Auditarse internamente puede ser una buena idea

Hemos hablado en diversas ocasiones de la importancia de contar con un presupuesto de gastos e ingresos en el ámbito personal. Contar con él nos permite anticiparnos a los desembolsos que vamos a realizar, y contribuye a que establezcamos prioridades e incluso reduzcamos algunos gastos no imprescindibles o accesorios. También nos permite poner en práctica estrategias para conseguir ahorrar y, a partir de ahí, invertir nuestro dinero para obtener una rentabilidad.

Realizar un presupuesto, además de  «obligarnos» a pensar en nuestra situación financiera presente y futura, resulta un primer paso fundamental de cara a ordenar la economía personal.  Habitualmente, las personas que confeccionan esta previsión suelen hacer un presupuesto anual con su correspondiente desglose mensual.

Sin embargo, no deberíamos quedarnos ahí, sino que debemos comparar periódicamente cuál es el desempeño efectivo en comparación con lo que habíamos planeado, ya que esto nos permitirá ir ajustando el presupuesto a lo que ocurre en la vida real, corrigiendo partidas que no hubiésemos calculado bien, detectando desviaciones originadas por imprevistos o añadiendo a nuestro modelo aspectos que no hubiéramos contemplado inicialmente.

Para hacer el seguimiento de manera práctica, contamos con diversas alternativas; por ejemplo, podemos confeccionar una hoja de cálculo en la que reflejemos nuestro presupuesto y vayamos anotando los gastos e ingresos reales por partidas, de manera que veremos cuáles son las diferencias y podremos actualizarlo de manera sencilla. También existen diversos programas y aplicaciones para móvil que nos permiten ir controlando nuestras finanzas con bastante nivel de detalle.

La auditoría financiera interna

La revisión debe contemplar las principales áreas de nuestra economía:

Ingresos

A la hora de calcular los ingresos que tenemos, hay que tener en cuenta que normalmente su obtención conlleva unos gastos (por ejemplo, desplazamientos, cuidado de los hijos, comida, ropa, relaciones laborales, etcétera). Es fácil olvidarse de este tipo de gastos o no considerarlos en toda su extensión. Si pensamos en nuestras finanzas como si fuésemos una empresa, en lugar de reflejar los ingresos sin más, calculemos el «beneficio»: los ingresos menos los gastos que lleva aparejados. Ése será el nivel de ingresos desde el cual partimos en nuestro presupuesto, que debemos analizar y revisar periódicamente. ¿Podemos ingresar más? ¿Podemos gastar menos para conseguir ese mismo nivel de ingresos?

En esta auditoría de los ingresos también revisaremos si existen otras alternativas a través de las cuales podamos aumentar su cuantía, ya sea en nuestro empleo actual (trabajando más, solicitando un aumento o un ascenso), cambiando de trabajo, consiguiendo ingresos por otras vías (por ejemplo, como autónomo), obteniendo rendimientos de nuestros activos (alquilando lo que tenemos, invirtiendo adecuadamente…) o incluso optimizando nuestra fiscalidad.

Gastos

Hay que analizar detenidamente si los gastos que tenemos se corresponden con lo que habíamos presupuestado o si, por el contrario, hemos tenido desviaciones significativas. En el caso de que las haya habido, tenemos que ver cómo hemos hecho frente a ellas y con qué alternativas contamos para estos casos. Además, estudiaremos si existen muchos gastos «imprevistos», y si estos tienen un carácter realmente excepcional o debemos incorporarlos en nuestra previsión para el futuro.

Ahorro

Uno de los objetivos que debe contemplar nuestro plan financiero es generar un fondo de emergencia para poder afrontar un gasto extraordinario o cualquier tipo de contratiempo. Una de las mejores maneras de conseguirlo es establecer un importe que dedicaremos al ahorro todos los meses, de manera que ya no contaremos con ese dinero para el gasto corriente (como orientación, algunos autores cifran su importe en el 10% de los ingresos). Este fondo debería tener una disponibilidad inmediata. La auditoría interna nos permitirá verificar si estamos cumpliendo con nuestra previsión de ahorro e incluso si podríamos, al menos puntualmente, aumentar este colchón de seguridad.

Otro motivo fundamental para ahorrar es disponer de efectivo para invertir. Además de generar un fondo para imprevistos, podemos hacer que el dinero «trabaje» para nosotros, obteniendo una rentabilidad en forma de dividendos, intereses, ganancias patrimoniales… El presupuesto debería incluir una partida para este concepto, que deberemos revisar en las auditorías periódicas.

Inversión

La auditoría de nuestras finanzas debe abarcar también un análisis de las inversiones, para ver si se están cumpliendo los objetivos establecidos en cuanto a rentabilidad, riesgo, volatilidad, liquidez, etc.

Es importante controlar qué tal están funcionando y, dependiendo de los resultados que observemos, realizar las oportunas correcciones en nuestra cartera. En algunas inversiones, como en el caso de las acciones, podemos establecer una serie de órdenes, que nos permiten instaurar un control automatizado (de tal manera que las operaciones se ejecutan cuando se cumplan una serie de parámetros prefijados), pero en otros casos la vigilancia la debemos realizar nosotros mismos.





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