El premio Nobel de química 2019 ha sido para el estadounidense John Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino por sus trabajos en el desarrollo de baterías de iones de litio. Aquí vamos a explicar los retos y oportunidades que ofrece el litio por ser uno de los metales de la transición energética, por qué se le llama el ‘oro blanco’ y cómo se puede invertir en él.
Para empezar, hay que puntualizar que el transporte y la energía son los dos sectores clave para una transición energética sostenible. Y es en ellos donde el metal blanco, el litio, juega un papel preponderante.
Apreciado por su conductividad de calor y electricidad, el litio se utiliza principalmente las baterías recargables de todos los dispositivos, desde móviles a coches. En 2016 su aplicación industrial suponía el 40% de la utilización total, frente al 4% del año 2000. En los próximos años se prevé que el crecimiento de la demanda se encuentre entre el 10% y el 15% anual.
Tesla ya es el mayor consumidor de litio del mundo
La firma automovilística estadounidense Tesla ya es el mayor consumidor de litio del mundo y se estima que pronto se convertirá también en el mayor productor de baterías. Tesla está construyendo en California una planta productora de litio para las baterías de sus coches. Con ella espera alcanzar la producción prevista de 500.000 vehículos anuales en 2020, que supondrá la mayor fábrica de vehículos eléctricos del mundo con una capacidad mayor que la de todas las demás combinadas.
Según las estimaciones del banco suizo UBS, el crecimiento del vehículo eléctrico será exponencial a partir de 2020 y el mercado de la movilidad inteligente será entre ocho y nueve veces más grande que el actual para 2025.
Demanda hay ¿Y oferta?
A la vista de que existe una creciente demanda de litio para los próximos años, la pregunta es si el mercado puede ofrecer materia prima al mismo ritmo, pues el litio ya empezó a subir precios en 2017. Al parecer el riesgo de una caída en la oferta es limitado. Tanto es así, que algunos estudios como el “Global Metals & Mining – Lithium: the big short” de Berstein apuntan al hecho de que hay posibilidades de que se produzca una sobre oferta de litio en los próximos años.
Si la demanda de litio aumentase, también podría aumentar la oferta. En base a las tasas de utilización y las reservas actuales, tenemos más de 400 años de litio bajo tierra solo con las reservas conocidas, que entrarán en producción los próximos años, sobre todo en China.
A día de hoy, según los datos de Statista, Australia es el mayor productor del mundo con 51.000 toneladas anuales, seguida por Chile con 16.000 y China con 8.000 toneladas.
Ha llegado la inversión en litio
Durante muchos años la industria del litio se ha dejado de lado y apenas se invertía capital en desarrollar y mejorar las técnicas de explotación. Pero eso ahora ha cambiado. Las innovaciones han llegado a la industria y se han reducido los costes de explotación, lo que ha permitido convertir una parte importante de los recursos en reservas.
Algunos expertos ponen énfasis en que el problema no sería la minería, sino la industria que lo convierte en materia prima para los consumidores finales, como el informe “Usain Cobalt” de Exane BNP de enero de 2018. Sin embargo, no hay estudios que anticipen escasez de litio a corto plazo.
Argentina, Chile y Bolivia poseen más del 85% de las reservas mundiales de litio, mientras que España podría tener hasta el 5% de la producción si explotara sus yacimientos (el más grande es el de Valdeflores en la provincia de Cáceres) según el Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Portugal ya ha puesto en marcha dos explotaciones nuevas y es, junto a España, el único país de Europa con litio.
El vehículo eléctrico y su impacto en la minería
Además del litio, los nuevos vehículos eléctricos impactarán en otros minerales: en el platino mientras se sigan vendiendo coches con catalizadores, y en el del acero de alta resistencia y el aluminio para reducir el peso de los automóviles, y porque son fácilmente reutilizables. También en el níquel y el cobalto para las baterías; y el cobre, pues los vehículos eléctricos utilizan 140 kilogramos más de cobre que uno con motor de combustión.
Detrás de litio, como de cada mineral, se esconden riesgos y oportunidades. No obstante, ante el desafío del cambio climático el sector minero puede hacer su parte, siendo más limpio y más eficiente a la hora de poner metales en el mercado. En este sentido, en la firma belga Candriam apuntan a empresas como Norsk Hydro, Umicore y BHP porque participan plenamente en la transformación del sector del transporte con miras al logro de una movilidad sostenible.
Aparte de invertir directamente en estas mineras cotizadas, hay fondos de inversión especializados en minería que pueden tener más o menos peso de la extracción de litio u otros metales, y fondos cotizados (ETF) que permiten operar directamente en el mercado del litio, normalmente sobre los precios del nuevo ‘oro blanco’.
La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.
Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
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