El término deflación hace referencia a la bajada generalizada de los precios de manera sostenida en un país o una región en concreto durante un tiempo determinado. En este caso, el poder adquisitivo de los ciudadanos se ve aumentado porque con la misma renta pueden comprar más productos y consumir más servicios a precios más bajos. Vemos que es el concepto contrario a la inflación , donde hay una subida generalizada de los precios y una pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos.
La deflación en muchas ocasiones viene dada por la contracción de la demanda de los bienes y servicios de una economía. Ante esta situación las empresas tienen que bajar precios para ajustar la oferta con la demanda. Supongamos que una empresa que vende un producto a 10€, le cuesta producirlo 5€ y por tanto tiene un beneficio individual de 5€. Normalmente vende 20 productos anuales, pero este año la demanda ha disminuido y sólo será capaz de vender 10, pasando su beneficio total de 100€ a 50€. Si baja el precio a 9€ tendrá un beneficio individual de 4€ pero venderá 15 productos, teniendo un beneficio total de 60€ y por tanto tendrá más beneficios que si no hiciera nada ante este cambio de la demanda.
¿Cómo se mide la deflación?
La evolución de los precios de un área se mide mediante el indicador IPC ( Índice de Precios al Consumidor), creado a partir de una cesta de bienes y servicios representativa para una unidad familiar. El indicador recoge la variación de los precios de cada producto ponderado por la cantidad consumida de cada uno de ellos.
¿Por qué se considera mala la deflación?
Una economía bajo el fenómeno de la deflación se dice que puede estar en peligro porque los agentes económicos posponen sus compras a la espera de que los precios bajen más: las familias aplazan las compras grandes, como es la de un electrodoméstico o un coche, con el objetivo de que dentro de unos meses les cueste menos.
Esto a la vez provoca que las empresas ingresen menos y tengan menos beneficios, por tanto invertirán menos y posiblemente comiencen a reducir plantilla, entrando en lo que se llama la espiral de la deflación. Al irse reduciendo progresivamente la demanda, el PIB va disminuyendo, entrando en una recesión de la que puede ser complicado salir.
La Gran Depresión y Japón
El famoso crack de 1929 desencadenó una fuerte crisis económica que condujo a Estados Unidos a entrar en deflación, donde los precios cayeron un 25% en el periodo de 1929-1933. Otro caso más reciente y muy conocido es el de Japón. A mediados de los 90 entró en deflación y las autoridades niponas han estado 15 años luchando para salir de ella.
La deflación se suele combatir con políticas monetarias expansivas, es decir, inyectando dinero a la economía para que los precios suban.