Aquellos que invierten por fundamentales consideran que al comprar una acción están comprando parte de una empresa y su negocio. Por tanto, a largo plazo el rendimiento y rentabilidad de su inversión están ligados a la evolución de la empresa y sus beneficios.
Mediante los estados financieros de una empresa podemos entender mejor su negocio y su realidad. La contabilidad es el idioma de los negocios, y debemos tener cierta soltura a la hora de leer e interpretar las cifras de los estados financieros para poder tomar decisiones de inversión sensatas.
Parte de las comunicaciones obligadas por parte de las empresas a sus accionistas son los estados financieros. En ellas la empresa refleja cuantitativamente sus operaciones. La mayoría de inversores prestan mucha atención a la cuenta de pérdidas y ganancias, ya que es aquí donde aparecen los beneficios contables de la empresa.
Como ser accionista implica ser partícipe de los beneficios, la cuenta de resultados suele ser analizada rigurosamente. En cambio, otros inversores prestan más atención al balance, donde se reflejan los activos que posee una empresa y su estructura de financiación (la deuda que tiene).
Menos frecuentemente los inversores prestan atención al estado de flujos de caja. Sin embargo, este tercer estado financiero puede ser imprescindible para hacernos una idea real de la evolución del negocio de una empresa.
La contabilidad de la cuenta de pérdidas y ganancias utiliza el criterio de devengo. Esto quiere decir que algunos gastos de la empresa que se producen en un momento determinado, se reparten a lo largo de los años en los que esos gastos son relevantes.
Veamos un ejemplo: una empresa compra una máquina nueva que va a utilizar para producir bienes. Esta máquina le supone un gasto importante. Si todo el coste de la máquina se reflejara de golpe en la cuenta de pérdidas y ganancias, la empresa probablemente tendría que presentar fuertes pérdidas. Sin embargo, la contabilidad permite periodificar este gasto y repartirlo en los años futuros. De esta manera el coste de la máquina tendrá efecto a lo largo de los años en los que la máquina se va a utilizar para producir bienes y beneficios.
Este resumen, muy a grandes rasgos, es lo que supone el coste de amortización y depreciación en la cuenta de resultados. No es una salida de recursos en el momento en que aparece en la cuenta de pérdidas y ganancias, sino que refleja un gasto anterior que realizó la empresa y a la que imputa parte de los resultados presentes.
Por tanto la cuenta de pérdidas y ganancias tiene cierto grado de subjetividad. Sin embargo, el estado de flujos sí que pretende reflejar la entrada y salida real de recursos de la empresa. Su análisis, y sobre todo su comparación con la cuenta de pérdidas y ganancias, nos puede ayudar a comprender mejor la dinámica del negocio de la empresa.
Estructura del Estado de Flujos de Caja
El estado de Flujos de caja se divide en tres apartados:
- Flujos de explotación
- Flujos de inversión
- Flujos de financiación
Los flujos de explotación son aquellos que corresponden a la entrada y salida de recursos de la empresa con respecto a sus operaciones. También se suelen llamar flujos operativos. Su concepto refleja el dinero que ingresa y sale de la empresa a causa del desarrollo de su negocio.
Los flujos de inversión son aquellos que la empresa realiza para mantener sus activos y crecer su negocio. El apartado más relevante suele ser la inversión en inmovilizado. En inglés este apartado es conocido como Capex (capital expenditure). El gasto que realiza una empresa en capex puede ser de dos tipos: de mantenimiento y de crecimiento. La inversión en inmovilizado de mantenimiento son los gastos que necesita realizar la empresa para mantener su negocio actual. La inversión en inmovilizado de crecimiento es aquella que permite a la empresa ampliar sus operaciones, y eventualmente crecer exponencialmente sus beneficios futuros.
Finalmente los flujos de financiación son aquellos que nos muestran los recursos que han entrado y salido con respecto a la deuda y la estructura patrimonial de la empresa.
El Flujo Libre de Caja
Muchos inversores consideran el flujo libre de caja (Free Cash Flow en inglés) como una de las métricas fundamentales para comprender la rentabilidad real de una empresa. Una aproximación fácil para calcularlo es restar el flujo de inversión en inmovilizado (capex) al flujo de explotación.
El concepto detrás del flujo de caja libre es que representa el dinero que la empresa ha obtenido de sus negocios menos los gastos en los que ha incurrido para mantener sus instalaciones (teóricamente se debería de tener en cuenta sólo el capex de mantenimiento). De alguna manera representa el “beneficio real” que ha creado la empresa.
Posteriormente ese flujo de caja libre puede ser invertido en la propia empresa para crecer de forma orgánica, utilizado para adquirir otras empresas de forma inorgánica, repartido a los accionistas en forma de dividendo, utilizado para recomprar acciones propias, etc.
La habilidad con la que la directiva de una empresa emplee los recursos generados por la empresa tendrán un impacto directo en la rentabilidad futura de la empresa y por tanto en la rentabilidad que obtendrán los accionistas a largo plazo.