Seguro que esa pregunta le ha pasado por la cabeza a buena parte de los pequeños ahorradores del país en algún momento. En ciertos momentos de mercado, además, esta duda puede cobrar especial importancia; en una situación de tipos de interés muy bajos, de pronto el inversor repara en que ya no es capaz de encontrar depósitos atractivos o que los fondos de menos riesgo le ofrecen una rentabilidad muy pobre. En estos casos, es posible que el inversor piense que es el momento de plantearse que tiene que hacer algo más con su dinero al margen de tenerlo casi muerto de risa en una cuenta remunerada o en un depósito.
Sea cual sea la circunstancia en la que nos planteamos un cambio, hay varios factores que tenemos que tener en consideración.
Inflación
Todo inversor debería aspirar, como mínimo, a no perder poder adquisitivo con el paso del tiempo, y para ello es imprescindible tener una rentabilidad mínima que iguale a la inflación.
Y, ojo, que la inflación no algo que se mantenga invariable a lo largo de los años. En los últimos tiempos, nos hemos acostumbrado a ver bajas tasas de inflación en diferentes partes del mundo, propiciadas por la debilidad de la economía. Pero si consideramos que un nivel aceptable para la inflación sería una tasa de crecimiento cercana al 2%, ahí tendremos nuestro punto de referencia.
De este modo, el objetivo innegociable para toda inversión sería que, al menos, consiguiera superar ese porcentaje que me permitiera conservar el valor adquisitivo a lo largo del tiempo.
Conocimientos
No tengo ni idea de bolsa, no me suena el análisis técnico, análisis fundamental, nunca he visto un balance… ¿Debo, pues, plantearme invertir en renta variable o mejor espero a tener una gran formación técnico-teórica?
La respuesta es que el sentido común es un arma muy valiosa a la hora de invertir en bolsa y que en ocasiones la psicología puede darnos mejores resultados que un máster en finanzas.
Si a lo anterior le añadimos la ingente cantidad de información (informes, prensa, análisis de firmas prestigiosas…) que tenemos a nuestro servicio, nos daremos cuenta de que ya tenemos medio camino recorrido.
¿Psicología?
Claro que sí, la psicología juega un papel fundamental: no dejarse llevar por las emociones, saber abstraerse del ruido que envuelve al mercado… Ni comprar en los momentos de euforia, en los que la bolsa sube y sube sin parar, no se sabe muy bien porqué, ni lo contrario, vender porque hay un pánico generalizado. Si mi objetivo es ganar dinero a un determinado horizonte temporal, ¿por qué me preocupo de si hoy mi fondo de inversión o mis acciones han bajado o subido?
El problema de muchos inversores es que se interesan por la bolsa al leer que una empresa o sector ha subido un 30% en un día, y hacen el cuento de la lechera, comprando acciones de esa empresa u otras similares, con un riesgo elevado. Y lo normal en activos de alto riesgo es que el pequeño inversor no gane, precisamente por su falta de conocimientos o por no tener herramientas ni información para hacer un seguimiento adecuado de la misma.
En cambio, una inversión con un horizonte temporal largo en empresas de alta calidad crediticia, estables, y con un buen historial de dividendos puede proporcionarnos rentabilidades más modestas, pero sostenibles en el tiempo.
Uno de los grandes inversores de la actualidad, Warren Buffet dice que la primera regla para invertir en bolsa es no perder tu dinero, y la segunda no olvidar la primera.
Rentabilidad
¿Estarías dispuesto a pagar para que el banco te guarde tus ahorros? Porque eso es exactamente lo que está empezando a suceder con el BCE y los bancos, y no sería descartable que eso se traslade a los particulares.
Probablemente no sea así, pero lo que sí estamos viendo es que las rentabilidades están bajando drásticamente; entonces ¿por qué no optar, aunque sea parcialmente, por fondos de inversión de baja volatilidad o una cesta de acciones de las principales empresas del país con una interesante rentabilidad por dividendo.
En conclusión, hay diversos factores que pueden invitarte a ti, ahorrador, a reflexionar sobre cuál es el momento adecuado para, cuando menos, plantearte la conveniencia de diversificar tu dinero, y buscar activos que te aporten cierta rentabilidad y que te permitan protegerte de la posible pérdida de poder adquisitivo provocada por la inflación.