El ahorro no es el punto fuerte de los hogares españoles. A estas alturas todos sabemos que hay que tener un colchón económico suficiente para sobrellevar sin apuros los meses próximos. Pero a la mayoría de los españoles nos puede más el aquí, el ahora. Así lo demuestra la tasa de ahorro tan escueta que venimos arrastrando desde hace décadas. Sin embargo, las peculiaridades de la pandemia han disparado la capacidad de ahorro, ¿será 2020 un año récord para el ahorro doméstico?
¿Una crisis donde los hogares ahorran más?
La educación financiera ha ido cimentando la importancia del ahorro en la sociedad. Tras la debacle de la crisis financiera, en los años previos a la pandemia ya era notable que los hogares guardaban un poco más para su futuro: la tasa de ahorro creció del 4,84% de 2018, al 7,4% de 2019.
Y entonces llegó el virus COVID-19 para desestabilizar todas las series históricas. La tasa anual de ahorro superó todos los récords desde que el Instituto Nacional de Estadística guardase el registro (empezó en 1999) con un 31,1% de la renta disponible en el segundo trimestre del año, lo que supone un espectacular repunte interanual (17,4% fue el dato del mismo trimestre de 2019). Y ojo, porque el pico máximo anterior es de 2009, en plena crisis financiera, con un 20,1%.
Al mismo tiempo, la pandemia ha recortado la capacidad de ingresos de los hogares: los datos del INE reflejan que en el segundo trimestre de 2020 la renta bruta disponible cayó un 8,8% (193.460 millones de euros). ¿Pero cómo que se ahorra más si la renta disponible también ha caído? Pues la respuesta viene del lado del consumo; en el mismo período cayó todavía más el gasto de los hogares, concretamente un 23,9% (133.222 millones).
Mayor ahorro, pero un ahorro forzoso
En períodos de crisis económica se suele destruir empleo masivamente y, como consecuencia de esa disminución de renta, se ajusta el consumo y se pierde capacidad de ahorro: es lógico, resulta más difícil guardar para el futuro porque no hay ingresos, o son menores. Sin embargo, en los peores momentos de la crisis del coronavirus los hogares han logrado un mayor ahorro.
Esta particularidad no se debe exclusivamente a que los españoles hayamos decidido ahorrar más precisamente durante la pandemia (ahorro voluntario), sino a que ha caído el consumo más de lo que han caído los ingresos (ahorro forzoso); ya que éstos, en los países avanzados han sido amortiguados con medidas fiscales y laborales (como los ERTE en España).
Las semanas de restricción de movimientos durante la cuarentena llevaron los hogares españoles a un ahorro sin precedentes. Se trataba de un ahorro forzado, porque las alternativas de consumo se vieron drásticamente mermadas. Y no quedó ahí el reajuste del patrón de consumo. Tras el confinamiento, para contener el virus siguieron meses con limitaciones de desplazamientos, teletrabajo, cierre de establecimientos, horarios reducidos y cancelaciones de viajes o vacaciones.
Fue frenético. En cuestión de días cambió la forma de consumir, volcándose todo el consumo privado hacia el ámbito doméstico. Con el canal de venta tradicional —el físico— casi anulado por no poder desplazarnos hacia negocios, restaurantes y tiendas, el canal online se convirtió en el protagonista. Los sectores más vinculados a internet antes de la pandemia fueron los primeros beneficiados (ecommerce, paquetería, comida a domicilio, aplicaciones de comunicaciones…). Así como determinados bienes de consumo que se justificaban por el mayor tiempo en el domicilio (repostería o juegos de mesa, por ejemplo) y nuevas necesidades sanitarias (mascarillas, guantes, desinfectante, etc.). Pero pronto veríamos un nuevo emprendimiento, nacido a raíz de la pandemia, y a las empresas supervivientes adaptadas a los nuevos tiempos post confinamiento para seguir adelante, donde la omnicanalidad juega un papel imprescindible.
Ahorro voluntario vs. forzoso vs. precautorio
Todo el que se preocupa por llevar bien sus cuentas y las de su familia sabe perfectamente lo necesario que es el ahorro. En este blog se ha tratado ampliamente, pero no está de más recordarlo en este artículo centrado en el ahorro por la pandemia:
Es tan simple como pensar que los ingresos de hoy deben servir para cubrir las necesidades de hoy y también las posibles necesidades de más adelante, que pueden ser diferentes a las de hoy y puede que requieran un mayor desembolso. Nos estamos refiriendo a un ahorro voluntario, programado, donde cada persona decide qué cantidad de su renta disponible guarda para el futuro y cuánto invierte para que no pierda valor por la inflación. Se suele recomendar un ahorro del 10% de la renta disponible.
Este ahorro es sano, es eficiente, porque permite equilibrar la disponibilidad económica a lo largo de la vida. Con una sociedad ahorradora el consumo se mantiene y la economía funciona.
Sin embargo, como ya hemos visto, el ahorro que ha crecido durante el confinamiento y etapas posteriores no ha sido planificado, ni voluntario, sino forzoso. La Comisión Europea ya ha manifestado su preocupación por la caída del consumo en la Unión Europea y en la eurozona, que estima en un 9%.
Por otra parte, una vez inmersos en esta nueva realidad donde “se medio vive normalmente”, donde no hay confinamiento estricto, pero tampoco se ve el fin de la crisis a corto plazo tras varias oleadas de infecciones, el BCE apunta que la incertidumbre podría estar creciendo en las familias, lo que sumaría más ahorro, en este caso ya no forzado, sino precautorio o preventivo, “por lo que pueda pasar mientras dure la pandemia”. Sin duda, no sería positivo para la economía de la Unión, pues restaría más consumo privado y retrasaría más la tan esperada recuperación del PIB.
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