El 14 de abril de 1992 se inauguró el AVE Madrid-Sevilla, uno de los mayores hitos en las infraestructuras de nuestro país. Han pasado ya 27 años desde aquella fecha, y la red ferroviaria de alta velocidad en España supera hoy en día los 3.000 kilómetros, por encima de otras potencias como Japón, Francia o Italia y sólo por detrás, en cifras absolutas, de China, que supera los 20.000 kilómetros. En kilómetros por habitante, España se sitúa como el primer país del mundo en este ámbito.
La creación de esta infraestructura en los noventa supuso todo un reto, a diversos niveles:
- En el ámbito económico, costó unos 4 millones de euros por kilómetro, aunque lejos de la media global en la actualidad, que ronda los 17 millones por cada mil metros.
- En el técnico, ya que Japón era el único país donde existía entonces alta velocidad, además de la primera línea europea, la Roma-Florencia. Además, tenía que estar inaugurada a tiempo para la Expo de Sevilla.
- E incluso en el político, para dirimir si España tenía que tener o no una línea de este tipo en ese momento, y cuáles debían ser las ciudades que deberían estar unidas por ella.
La entrada de España en la Comunidad Económica Europea, hoy en día convertida en Unión Europea, también supuso un antes y un después en el ámbito de las infraestructuras, ya que el dinero procedente de Europa permitió, y todavía permite, invertir en multitud de obras a lo largo de todo el país.
¿Y qué incidencia tienen todas estas inversiones en la economía? Las apuntamos a continuación:
Políticas anticíclicas
El capitalismo funciona bajo la ley de la oferta y la demanda. Cuando todo va bien, existe demanda de productos y se genera empleo, lo que, a su vez, hace posible que aumente el consumo, y así sucesivamente. La rueda de la economía gira.
Pero ¿qué sucede si, debido a una crisis, o por la incertidumbre acerca del futuro, se frena el consumo? El efecto puede ser el contrario: se genera desempleo, lo cual a su vez reduce aún más el consumo, y se entra en un círculo vicioso.
Como descubrió uno de los mayores economistas de la Historia, John Maynard Keynes, el gasto público también puede ejercer de motor de la economía, especialmente en esas circunstancias. Las llamadas políticas keynesianas pueden ejercer como un factor anticíclico, de manera que, en esas épocas de crisis, generen actividad económica que rompa ese círculo vicioso. Lógicamente, el efecto será más positivo cuanto mejor se utilicen esas políticas, no basta simplemente con gastar sin más, sino que debería invertirse adecuadamente.
Empleo
Una de las cuestiones más evidentes es la generación de empleo que conlleva la creación de grandes infraestructuras. Se genera empleo no sólo directo, sino también indirecto, para constructoras, fabricantes de cemento, de estructuras de hierro, sector del transporte, etcétera.
No es casualidad que a raíz de todos estos años en los que las infraestructuras españolas se potenciaron, nacieran varias multinacionales muy potentes en el sector, que hoy compiten con éxito, no solo en España, sino también en multitud de países en todo el mundo.
Una buena parte de las grandes obras de infraestructuras en España han estado cofinanciadas por la Unión Europea, lo que ha permitido a nuestro país construir una amplia y moderna red de infraestructuras, tanto carreteras como aeropuertos o líneas de ferrocarril.
Entre 1995 y 2012 se invirtieron 580.000 millones de euros en obra civil en España, según un informe realizado por la CEOE, y los fondos recibidos de la Unión Europea (unos 190.000 millones de euros en 30 años) han contribuido de forma importante a obras tan emblemáticas como el citado AVE Madrid-Sevilla, la T4 de Barajas o diversas autovías a lo largo del país.
En España, además, también ha sido importante el sector de construcción residencial. Debido a su auge, llegó a haber unos 2,5 millones de empleados en el sector, en el máximo de la burbuja inmobiliaria. Esta cifra llegó a bajar del millón con la crisis, aunque ahora se ha recuperado levemente, hasta superar los 1,2 millones.
Desarrollo del comercio
La creación de buenas infraestructuras favorece la actividad económica, también desde el punto de vista del transporte y de la logística en general. De esta manera, no sólo se ha reforzado el comercio interior en nuestro país, también con el resto de los países del mundo, especialmente con nuestros socios europeos.
Crecimiento del turismo
Por razones similares al apartado anterior, unas buenas infraestructuras favorecen la llegada de turistas desde otros lugares del mundo. España batió en 2018 su récord, con más de 82 millones de visitantes, que dejaron en nuestro país unos 90.000 millones de euros. De esta manera, seguimos en el podio, entre los tres más visitados, junto con Francia y Estados Unidos.
Cambio de mentalidad
Esta mayor apertura de miras de cara al exterior también sirve para cambiar la mentalidad. España es hoy en día un país mucho más abierto, no solo de cara a recibir visitantes, sino también a la hora de viajar a otros países y conocer otras culturas, además de abrir nuevos mercados.
Vertebración social
Una buena red de infraestructuras sirve también para vertebrar el país. La reducción en las horas necesarias para viajar entre las distintas zonas de España contribuye a reforzar los lazos entre comunidades y a reducir las desigualdades, de forma que se pueda competir con mayor igualdad de oportunidades. Es por ello por lo que son necesarias infraestructuras que en ocasiones podría pensarse que no tienen un número suficiente de usuarios para justificarse.
Inversión pública versus inversión privada
Como se ha indicado, la inversión pública puede tener un efecto dinamizador de la economía. Además, en muchos casos es necesaria esta iniciativa pública, para la creación de grandes infraestructuras, que de otro modo no se llevarían a cabo.
Sin embargo, también es necesario reseñar que, en algunos casos, la inversión pública llega a sustituir la privada. O, dicho de otra manera, al haber determinadas obras hechas por un determinado ente público, se produce un efecto sustitución, ya que la iniciativa privada no acude a ese ámbito de actuación.
En definitiva, es importante fijar claramente los límites dentro de los cuales la actuación pública es necesaria y positiva para el desarrollo de determinadas inversiones, y en qué otros casos se produce en detrimento de la actividad privada. De esta manera, se podrán utilizar adecuadamente los fondos públicos en aquellas áreas que realmente lo necesiten.