Ahorrar… Esa palabra tan corta que significa y cuesta tanto. El ahorro se ha convertido en el gran objetivo de la población española en los últimos años, sobre todo a raíz del crash del 2008, cuando la mayoría vimos las consecuencias de no ser previsores y de no tener una planificación financiera adecuada a nuestra vida. En el siguiente post hablamos sobre el ahorro juvenil.
Ahora, quien más quien menos intenta ser cuidadoso con sus finanzas personales y guardar todos los meses algo de dinero para el futuro o para un imprevisto. En plena tarea, nos hemos adentrado en otra crisis sin preverlo, causada por el COVID-19, el virus que tiene al mundo en jaque y está haciendo estragos en el sistema económico.
Superar una pandemia de estas características lleva tiempo, suceden nuevas olas de casos, mientras que los recursos económicos de muchos ahorradores disminuyen. El objetivo del ahorro se complica, sobre todo en una generación que ha crecido entre crisis, la de los Z o centennials, los jóvenes que están en la veintena y que ven cómo cada vez tienen más obstáculos por delante.
Si ya para sus predecesores ahorrar no es fácil, para ellos mucho menos, pues sus opciones de lograr un empleo estable y medianamente bien pagado son escasas —en España el paro juvenil es del 43,9%, el más alto de la OCDE—. Aunque la mayoría podría pensar que ahorrar a esa edad, bajo estas circunstancias, es difícil, quizá con un ahorro programado y bien asimilado en edades tempranas podría cambiarse esta tendencia de bajos niveles de ahorro. ¿Y cuáles son las claves de ahorro juvenil? Las vemos a continuación.
Ahorrar a los 20, ¿más fácil que a los 30?
¿Por qué no es descabellado pensar que a los 20 puede ser más fácil ahorrar que a los 30 o 40? En primer lugar, porque los jóvenes que ahora tienen 20 años no están acostumbrados a poder gastar sin tener que preocuparse. Esta generación ha crecido en medio de crisis de inmensas proporciones, lo que les ha concienciado mucho acerca de la necesidad de ahorrar.
Además, por el mismo motivo, son más cuidadosos con sus gastos y menos impulsivos; no se dejan tanto llevar por los caprichos como los ‘millennials’ —la generación anterior— y eligen cuidadosamente en qué van a gastar su dinero, apostando por productos más duraderos —adoran la segunda mano— y son más respetuosos con el medio ambiente; que es precisamente una de sus grandes preocupaciones.
Por otra parte, la gran mayoría vive con sus padres, lo que evidentemente supone un gran ahorro. La vivienda y la alimentación la tienen cubierta, como otros gastos de ese tipo, por lo que el dinero que ganan lo pueden guardar e incluso invertir para que les dé rendimiento.
El hecho de ser nativos digitales les da muchas ventajas, pues tienen una fuente inmensa de conocimiento a golpe de click. En la red pueden aprender de forma gratuita a invertir y a crear sus propios negocios, lo que les hace mucho más proclives al ahorro y, en definitiva, a buscarse la vida. Son muy creativos, sus empresas y startups ya están haciéndose un hueco en el mercado.
En cuanto al ocio, que suele ser su gran caballo de batalla, pues salen más que sus mayores, es paradójico que también esta generación sea menos ‘fiestera’ que las anteriores. Aunque ahora es prácticamente obligatorio alejarse del ocio por el COVID-19, ya antes de su estallido se observaba cómo los jóvenes actuales son menos asiduos a discotecas y ocio nocturno. Lo que no implica no salir, todo lo contrario, elegir planes al aire libre con distancia social es fundamental para controlar la propagación del virus y una buena opción para ajustar los gastos en ocio.
Igualmente con el deporte. El hecho de cambiar el gimnasio por salir a correr, montar en bici, o entrenar en casa comprando material deportivo y siguiendo monitores en YouTube —cada vez hay más a raíz de los confinamientos— o vía apps es una buena alternativa para ahorrar.
No en vano, la tecnología puede ser la gran aliada de esta generación a la hora de ahorrar, pues manejan múltiples apps que les ayudan a ahorrar —en viajes, cenas, espectáculos, deporte…— y también de control de gasto. Sin duda, un gran apoyo para no derrochar.
De este modo, vemos cómo desde jóvenes también se puede ir adquiriendo patrones de comportamiento que se mantendrán toda la vida, que permitirán llegar a la madurez con unas finanzas personales más depuradas. Crecer en crisis ha fortalecido su mentalidad y les ha moldeado para ser incluso mejores ahorradores que sus padres.