El reto de alimentar a una población mundial al alza es global. Las economías y la seguridad de los países dependen de ello. Las decisiones que tomamos cada día en los países desarrollados sobre qué comemos y cómo lo comemos están cambiando el sector de la alimentación.
Además, la influencia de la tecnología en la industria alimentaria es hoy mayor que nunca destacando avances en las granjas verticales, acuicultura, biotecnología, blockchain o robótica, que están transformando la forma en que producimos y cambiarán la forma en que produciremos.
Así, ¿cómo será la comida del futuro? ¿qué comeremos dentro de 20 años? Estas son las tendencias que mueven el sector de la alimentación: retos, impulsores del cambio, soluciones y oportunidades. Como una primera aproximación, los analistas de Robeco apuntan a que la comida del futuro será más sana y sostenible.
Cuatro retos para el sector alimentario
Los expertos de UBS apuntan a cuatro grandes retos para el sector alimentario: el crecimiento de la población, el cambio climático, el acceso al agua potable y el desperdicio de alimentos.
- En 2050 la población mundial superará los 10.000 millones de personas. Para poder alimentarlas a todas, Naciones Unidas estima que la capacidad de crear alimentos ha de incrementarse un 50% desde los niveles actuales.
- Naciones Unidas también señala que los cambios meteorológicos en todo el mundo, pero en especial en las zonas de producción de alimentos, podrían afrontar descensos relevantes por el impacto procedente del cambio climático (calor extremo) en los cuatro grandes cultivos mundiales (arroz, maíz, trigo y soja).
- También es un reto el agua, pues su consumo se ha triplicado desde los años 50 y sigue creciendo. Con la demanda actual, podríamos tener escasez de agua en 2030.
- Naciones Unidas estima en 1.300 millones de toneladas el desperdicio de alimentos anual, prácticamente un tercio de la producción mundial.
Pero cuidado, según recuerdan en Morgan Stanley este aumento de la producción de alimentos tendrá que ser sostenible, lo que supone reducir 13 gigatoneladas de emisiones de gases de efecto invernadero para reducir el cambio climático.
“Para 2050, el sector agrícola emitirá un 16% más de CO2 de lo que emitía en 2017, en un momento en el que las emisiones deben reducirse a cero«, señala Jessica Alsford, de Morgan Stanley Sustainability Research.
Tres impulsores del cambio en el sector alimentario
Los tres grandes impulsores del cambio serán la demanda de los consumidores, la vida digital y las decisiones políticas y empresariales.
Por el lado de la demanda de los consumidores, la creciente clase media exige mayor transparencia y alternativas nutritivas que obligan a efectuar cambios en la industria. Según Deloitte, en 2020, los millennials representan el 40% de los consumidores, y muestran una preferencia hacia los alimentos sanos y sostenibles, es decir, cómo se producen y cómo se consumen.
En EE.UU., por ejemplo, ha bajado el consumo de azúcar y de lácteos. Pese a que ha sido un descenso lento, el impacto en los productores ha sido profundo, señalan en Robeco. El consumo de leche ha caído un 40% desde 1975 y ha sido reemplazado por productos lácteos de origen vegetal.
La industria alimentaria afronta la revolución digital y la innovación, lo que se ha venido en llamar el ‘Farming 4.0’ con el uso de drones, sensores medioambientales o el Internet de las Cosas.
En tercer lugar, los gobiernos y grandes empresas prestan cada vez más atención a los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas (ODS) por lo que sus decisiones están más influidas por los cambios climáticos. En el caso de las empresas, muchas han incluido la sostenibilidad en sus estrategias de negocio.
Soluciones para afrontar el cambio en el sector alimentario
Las soluciones a este creciente problema global pasan por la innovación en los alimentos del tipo proteínas de origen vegetal o transgénicos (innovación en semillas), la agricultura inteligente o agricultura vertical (algas, comida de laboratorio…) o la innovación en la cadena de producción (tecnologías en códigos de barras, apps para el envío de comida, bioplásticos, etc.)
En Morgan Stanley también apuestan por el big data para impulsar la producción, por la seguridad alimentaria (Agri Testing), el análisis e inspección de producto en toda la cadena de producción o la acuicultura (que ya produce la mitad del pescado que se consume hoy).
Otras áreas de interés para los inversores serían las granjas verticales, que consumen menos agua y no precisan pesticidas, las proteínas alternativas a la carne, que emiten menos CO2 y precisan menos agua, o la comida orgánica.
Oportunidades de inversión en un sector alimentario renovado
La búsqueda de la salud y el bienestar impulsará el gasto de los consumidores e impactará en la producción de los alimentos y en el consumo diario. Estos cambios obligan a las empresas a adaptar sus ofertas, pero también crean oportunidades de inversión en segmentos de nicho, como los alimentos y bebidas basados en plantas o los ingredientes alimentarios, según Robeco.
Por ejemplo, las ventas de alimentos basados en plantas crecen al 15% anual en los países desarrollados, pero solo suponen el 2,5% del gasto diario en alimentos. China consume 60 gramos de salmón al día per cápita, frente a los 2 kilogramos de Europa.
- A grandes rasgos, según los informes de UBS, la oportunidad de innovar en alimentación representará un mercado de unos 700.000 millones de dólares en 2030 desde los 135.000 millones en 2018.
- El sector del envío de comida a domicilio subirá hasta los 365.000 millones de dólares en 2030, frente a los 60.000 millones en 2018, impulsado por los mercados emergentes, la mejora de la logística y un cambio estructural desde la compra tradicional a la online.
- Lo que se denomina Farming 4.0 (digitalización e innovación agrícola) pasará de los 90.000 millones de 2018, a los 150.000 millones en 2030.
- La acuicultura podría crecer a un 5% anual los próximos diez años y alcanzar los 310.000 millones de dólares para 2030 gracias a la demanda desde Asia. El pescado es uno de los alimentos más eficientes en términos de impacto medioambiental. Cada 100 kilos de alimento suponen 56 de carne de pescado, frente a los 7 kilos de carne de vaca. Y solo se producen 7,9 kilos de CO2 por cada kilo de pescado frente a los 39 kilos de CO2 por cada kilo de carne de vaca.
- Por último, las proteínas procedentes de plantas crecerán desde los 4.600 millones en 2018 a los 85.000 millones para 2030.
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