Uno de los miedos más frecuentes a la hora de planificar nuestros ahorros e inversiones para la jubilación es el miedo a quedarnos sin dinero antes de tiempo. Cualquier inversión lleva asociada un grado de riesgo y, por tanto, la acción inteligente es planificar y gestionar el riesgo de la mejor manera posible. No olvidemos que no invertir supone un riesgo más grande de lo que se cree, ya que, con casi total seguridad, supondrá una pérdida constante de poder adquisitivo por culpa de la inflación. Por lo tanto, ¿cómo invertir para nuestra jubilación?
Queda claro entonces que una de las claves para gestionar nuestro dinero de manera inteligente para la jubilación es gestionar adecuadamente el riesgo de nuestra cartera.
No hay retorno sin riesgo
Existe una correlación entre el riesgo que asumimos y la rentabilidad esperada. Diferentes grados de riesgo implicarán diferentes potenciales retornos. No debemos olvidar que la diversificación es una herramienta útil para eliminar algo de riesgo de nuestra cartera y que obtener rentabilidades medias supone, no sólo no obtener rentabilidades por debajo de la media, sino tampoco lograrlas por encima.
Por ello, si nos ofrecen un activo con alta rentabilidad y bajo riesgo, debemos ser escépticos. En la mayoría de ocasiones, lo único diferente es que los riesgos son menos evidentes, pero siguen estando. Muchas veces esos activos requieren de aleatoriedad para funcionar, y la suerte no es una estrategia de inversión, sino de especulación.
Es equívoco utilizar de forma intercambiable los términos riesgo y volatilidad:
- Una inversión puede tener una serie de riesgos inherentes que le hace ser volátil,
- pero la volatilidad sólo supone un riesgo si te ves obligado a vender en el punto bajo.
Resulta entonces muy importante conocer nuestra tolerancia a la volatilidad: los mercados bajistas pueden prolongarse en el tiempo y, por tanto, la tolerancia al riesgo tiene mucho que ver con cuánto tiempo estamos dispuestos a mantener una inversión y no venderla en un momento inoportuno.
Otro factor clave en la tolerancia al riesgo es nuestra capacidad emocional de no reaccionar en exceso a las fluctuaciones del mercado. Para controlar esa sobreactuación, una buena estrategia de inversión establece un nivel esperado de volatilidad coherente con su capacidad, tolerancia al riesgo y horizonte temporal.
Introducir volatilidad en nuestra cartera
Si pretendemos obtener rentabilidad de nuestra cartera y de nuestras inversiones, debemos estar dispuestos a tolerar cierta volatilidad. La principal exposición de activos en carteras diversificadas suele proceder de una combinación de renta variable y renta fija. Los mercados de estas clases de activo han existido durante décadas, y el probable rango de retornos es conocido. La renta variable representa una proporción del futuro de los beneficios de las empresas, ya que cuando compramos acciones pasamos a ser propietarios de esas empresas, mientras que la renta fija supone un préstamo de dinero a empresas y administraciones públicas. Esto le da a cada clase de activo una volatilidad esperada diferente, así como una rentabilidad y riesgo distinto.
Una cartera para el largo plazo probablemente debería incluir una combinación de todos estos activos, en proporciones adecuadas, con su correspondiente diversificación.
Protege tu cartera de acontecimientos inesperados
No todas las fuentes de volatilidad son predecibles. No conviene menospreciar la importancia del impacto de un acontecimiento aislado imprevisto, lo que se ha popularizado en los últimos años como cisne negro.
Y la mejor protección frente a este tipo de riesgos imprevistos es la diversificación. Aunque es bueno invertir en aquello que se conoce, estar excesivamente invertido en un sector puede ser peligroso. Una cartera excesivamente concentrada puede sufrir mucha volatilidad en un momento dado, a causa de algún imprevisto.
En la actualidad es fácil construir una cartera globalmente diversificada. Esto no significa que no podamos utilizar nuestro conocimiento específico para obtener rentabilidad de aquellos sectores conocidos, sino que además, podemos incluir fondos o ETF diversificados en la proporción adecuada para evitar una excesiva concentración.
El peligro de ser excesivamente conservador
Al acercarse la edad de jubilación, queremos evitar grandes sustos y se suele reducir la volatilidad de la cartera. Es un impulso comprensible y, hasta cierto punto, razonable. Pero debemos ser conscientes de que con la esperanza de vida actual, es muy posible que tengamos que seguir gestionando nuestra cartera varias décadas después de jubilarnos.
Por ello, realizar una buena evaluación de nuestra situación, teniendo en cuenta nuestra cartera y la volatilidad y rentabilidad esperada es fundamental para disfrutar cómodamente de esta etapa de la vida.
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