Como mantenerse alejado de trampas de dividendo

En un entorno económico global complicado con unos tipos de interés en mínimos históricos, muchos inversores se han visto obligados a buscar alternativas a la renta fija. Antes era más fácil encontrar una renta segura, aunque baja, en instrumentos de renta fija. Algunos inversores se conformaban con una rentabilidad moderada en parte de su cartera, con tal de poder superar unos mínimos que necesitaban para vivir o complementar sus ingresos. Aquellos ahorradores que buscan una rentabilidad más o menos asegurada del 5 o 6% ya no pueden confiar en la renta fija para obtener estos rendimientos, y han tenido que expandir su horizonte para encontrar alternativas.

Una de las opciones a las que podemos recurrir es la renta fija corporativa, es decir, la que emiten las empresas no los gobiernos. El inconveniente que tienen es que conllevan más riesgo. Un ejemplo de esto son los “bonos basura” (high yield bonds en inglés). Normalmente estos instrumentos dan una rentabilidad más alta, pero a cambio tienen más riesgo de default.

Sin embargo muchos inversores han optado en los últimos años por invertir en empresas con negocios sólidos que repartan parte de sus beneficios en dividendos. De esta manera consiguen ingresar periódicamente unas rentas, y con un poco de suerte, las acciones de empresas crecerán y obtendrán también plusvalías sobre el precio de compra. En el mejor de los casos la empresa incrementará su dividendo con el tiempo, repartiendo cada vez más dinero.

Aunque algunas empresas son muy sólidas y obtienen beneficios recurrentes, nunca debemos olvidar que se llama renta variable por algo. En última instancia la política de reparto de beneficios de la empresa depende de las decisiones de la directiva de la empresa, y no tiene por qué mantenerse constante a lo largo de los años.

Las empresas como bonos con cupón creciente

El legendario inversor Warren Buffett ha declarado en alguna ocasión que cuando invierte en una gran empresa con un negocio sólido y ventajas competitivas, espera mantener la acción para siempre. Sus expectativas son de que la empresa gane cada vez más dinero y por tanto le reparta también cada vez más dinero. En este sentido, ser dueño de una empresa con un negocio sólido y que crece es como tener un bono que te paga un cupón cada año (vía dividendos), y que este cupón aumenta con el tiempo.

Esto supone una clara ventaja frente a la renta fija, ya que un instrumento de renta fija nunca va a repartir más dinero que el que ha prometido en el cupón, por mucho dinero que gane la empresa que ha emitido la deuda. Esta es una de las principales diferencias entre ser accionista y bonista. En el primer caso eres dueño y participas del negocio de la empresa. En el segundo simplemente has prestado dinero a la empresa a cambio de una rentabilidad pactada.

Las trampas del dividendo

Muchos inversores compran acciones mirando la rentabilidad por dividendo que ofrecen. Si por ejemplo puedo comprar una acción por 100€, y la empresa reparte 5€ por acción anualmente, la rentabilidad por dividendo de la acción es del 5%. Sin embargo ese 5% no es seguro.

Aunque la mayoría de empresas cuando empiezan a repartir dividendos suelen intentar mantener su nivel de reparto en el futuro, no siempre es posible. El reparto que se hace de los beneficios a modo de dividendos es decidido periódicamente por la Junta de Accionistas tras una propuesta de los directivos de la empresa. El mercado reacciona de manera negativa cuando una empresa se ve obligada a interrumpir su dividendo, ya que esto suele ser señal de problemas económicos en el negocio.

Hay empresas que llevan décadas repartiendo dividendos de manera continuada. En el mundo financiero cuando una empresa lleva más de 25 años distribuyendo e incrementando su dividendo se la llama aristócrata del dividendo. Standard & Poors elabora un índice que incorpora todas las empresas que cumplen con este requisito.

Sin embargo puede pasar que un inversor invierta en una empresa porque la rentabilidad que ofrece por dividendo sea alta, y que con el tiempo no resulte una buena inversión. Estas situaciones casi siempre vienen acompañadas de un recorte del dividendo, y una consecuente caída del valor de la empresa en bolsa. Lo que suele haber detrás de estas situaciones son unos fundamentales frágiles de la empresa, que no logra generar suficientes beneficios económicos.

Los dividendos se reparten del dinero que tiene una empresa en su balance. Si una empresa sufre un traspié puntual puede seguir pagando dividendo recurriendo a reservas o deuda, pero si las pérdidas se prolongan en el tiempo, en algún momento tendrá que recortar su beneficio. Por tanto el factor clave para que una empresa pueda repartir dividendos ahora y en el futuro es que el negocio de la empresa sea rentable, ahora y en el futuro.

El pay-out ratio

Uno de los indicadores imprescindibles para aquellos inversores que sigan una estrategia de invertir en empresas por su dividendo es el pay-out ratio. Este ratio nos indica qué proporción de los beneficios generados en el año ha repartido la empresa en concepto de dividendos entre sus accionistas. Por ejemplo, si una empresa ha ganado 10€ por acción y reparte un dividendo de 4€ por acción, decimos que la empresa tiene un pay-out ratio del 40%.

Vemos pues que el pay-out ratio puede servir como un indicador adelantado de si el dividendo va a ser sostenible durante un largo periodo o no. En general podemos considerar que una empresa con un pay-out ratio más bajo tiene un dividendo más sólido porque tiene más margen para incrementarlo en el futuro.

¿Rentabilidad o crecimiento?

Muchos inversores se fijan exclusivamente en la rentabilidad por dividendo que tiene una empresa al comprarla. A precio más bajo, más rentabilidad por dividendo obtendrá el inversor. Sin embargo, es tremendamente importante reflexionar sobre la evolución del dividendo. A veces puede ser mucho más rentable una empresa que pague un dividendo bajo, pero que crezca mucho con el tiempo, que otra empresa que pague un dividendo alto, pero que termine no siendo sostenible. En el segundo caso, podríamos estar frente a una trampa de dividendo.

Conclusión

Lo más importante para un inversor a largo plazo es que el negocio de una empresa evolucione favorablemente, produciendo cada vez más beneficios. El dividendo puede ser un síntoma de que la empresa gana dinero, pero en última instancia debemos analizar los estados financieros para asegurarnos que el negocio genera dinero y ese reparto del dividendo sea sostenible.

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