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Cuestión medioambiental: el cambio necesario y el negocio que hay detrás

Inversión sostenible. El medio ambiente se ha convertido en uno de los temas principales de la agenda pública. La emergencia climática se ha extendido por todo el mundo y la reducción de la contaminación es uno de los asuntos primordiales para la mayoría de gobiernos.

El Acuerdo de París sobre el clima estableció que se debe mantener el aumento anual de la temperatura media del planeta “muy por debajo de 2 grados”, lo que implica que los países deben poner en marcha medidas para cumplir con ese objetivo. Algo que no está siendo fácil. Especialmente porque algunos gobiernos y administraciones locales se enmarcan dentro de la corriente ‘negacionista’, esa que no reconoce que el clima está cambiando y que es un hecho que el planeta nos está mandando un mensaje de alerta. 

Pero por suerte, son los menos. Y lo que comenzó como un movimiento a favor del clima, encabezado por la juventud fundamentalmente, ha acabado conviertiéndose en un negocio. Porque, al final, siempre hay intereses económicos detrás de casi todo, y en el caso del clima ha sido también así.

Por lo tanto, a pesar de que es un movimiento muy loable y que debe seguir adelante por el bien de las futuras generaciones, no se puede olvidar que detrás están ciertas corporaciones que se están enriqueciendo, esta vez, en favor del planeta. En cualquier caso, conviene estar alerta y no fiarse de todo lo ecológicamente sostenible.

El negocio ‘green’

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No hay mal que por bien no venga, pensarán muchas empresas, pues el calentamiento global ya les está reportando suculentos beneficios. Porque el miedo a que las reservas de bienes naturales se agoten ante este eventual cambio en el medio ambiente les permite hacer mucho dinero.

Ya en 2014 la prensa se hacía eco de cómo algunos sectores estaban viendo crecer su negocio por esta preocupación medioambiental. Por ejemplo, las empresas que comercializan iluminación LED, que esperaban crecimientos del 30% en los siguientes años.

Aunque, el sector de la energía verde (o cómo encontrar y distribuir energía sin contaminar) es el que más beneficiado, puede salir de esta emergencia climática. Es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, que ya ha llegado a los gobiernos. Por ello, las compañías están virando su negocio hacia formas de producción sostenible que no dañen el medio -o lo hagan en menor medida-. 

Hablamos de todas las dedicadas a las energías renovables, al gas natural, al gas licuado, etc. Y previsiblemente sucederá algo parecido con las empresas que sean capaces de ayudar a ahorrar energía, tanto a empresas como a hogares. Por ejemplo, las nuevas compañías eléctricas que, además de proveer de energías limpias ayudan a controlar el gasto innecesario, permiten un ahorro económico y al medio ambiente.

Pero hay más. Existen otras beneficiadas que no tienen tanto que ver con la energía sino con los recursos naturales que pueden acabarse de aquí a unos años -todavía muchos-. Por ejemplo, el agua. Tanto empresas como inversores particulares están intentando asegurarse reservas acuíferas en Latinoamérica y África, ante las acusadas sequías que sufrimos cada vez más.

Por otra parte, la industria alimentaria también se está viendo favorecida. Empresas fabricantes de granos, cereales y demás productos de primera necesidad han visto también sus números crecer en estos años, ante el miedo a que se produzca desabastecimiento si la tierra se volviese infértil en algunas zonas del mundo, debido también en parte, a la carencia de agua de riego.

La fiebre consumista

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A pequeña escala también está empezando ser palpable. Todo el mundo busca ahora productos sostenibles, en la medida de sus posibilidades. Así, muchos negocios están naciendo al calor de esta fiebre verde que nos ha entrado a los consumidores.

Por ejemplo, firmas de ropa y complementos veganos, que no utilizan ningún material de origen animal. De hecho, las grandes cadenas ya han empezado a incluir en sus colecciones tejidos totalmente respetuosos con los animales, como sucede con la ropa hecha de tejidos orgánicos o reciclados. Las grandes marcas han visto el potencial filón de ‘lo sostenible’ y cada vez producen más artículos con estas características.

Igual sucede en la cosmética. Hay pequeñas firmas que están saltando al mercado espoleadas por las nuevas necesidades de belleza, que piden productos realizados con componentes naturales, cero químicos y respetuosos con el medio. Así, la cosmética de nicho ‘verde’ florece, mientras las grandes del sector se suman a lanzar este tipo de productos. Aunque, en el caso de la cosmética, todos los avances que se han producido en los últimos años han sido fruto del trabajo de laboratorio. Ahora debería conjugarse esa experiencia con el factor sostenible para comercializar productos realmente eficaces -y no tan solo humo-.

Por supuesto, la restauración vegana y sostenible también vive un ‘boom’, incluso la alimentación para mascotas está tomando esta vertiente, con lo que estas empresas también van a verse beneficiadas a corto plazo.

Por último, no podemos olvidar la automoción. Con las prohibiciones de las grandes ciudades a la circulación de los vehículos más contaminantes, los coches híbridos y eléctricos son el futuro, y las compañías de este sector ya están lanzando modelos con estas características y se preparan para una renovación del parque actual en los próximos años.

Por lo tanto, vemos cómo lo que es una iniciativa, en principio, altruista y en beneficio del planeta, va a llenar los bolsillos de muchos. Toma nota, no te dejes llevar por la primera impresión y aprovecha para actualizar tu cartera de inversión.