Los demógrafos no se ponen de acuerdo. No hay consenso sobre el primer y último año que vio nacer un millennial. Crecer en la misma época indiscutiblemente implica compartir vivencias, crear recuerdos y desarrollar comportamientos parecidos. ¿Cuál es la actitud ahorradora del millennial? ¿Cómo ahorramos los millennials?
Principios de los ochenta, y finales de los noventa. Los nacidos en estos veinte años son los que habitualmente se consideran generación Y, o millennials. Dos décadas de auge demográfico donde los primeros hijos de los baby boomers crecimos de la mano de la tecnología. De adolescentes nos asomamos a Internet, y ya adultos somos capaces de observar cómo ha cambiado el mundo desde que está conectado permanente a la red y apreciar las ventajas que conlleva.
Muchos acontecimientos históricos que los más jóvenes ven muy lejanos, en cambio, están grabados detrás de las retinas del millennial. Los millennials españoles nacimos en democracia, pero el recuerdo de la dictadura nos llegó, en cierta forma, de nuestros padres. Sería imposible mencionar todo en un artículo, pero cómo obviar las últimas grandes guerras que desgraciadamente tuvieron lugar en los ochenta y noventa, leyendas de la música cuyas canciones ya nos sabíamos de pequeños, la caída del Muro de Berlín, algún mundial de fútbol, las Olimpiadas, la Expo’92 y un larguísimo etcétera.
El millennial confía en el ahorro para su economía.
Según la OCDE, en el año 2000 en España, el 30% de los jóvenes de entre 30 y 34 años tenía formación universitaria, mientras que medio siglo antes estudiar en la universidad era casi una excepción. De hecho, siguiendo las publicaciones del Injuve, se observa que en la segunda mitad de los ochenta se disparó un 39% el número de matriculaciones, superándose por primera vez el millón de estudiantes en grados superiores. La tendencia ascendente continuó durante el siguiente lustro, ya en los noventa. Factores económicos, demográficos, institucionales, culturales y sociales definieron un modelo educativo que daba más protagonismo a la formación universitaria.
Sin embargo, toda la preparación y expectativas chocaron de frente contra la crisis económica global de 2008. Fue un duro golpe para toda una generación, pues buena parte de los millennials en ese momento se encontraban buscando su primer trabajo, o en los primeros años de su etapa laboral.
Tras la reciente recuperación económica, tras haber esquivado, en lo posible, las limitaciones económicas de la crisis, ahora el millennial sabe mejor que nadie que una buena formación ya no es sinónimo de un buen salario de por vida, ni que un buen trabajo le garantizará una cómoda pensión para la jubilación. En este escenario volátil e incierto, la única garantía para el millennial es el ahorro, como soporte para su economía de hoy y para su seguridad financiera del futuro.
Como referencia, atendiendo al Informe Europeo de Pagos de Consumidores de 2018 elaborado por Intrum, el 63% de los millennials ahorra para gastos imprevistos, de media, unos 350 euros al mes. Sin embargo, para comprar una vivienda el porcentaje desciende al 21% y para la jubilación solo ahorra el 17%.
¿Cómo ahorramos los millennials?
Es cierto que las prioridades de la generación millennial han cambiado. Estamos más conectados que nunca a nuestro entorno. Ya no solo nos relacionamos en el mundo físico, también e incluso más, en el mundo virtual. Ahora comunicarse en las redes sociales es tan habitual como reunirse con la familia o amigos. Y nuestro entorno ya no es el barrio, el trabajo, ni la ciudad, ahora el ámbito de comunicación abarca el mundo entero, allá donde llegue Internet.
Vivir el momento es la filosofía seguida por un gran porcentaje de millennials. Pero, inevitablemente, para ello, es necesario disponer de dinero que nos permita desarrollar nuestro ocio. En este punto el ahorro resulta imprescindible y la tecnología sale al rescate del millennial:
Bancos por Internet.
Nos sentimos tan cómodos en Internet y es tan fácil tenerlo todo en el teléfono que restarle tiempo a nuestro ocio para ir al banco ya no tiene sentido. Hace unos años solo podíamos mirar las cuentas en Internet, hoy en día la aplicación del banco nos deja hacer prácticamente toda la operativa. No hay excusa para sacar un par de minutos durante el café o de camino a casa en el metro, para revisar las cuentas y conocer al detalle cómo va el mes y aproximadamente cuántos ingresos vamos a destinar al ahorro.
Aplicaciones para gestionar nuestro dinero.
Apps como la de Fintonic integran las cuentas bancarias para supervisar perfectamente ingresos y gastos. Estas aplicaciones reúnen en el mismo lugar todos los movimientos de las diferentes tarjetas, recibos, transferencias y los agrupan por categorías. El objetivo es resumir en un instante en una misma pantalla todo nuestro estado financiero.
Aunque estas aplicaciones muestran una visión de conjunto excelente, no permiten realizar operativa. No hay problema, porque la aplicación del banco, cada vez es más completa, da todo el poder que necesita al ahorrador sobre sus cuentas. Y si se tiene más de un banco, tampoco hay inconveniente, basta con crear una carpeta con sus respectivas aplicaciones para tenerlas fácilmente localizadas en todo momento.
Aplicaciones para llevar un presupuesto.
Hace unos años pagar implicaba pasar por el cajero y sacar dinero. Ahora que pagamos acercando la cartera o el teléfono al datáfono, el proceso es tan rápido que podría llevarnos a perder la cuenta de cuánto hemos gastado. Nada más lejos de la realidad, si utilizamos una app para controlar nuestro presupuesto mensual.
La generación millennial es frecuentemente considerada consumista. Con este tipo de software seremos más conscientes de los microgastos, las compras impulsivas y otros derroches que podrían ser evitados con un poco de planificación.
Puede que no le llamemos presupuesto, ni contabilidad familiar, sin embargo, eso es lo que hacen las apps que nos permiten añadir gastos e ingresos y mostrar cuánto presupuesto nos queda para el mes. Es muy útil para establecer límites y cumplir objetivos de ahorro.
Está todo en Internet, solo hay que comparar.
Los millennials hemos crecido con Internet. Somos los primeros en pensar que cualquier duda se resuelve buscando en Google. Si antes el buen hacer de nuestro gestor del banco nos llevaba a contratar un producto bancario, ahora los foros especializados de Internet y los blogs de economía nos sirven para educarnos y formar nuestro propio criterio. Comparar hipotecas, depósitos, fondos, planes de pensiones, acciones, derivados, etc. y sus condiciones y comisiones es más que nunca una tarea al alcance de cualquier ahorrador bien formado. Y para serlo solo se necesita decisión y conexión a Internet.
Además, como hoy día Internet es el principal canal de ventas, es nuestra oportunidad para conocer a la perfección las especificaciones de cualquier producto que pretendamos adquirir y su mejor precio.
FinTech ante las inquietudes del millennial.
Somos la primera generación inconformista con la banca. Por qué seguir los pasos de la banca tradicional si hay empresas nuevas que nos dan lo que pedimos. Así nacieron las FinTech, como startups tecnológicas que ofrecen servicios financieros. Ahora los bancos las han incluido en su filosofía y la operativa bancaria se ha vuelto más eficiente gracias a la integración con las FinTech.
Los millennials vamos un paso más y no vemos tan lejano confiar nuestras inversiones a roboadvisors en favor de la gestión pasiva de nuestro patrimonio. A diferencia de los fondos de inversión clásicos, los algoritmos de los roboadvisors analizan las diferentes opciones del mercado y metódicamente eligen la óptima. Los robots peinan principalmente fondos indexados y gestionan el patrimonio del inversor automáticamente y por un coste de gestión muy ajustado.