Criptomoneda

Criptomonedas, ¿esta vez sí?

La inversión en criptomonedas parece que ha llegado para quedarse. El impresionante rally protagonizado en el último año por la más conocida, el bitcoin —multiplicando por 10 la cotización que tenía 12 meses antes— ha llevado a muchos a preguntarse si esta vez es la definitiva.

Invertir en criptomonedas no es sencillo y conlleva ciertos riesgos, pero cada vez hay más personas interesadas en el tema, entre ellas Elon Musk, el fundador de Tesla y una de las personas más ricas del mundo, que provocó grandes variaciones en la cotización del bitcoin con sus tuits sobre la criptomoneda y con el anuncio de que Tesla había invertido 1.500 millones de dólares en ella.

Cotización Bitcoin en euros. Fuente: Yahoo Finanzas y elaboración propia.

Aunque es un mundo todavía desconocido para el gran público y para el inversor medio, hoy en día hasta los bancos centrales hablan ya de este tipo de monedas virtuales y podemos ver acuerdos como el alcanzado por Allfunds Blockchain y ConsenSys (que es la empresa de software de Ethereum, la principal alternativa a Bitcoin) para fomentar el uso de la tecnología blockchain en las actividades de distribución de fondos de inversión y otro tipo de industrias reguladas.

Cotización Ethereum en dólares . Fuente: Yahoo Finanzas y elaboración propia.

Además de Bitcoin y Ethereum —o Ether— otras alternativas destacadas entre las más de 7.000 criptomonedas existentes son Ripple, Litecoin, Neo o Dogecoin, una moneda digital cuyo valor también ha subido mucho, siendo citada también por Elon Musk en otro tuit.

A continuación, repasaremos qué son las criptomonedas, cuál ha sido su evolución y qué riesgos comporta la inversión en criptomonedas.

Como nacieron las criptomonedas

Ya en 1983, un criptógrafo llamado David Chaum, doctor en informática por la Universidad de Berkeley (California) ideó un sistema criptográfico llamado eCash, y en 1994 pondría en marcha DigiCash, la primera moneda digital de la historia.

Sin embargo, en esa época el comercio electrónico e internet no tenían nada que ver con el auge que han alcanzado hoy en día, por lo que unos años después, la empresa quebró.

En 2008, bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto (la identidad real se desconoce, no se sabe si es una persona o un grupo de personas), se publicó un artículo en una lista de correo dedicada a la criptografía, describiendo un sistema P2P de dinero digital. Y en 2009 se lanzó el software Bitcoin, creando la red y las primeras monedas con ese nombre.En honor a su creador, cada bitcoin se compone de 100 millones de satoshis, que serían la unidad de cuenta mínima (algo así como los céntimos).

Blockchain y minería

Para llevar el registro de las transacciones o intercambios monetarios en bitcoins, se utiliza una base de datos distribuida, que almacena la información en bloques dispersos y encadenados, formando una estructura de «cadena de bloques» (blockchain).

Los bitcoins se crean por un proceso llamado «minería» a un ritmo establecido de antemano, predecible y decreciente. Esto provoca que los «mineros» compitan entre sí para producirlos. ¿Qué se necesita para fabricar bitcoins? Ordenadores, especialmente con una buena tarjeta gráfica, ya que hace falta una gran capacidad de procesamiento para calcular códigos.Esto ha llevado a la creación espacios dedicados a la minería de bitcoins, donde miles de ordenadores trabajan sin descanso, especialmente en países donde la electricidad es barata, ya que el consumo de energía es elevado. Por ejemplo, el matemático alemán Marco Streng montó una de miles de ordenadores en Islandia, donde además de energía barata, el clima es frío, consiguiendo que las computadoras no se sobrecalienten.

¿Cuál es el valor de un bitcoin?

En un principio, el bitcoin no valía nada, pero podía llegar a tener valor en la medida en que se aceptase como medio de pago. En mayo de 2010 un usuario de un foro pagó 10.000 bitcoins a otro por dos pizzas familiares. Lo que en aquel momento eran 41 dólares, en marzo de 2021 serían unos 170.000; como curiosidad, cada 22 de mayo se celebra el Bitcoin Pizza Day en conmemoración de este hecho.

En 2018, una persona compró un piso en Tarragona valorado en 550.000 euros por 40 bitcoins, que había recibido por herencia años antes. Cuando los heredó, apenas valían 3.000 euros, pero en marzo de 2021 su valor rondaría los 2 millones.

Las altísimas cotas alcanzadas por el bitcoin y otras monedas digitales han provocado que muchos se planteen cuál es su valor real. Depende de que se acepten como medio de pago y, si lo consideramos como inversión, de lo que los compradores estén dispuestos a pagar por él.

El número de bitcoins es finito, ya que así se definió en su creación —quizás porque si algo es escaso es más probable que tenga valor—, de modo que el límite máximo son 21 millones de monedas. Actualmente hay unos 19 millones, aproximadamente el 90%, pero cada vez el minado es más lento y dificultoso, por lo que se calcula que entre 2030 y 2040 se llegaría al 99%, pero el 100% se alcanzaría alrededor del 2140 (si los «mineros» siguen teniendo incentivos para crearlos).

¿Pueden ser las criptomonedas otra forma de dinero?

Muchos analistas han incidido en el posible papel de las criptomonedas como forma de pago descentralizada, al margen de los bancos centrales, y de hecho ya empiezan a ser aceptadas de manera más habitual. Quizás por ello, las autoridades monetarias han empezado a considerar la posibilidad de crear sus propias criptodivisas.

Así, China está probando el e-Yuan (DC/EP o Digital Currency/Electronic Payment), planteado para hacer pagos a través del móvil, Bahamas ha autorizado el despliegue de su propia criptomoneda, y países como Canadá, Turquía, Suiza o la propia Eurozona también están estudiando sus alternativas.

¿Pueden las criptomonedas ser un valor refugio como el oro?

En los últimos tiempos se ha comparado a algunas criptomonedas como el bitcoin con el oro en su papel de refugio para los inversores en tiempos revueltos. El propio rally alcista del metal precioso en 2020 propicia esta comparación, y la escasez de ambos activos también va en la misma línea.

Cuando hay expectativas de que la inflación va a subir, el oro se convierte en refugio porque en su valor no influye que haya más o menos dinero fiduciario en circulación, o que este valga más o menos; lo mismo sucede en el caso de las criptomonedas, y más si consideramos que hay un límite máximo de ellas, como explicábamos anteriormente para el bitcoin.

Extraer oro es dificultoso y caro, y el transporte y la custodia del metal precioso también lo es. Esto proporcionaría una ventaja al bitcoin como refugio para la inversión, ya que no hay que transportarlo ni guardarlo y se puede transferir inmediatamente a cualquier parte del mundo.

Por otra parte, el oro sí que tiene un valor por sí mismo, ya que se utiliza no solo en joyería, sino también en la fabricación de diversos productos electrónicos (ordenadores, móviles, etcétera), en medicina o incluso en la industria aeronáutica, por sus cualidades de excelente conductividad y maleabilidad.

En cambio, las criptomonedas solo tienen ese valor en función de que sean aceptadas como medio de pago; por ello, la inversión en ellas tiene un alto riesgo añadido, ya que si no tienen esa función, no valen nada.

¿Cómo invertir en bitcoins?

Esta es una diferencia de los bitcoins con otros tipos de inversión, al menos, de momento. No los vas a poder comprar y vender en tu bróker habitual, como si fuesen acciones, para adquirir bitcoins tendrás que darte de alta en una plataforma de trading de bitcoins o exchange, que no se va a responsabilizar en caso de robo o hackeo. Algunas entidades bancarias están comenzando ya a plantear servicios de compraventa y custodia de bitcoins.

Para acceder a la cartera (wallet) y operar con los bitcoins tendremos una clave privada. Si nos olvidamos de la clave de acceso, podemos quedarnos sin nada. Un famoso caso al respecto es el del programador Stephan Thomas, con 7.002 bitcoins, más de 300 millones de euros al cambio actual, que ha perdido la contraseña y ha agotado 8 de los 10 intentos de los que dispone.

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