La volatilidad en los mercados es uno de los conceptos que más confusión crea a los inversores particulares. Expresado de forma sencilla la volatilidad es el rango de precio promedio en el que varía un activo financiero a lo largo de un periodo determinado de tiempo. Así, si hablamos de volatilidad diaria nos referimos a las fluctuaciones diarias que ha tenido el precio de un activo en promedio durante un período determinado.
Si, en promedio, el rango entre máximo y mínimo precio de un activo en el período de referencia es estrecho, decimos que el activo tiene baja volatilidad. Si, por el contrario, su precio oscila ampliamente, decimos que el activo es altamente volátil. El vínculo entre volatilidad y riesgo es evidente ya que una elevada volatilidad provoca que el valor de la cartera varíe sustancialmente.
En ocasiones se asocia volatilidad con un comportamiento bajista del valor, pero no es necesariamente así. La volatilidad hace referencia a las oscilaciones del precio, no a su dirección, y suele estar relacionado con el tipo de compañía que es. Así, en general las small caps tienen un comportamiento más volátil que las compañías de gran capitalización, o los bancos suelen ser más volátiles que las eléctricas.
Las ventajas de no ser esclavo de la volatilidad
Cada inversor debe ser consciente del posible rango de volatilidad de su cartera. En este sentido, la volatilidad anual (oscilación media en períodos anuales) ofrece una noción del riesgo al que se enfrenta el inversor en caso de que necesite disponer de su dinero en un momento determinado, que coincida con el rango de precio bajo de la volatilidad de su cartera.
No obstante, esta volatilidad puede ser utilizada por el inversor disciplinado y paciente para adquirir inversiones para el largo plazo a buen precio. Por tanto, la volatilidad a corto plazo sólo es un riesgo si es necesario retirar el dinero en ese corto plazo.
Esta capacidad de poder comprometer dinero a largo plazo es una de las ventajas de la que dispone el inversor particular frente a los inversores profesionales, ya que nadie puede obligarle a vender sus inversiones a precios deprimidos. No así los inversores profesionales que gestionan dinero de terceros en fondos de inversión, que en ocasiones se ven obligados a liquidar posiciones porque los clientes reembolsan su dinero de los fondos.
Gestionar la volatilidad en el corto plazo
En los últimos años se han popularizado muchas estrategias de inversión vinculadas a la volatilidad. Esto ha sido posible por la aparición de todo tipo de activos financieros vinculados al VIX. Este índice, elaborado por la empresa CBOE, pretende representar la expectativa del mercado de la volatilidad del S&P500 a 30 días. Su cálculo es complejo y se realiza a partir de las opciones sobre este índice.
Todos los activos vinculados de una forma u otra al VIX permiten a los inversores tomar posiciones y ganar o perder en función de que la volatilidad suba o baje. Como la mayor parte de derivados financieros, estos instrumentos pueden ser utilizados de forma especulativa o de forma conservadora para proteger y asegurar una cartera de inversión frente a fuertes oscilaciones de volatilidad.
Para terminar, reiteramos que la volatilidad es un concepto cada vez más presente en los modelos financieros. Como inversor, es importante que tenga un buen entendimiento de cómo su evolución puede afectar a su cartera y sus inversiones.
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