldamos la deuda, no se nos cobrará ningún tipo de interés.
Mito 2: Con una tarjeta de crédito terminaría descontrolando mi gasto.
No tiene por qué ser así. Hay clientes que prefieren pagar al contado, alegando que así llevan una mejor gestión de sus finanzas. “Solo gasto lo que puedo en función de mi saldo”.
Pero una tarjeta de crédito no tiene por qué suponer despilfarrar o gastar más de lo que podemos. A otros usuarios les ocurre todo lo contrario y el control de los gastos les resulta más sencillo con una tarjeta de crédito, donde todas las compras del mes se agrupan en un único extracto, permitiéndonos saber de un vistazo cuánto me he gastado y en qué.
A mes vencido, si le preguntamos a un usuario de tarjeta de crédito cuánto ha comprado en el mes con su tarjeta nos lo podrá decir en el acto, mientras que con la tarjeta de débito deberemos ir buscando y sumando entre los distintos apuntes de la cuenta los que corresponden a la tarjeta antes de poder contestar (salvo que seamos muy organizados y llevemos la contabilidad en un Excel o dispongamos de un programa de gestión de finanzas personales).