El anunciado fin del diésel y de la gasolina no está lejos. Los gobiernos de la Unión Europea prevén que en las próximas dos o tres décadas, los combustibles fósiles pasen a la historia, por lo menos, en nuestro continente.
Está por ver si esas previsiones se cumplen, o simplemente irá decayendo poco a poco, por el auge de otras energías alternativas y el impulso de los vehículos eléctricos o incluso los propulsados por hidrógeno.
En cualquier caso, hace apenas unos meses el petróleo Brent ( el de referencia en Europa) llegó a rondar los 80 dólares por barril, y aunque posteriormente se ha tomado un respiro para bajar al entorno de los 60 dólares, los países productores ya están hablando de recortes en la producción, para volver a cambiar la tendencia e iniciar una nueva subida.
Además, si echamos la vista atrás, hace un par de años llegó a rondar los 30 dólares por barril, de manera que el precio actual casi duplica al de entonces. ¿Por qué hay tantas variaciones en los precios del crudo? ¿Podría volver a superar los 100 dólares por barril? ¿Cómo nos afecta? A lo largo de este artículo trataremos de dar respuesta a estas cuestiones.
Por qué fluctúa tanto el precio del petróleo
A finales de 2018, los países productores de petróleo llegaron a un acuerdo para reducir la producción de crudo en 1,2 millones de barriles diarios: los de la OPEP reducirían 800.000 barriles, y los No-OPEP, 400.000.
Antiguamente, los países adheridos a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) controlaban gran parte de la producción de crudo mundial, con lo cual tenían un gran poder sobre el precio de esta materia prima. Sin embargo, hoy en día apenas llegan al 40% – 45% de la producción mundial (aunque disponen de aproximadamente el 70% de las reservas disponibles). Siguen teniendo influencia, pero no tanta como antes.
Importantes productores, como Estados Unidos, Canadá, Rusia y México no pertenecen a esta organización, lo que reduce las posibilidades de manejar la cotización del petróleo como antiguamente.
Cuando el precio del petróleo aumenta (o cuando disminuye), en principio, no se aprecian grandes variaciones en su demanda, se siguen consumiendo cantidades parecidas. Sin embargo, si aumenta mucho, entonces sí que los compradores comienzan a apretarse el cinturón, reduciendo las compras. Así sucedió cuando alcanzó su récord histórico en los primeros años del siglo XXI, por encima de 140 dólares.
No obstante, los países de la OPEP todavía tienen una clara influencia en los precios, no sólo por lo que producen, sino por la capacidad que tienen para aumentar fácilmente la producción. De este modo, desde 2013 la producción se empezó a incrementar en gran medida, con la consiguiente caída de precios, que descendieron, desde los más de 100 dólares de precio medio durante 2012, hasta los poco más de 30 en 2016. ¿Por qué hicieron esto?
Parte de esta estrategia parece estar influida por el gran incremento de la producción mediante fracking o fractura hidráulica, especialmente en Estados Unidos.
La primera potencia mundial, gracias a esta técnica, consiguió lo que parecía imposible unos años antes, la autosuficiencia energética. Pero el fracking tenía el problema de que sólo resultaba rentable cuando el petróleo se situaba por encima de 70-80 dólares el barril, y de ahí que los países árabes comenzaran la batalla para reducir los precios: si el petróleo era mucho más barato, las explotaciones de fracking no resultarían rentables, y así se eliminaría esa competencia.
Sin embargo, los productores de fracking ganaron en eficiencia, mejoraron las técnicas, y consiguieron ser rentables, en muchos casos, con un petróleo más barato. La estrategia no sólo quedó desbaratada, sino que impactó en las cuentas de los países productores (el déficit fiscal rondó el 15% en Arabia Saudita) y provocó que se volviera a reducir la producción, para así elevar los precios.
En definitiva, los vaivenes de los precios se deben más a cuestiones políticas y estratégicas que a fluctuaciones en la demanda.
¿Podría volver a superar los 100 dólares por barril?
La tendencia parece ser hacia abajo. Sin embargo, como hemos comentado al principio, los países productores están comenzando a recortar la producción, y en la reunión prevista para abril de 2019 podrían seguir en la misma línea. De esta manera, el crudo podría situarse en un entorno más o menos estable, que algunos sitúan entre 80 y 100 dólares. Sin subirlo en exceso, para no ocasionar grandes tensiones a nivel mundial, pero a un precio claramente rentable para los productores.
Mientras tanto, la Unión Europea ha fijado el año 2050 como fecha final de los combustibles fósiles. En ese año espera que un 80% de la producción energética proceda de energías renovables y el 15% de la nuclear. Por ello, es posible que los países productores pretendan aprovechar estos últimos años, para vender el petróleo a los europeos a unos precios relativamente elevados.
Estos objetivos de la UE pueden cambiar el mercado mundial antes de lo que se pensaba. Si hace unos años la preocupación era que se terminasen las reservas de crudo (especialmente, ante el aumento del consumo en países como China e India), ahora la situación podría dar un vuelco: si la Unión Europea deja de consumir petróleo, o reduce el consumo a cantidades mínimas, el mercado del petróleo cambiará enormemente.
Como es lógico, si Europa es capaz de eliminar su dependencia del oro negro, las variaciones en su cotización perderían relevancia en su economía. No obstante, hay que tener en cuenta, como comentamos más adelante, que hay multitud de productos que proceden del petróleo y sus derivados, o que lo necesitan como parte fundamental.
¿Cómo nos afectan las variaciones del precio del petróleo?
El precio del crudo no sólo afecta a los combustibles que necesitamos en nuestros vehículos o para la calefacción. Tiene una gran incidencia en el conjunto de la economía, puesto que con él se mueven también otras energías, como el gas y el carbón. Y, por tanto, la producción de energía eléctrica también se ve afectada, en parte, por el aumento del coste del crudo.
España es un país claramente importador, ya que no produce ni un 1% de lo que consume, lo que conlleva una elevada factura energética: las importaciones de crudo superan los 60 millones de toneladas. Por eso, la bajada del precio del crudo en 2015 y 2016 permitió ahorrar más de 40.000 millones de euros.
Además, la subida del petróleo provoca un incremento de la inflación, no sólo por su incidencia directa en el precio de los combustibles o de la energía, sino porque también incide sobre el coste del transporte, que acaba afectando a la cesta de la compra.
Por otra parte, hay muchos otros derivados del petróleo que forman parte de nuestra vida diaria: el asfalto de las carreteras, los lubricantes y otros aditivos, las parafinas, pinturas, barnices y todo tipo de plásticos (PVC, polietileno…), jabones, cosméticos, perfumes, etcétera, son fabricados a partir del petróleo o necesitan esta materia prima como parte fundamental para su confección.
Invertir en petróleo
¿Se puede invertir en petróleo para obtener una rentabilidad a estas variaciones? Una forma sencilla de hacerlo sería invirtiendo en empresas dedicadas a este sector.
También se puede a través de derivados, como futuros o CFDs, aunque esto requiere conocimientos más avanzados. Otra posibilidad es la inversión en ETF, fondos de inversión que cotizan en Bolsa, y que están indexados o relacionados con algún tipo de índice o de materia prima.
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