Sostenibilidad es, sin duda, una de las palabras de 2019, por no decir la palabra. La Cumbre del Clima celebrada en Madrid ha puesto sobre la mesa que el futuro será sostenible o no será, pues la emergencia climática es cada vez mayor y son pocos ya los que lo niegan.
No hay un ‘planeta B’, y de que lo tengamos claro se ha encargado una niña sueca de 16 años llamada Greta Thunberg, que se ha convertido en ídolo de masas y la voz de una sociedad que ya no soporta más la inacción de los líderes políticos en esta cruzada medioambiental.
Ser respetuoso con el entorno ya no es una moda, sino una obligación que cada vez más personas asumen por la mayor concienciación global. Y, a pequeña escala, esto pasa sin duda alguna por reducir el consumo.
El consumismo desenfrenado ha sido uno de los grandes causantes del desastre ecológico que vivimos. Los mares llenos de plásticos lo atestiguan, de ahí que el movimiento en contra de este material sea cada vez mayor y el primer paso que dan muchos para proteger el planeta.
Pero las derivadas del consumismo en el estado actual de la Tierra son muchas, y es desde este ámbito, que el ciudadano de a pie puede hacer algo poniéndo su granito de arena en la conservación del medio ambiente. A continuación te damos unas pautas para ser sostenible sin volverte loco, y ahorrando al mismo tiempo.
Hazte ‘eco’ de forma fácil y consciente
En primer lugar, debe quedar claro que hay factores que escapan de nuestro control y no podemos evitar. Por desgracia, la sociedad todavía no está 100% diseñada para proteger el clima. Aunque se van dando pasos, queda mucho por hacer, por lo que a veces no queda más remedio que consumir ciertos productos que no son lo mejor para el medio ambiente, pero todavía no tienen un reemplazo sostenible real.
Sin embargo, para otras muchas cosas sí que lo hay. Son posibilidades que nacen de la imaginación y la intención de personas comprometidas con el planeta, con favorecer el cambio. Otras, llevan entre nosotros siglos, pero la ‘comodidad’ que ha traído el capitalismo las ha dejado olvidadas.
Granel, ahorro sin envases de un uso
Empezamos con una muy simple: comprar a granel. Hace no mucho, quizá 20 años, nuestras abuelas y madres todavía compraban a granel las legumbres, el azúcar, la sal, la fruta… Iban a la pescadería y la carnicería y siempre llevaban su carrito para cargar con los productos. En cambio, ahora hemos sustituido todo eso por los artículos envasados. Más cómodos, fáciles de almacenar y rápidos de conseguir. Sí, pero altamente contaminantes.
Todos esos envases de plástico tardan cientos de años en desintegrarse y acaban donde ya todos sabemos. Por ello, el nuevo modelo de consumo -que en realidad es viejo- apuesta claramente por volver a la compra a granel y almacenar en los típicos recipientes de cristal donde ya lo hacían nuestros antepasados. Puede que lo más complicado ahora sea encontrar negocios donde sigan vendiendo de esta forma. Todavía los hay, y probablemente vuelvan a abrir nuevos, solo hay que localizarlos y ‘hacer el esfuerzo’ de ir una o dos veces al mes para reponer la despensa.
Bolsas de un uso: céntimos de euro tirados que dañan el planeta
Esto nos lleva irremediablemente al tema de las bolsas de plástico. Desde hace unos años las tiendas y comercios ya no dan bolsas de plástico gratis para guardar la compra; ahora cobran unos céntimos en función de su tamaño, con el objetivo de disuadir a los consumidores de cogerlas y llevar las suyas propias.
Algunas grandes superficies han dado un paso más y se han comprometido a eliminarlas del todo en los próximos años. Muchas de ellas ya solo venden bolsas de papel o de plástico reciclado. ¿Lo ideal? Lógicamente es llevar las nuestras de casa, a poder ser de tela, o un carrito. Parece que no, pero céntimo a céntimo se ahorra en algo tan contaminante e innecesario como las bolsas.
Carrito consciente: compra con cabeza
Otro consejo de compra sostenible y ahorrativa es comprar según la necesidad. Puede que sea más pesado tener que ir cada varios días o una vez a la semana a la compra pero, a veces, cuando hacemos esas compras mensuales tan gigantes, acabamos comprando de más cosas que luego ni consumimos y que incluso tenemos que tirar porque se caducan. Sean compras grandes o pequeñas, lo primordial es comprar con cabeza, teniendo siempre presente que la sobreproducción de comida es otro de los factores que más está dañando el planeta.
Moda: la segunda industria más contaminante
Es quizá el tema de la ropa el más peliagudo y donde más medidas se están poniendo en marcha. Porque esta industria es la segunda más contaminante del mundo, solo superada por la petrolera. Se ha encargado de devastar ríos, plantaciones y emitir unas cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera inadmisibles.
El movimiento eco en la moda es cada vez más fuerte, porque los consumidores ya no transigen ese ‘fast fashion’ que nos ha convertido en compradores compulsivos de ropa que apenas usamos. Por eso, algunas marcas están apostando por frenar el ritmo de colecciones, producir con materiales sostenibles e incluso producir bajo demanda, sobre todo las firmas pequeñas, más comprometidas con esta causa que las grandes cadenas.
¿Qué podemos hacer nosotros como consumidores? No destinar dinero a ropa que luego acaba ‘muerta de risa’ en el armario. Al igual que con la comida, deberíamos adquirir nuevas prendas sólo cuando las necesitemos y que sean de buena calidad. Porque aunque sean más caras que las del mercado ‘low cost’, si son tejidos y acabados mejores, previsiblemente durarán más. Menos consumo de ropa, se traducirá en menos producción, menos contaminación y, a nivel personal, a largo plazo, un ahorro indiscutible.
Otra estrategia sostenible y que supone ahorro, consiste en comprar ropa atemporal, ‘que no va a pasar de moda la semana que viene’ y que nos podemos poner dentro de unos meses -o años- porque difícilmente se aprecia que pueda ser de otra temporada. Además, podemos mirar ropa de segunda mano, pues hay tiendas que son verdaderos tesoros y donde se puede encontrar prendas de grandes firmas en perfecto estado.
En cuanto a la ropa que ya no usamos, démosle también una segunda vida regalándola o vendiéndola. Es una forma de sacar un dinero por prendas que ya dábamos por amortizada. Hay numerosas plataformas de venta de segunda mano en internet donde cada vez hay más usuarios, porque esto de ‘reciclar moda, se ha puesto de moda’ y ya parece imparable.
Reutilizar también es una opción. Arregla esos zapatos que tanto te gustaban pero se te han roto, aprende a coser y no tires una blusa porque se haya descosido. O emplea la imaginación -y los complementos- para darle una segunda vida a tu ropa.
No nos dejemos llevar tanto por las tendencias y sí más por la cabeza, porque al final acabaremos malgastando, tanto recursos como dinero, en cosas que no son tan importantes, cuando lo prioritario es el medio en el que vivimos.