Hemos hablado en repetidas ocasiones de la importancia del ahorro y de diversos métodos para ahorrar. Pero ¿qué pasa si estamos endeudados? Las deudas vienen a ser la antítesis del ahorro, la situación opuesta. No sólo no hemos sido capaces de guardar un poco de dinero, sino que hemos pedido prestado para afrontar diversos gastos o inversiones.
Tipos de deuda
Indudablemente, no todas las deudas son iguales, ni todos los préstamos tienen las mismas condiciones. En algunos casos, el endeudamiento es más ineludible (aunque tampoco es obligatorio), mientras que en otras situaciones, podría evitarse.
Por ejemplo, muchas personas adquieren una vivienda mediante una hipoteca, porque sería muy complicado ahorrar previamente todo el dinero necesario para comprarla. Y ello no quiere decir que no sean capaces de ahorrar parte de sus ingresos corrientes. Lo mismo puede suceder en el caso de la compra de un vehículo. Aunque en este caso, sí que sería más factible ahorrar previamente, lo cierto es que la mayoría de las personas no lo hacen, porque el importe de la compra del coche puede rondar —como aproximación— lo que ganan en un año.
Pero también hay deudas vinculadas al consumo, al ocio, pagos que se hacen con la tarjeta y luego se financian, etcétera; toda una gran variedad de préstamos, que pueden provocar que no seamos capaces de ahorrar, puesto que el dinero que nos sobra lo tenemos que dedicar al pago de esas deudas y de sus intereses (en muchos casos, bastante elevados).
Lo deseable hubiera sido la situación contraria, que primero hubiéramos ahorrado y luego pudiéramos gastar. Visto desde este punto de vista, el endeudamiento se produce por gastar lo que no tenemos, cuando lo preferible sería exactamente lo contrario, el preahorro. Pero, una vez que nos hemos endeudado, ¿cómo podemos afrontar de la mejor manera el pago de las deudas?
Métodos para pagar las deudas
Existen diferentes sistemas para afrontar el pago de las deudas. Conviene realizar un trabajo previo, haciendo un listado de todas las deudas que tenemos, los plazos, tipos de interés, cuotas que pagamos, etcétera. Disponer de este listado, a ser posible en formato de hoja de cálculo, nos permitirá hacernos una idea clara de la situación: cuánto debemos, cuánto estamos dedicando mensualmente a satisfacer los créditos, cuánto nos falta para terminar, etcétera. Por ejemplo:
Es conveniente también realizar un presupuesto de gastos, para ver en qué nos estamos gastando el dinero, y qué podemos reducir, para ahorrar. Y es que una parte importante del plan para reducir las deudas es ver qué dinero adicional podemos dedicar a la amortización de éstas.
En el ejemplo, esta persona dedica 1.300 euros mensuales al pago de las cuotas. Esto es el mínimo que va a dedicar a sus deudas, pero si quiere reducir significativamente la carga que le suponen, debería dedicar una cantidad adicional. Supongamos que, después de analizar sus gastos, recorta 150 euros al mes en partidas innecesarias.
A partir de ahí, se pueden seguir dos métodos básicos:
1) Reducir primero las deudas más gravosas
Como se puede ver fácilmente en el cuadro, unas deudas son más caras que otras. Según esto, dedicaríamos los 150 euros extra a saldar la deuda de la tarjeta de crédito, que es la más gravosa, ya que tiene un tipo de interés del 12%.
En lugar de tardar 7 meses en saldarla, ya que le quedan 1.400 euros y paga 200 al mes, tardaría únicamente 4, ya que estaría pagando 350 mensualmente (en aras de la simplificación de los cálculos, en este ejemplo no tenemos en cuenta la reducción de intereses que conllevaría el adelanto de los pagos).
A continuación, una vez que terminase de pagar esta deuda, tendría libres 350 euros mensuales para dedicárselo al siguiente más caro, que es el préstamo al consumo. En lugar de tardar 8 meses, lo liquidaría en poco más de dos, y pasaría a tener 500 euros disponibles para el siguiente préstamo, y así sucesivamente.
2) Método de bola de nieve
En este método, el planteamiento es similar al anterior, pero en vez de ir pagando las deudas de más caras a más baratas, se van saldando de menor importe a mayor importe. Esto se hace así porque es más fácil librarse de las de importe más pequeño, y así se refuerza psicológicamente el esfuerzo de la persona por ahorrar, ya que ve que rápidamente se va desembarazando de algunas deudas.
En este caso, comenzaríamos por el préstamo al consumo, que es el que tiene menos importe vivo por pagar. De nuevo, al igual que en el caso anterior, una vez saldada esta deuda, concentraríamos nuestros esfuerzos en la siguiente, en este caso, la de la tarjeta de crédito, y así hasta ir saldando todas.
Beneficios del pago de las deudas
A medida que vamos saldando las deudas, no sólo vamos gastando menos dinero en intereses, sino que vamos teniendo más saldo disponible.
Por ejemplo, en ambos casos, cuando se llega al pago del coche ya se han satisfecho las deudas del préstamo al consumo y de la tarjeta, y se dispone de 800 euros al mes para el pago del automóvil: los 150 que ahorramos + 150 del préstamo al consumo + 200 del préstamo de la tarjeta de crédito + 300 del préstamo el coche. Con lo cual, en vez de abonar el coche en cinco años, podemos terminar de pagarlo en un año y medio.