No es difícil recopilar información sobre estafas. Lo difícil es valorar cuál ha sido mayor, por la cuantía del engaño, o por la extrema inocencia de las víctimas. Ya lo advertía Da Vinci: muchos han comerciado con ilusiones y falsos milagros, engañando a la estúpida multitud.
Lo grave es que sigue sucediendo. En España llevamos la picaresca tan adentro que, hasta cierto punto, ya no nos sorprenden las noticias de dentro y fuera de nuestras fronteras donde algún iluso se deja los euros en un estupendísimo nuevo negocio o en una súper fantástica inversión.
“Nadie da duros a cuatro pesetas”, ya lo decía la abuela. Y es que las trampas han sido tantas en España que llegamos a acostumbrarnos: el tocomocho, la estampita o los billetes tintados son muy antiguos, pero se remasterizan cada pocos años para pillar a nuevos incautos.
Las mayores estafas de la historia son la obra maestra de los grandes estafadores de la historia:
Carlo Ponzi.
Estados Unidos, década de 1920. Su apellido ha bautizado un tipo de estafa repetida en innumerables ocasiones: altas rentabilidades, muy por encima del mercado, cuyos intereses se pagan con las cuotas de los nuevos inversores, las nuevas víctimas. El italiano ofrecía 50% de rentabilidad a 45 días y 100% a 90 días. Era demasiado bueno para ser verdad, pero como empezaba funcionando, llegaron más y más inversiones, se estima que más de 15 millones de dólares de principios del siglo XX. Una auténtica fortuna, que cuando fue descubierta le mandó directo a la cárcel por malversación de fondos.
Bernard Madoff.
Todo un gurú de los mercados en Estados Unidos. Un personaje de renombre internacional en el mundo de las finanzas que estaba al frente de otra estafa tipo Ponzi, en este caso más avanzada. Desde 1992 hasta que fue descubierto en 2008 mantuvo un sistema piramidal con el que consiguió el título del mayor estafador de la historia: casi 65.000 millones de dólares. En 2009, con 71 años, fue condenado a 150 años de cárcel.
Bernie prometía elevados retornos. Y durante décadas los lograba, manipulando datos y alimentando el sistema con nuevos capitales. Conforme pasaban los años su reputación crecía, cada vez más personas confiaban en su visión y excelencia inversora. Y ya no solo pequeñas fortunas, más y abultados capitales creían en Madoff, incluso grandes corporaciones y seguía aumentando la bola de nieve. Tras la sentencia, el viejo Bernie declaraba ser una marioneta del sistema donde los grandes inversores le obligaban a seguir con la trampa.
Dos timos gigantes inmortalizados en la gran pantalla: Abagnale y Leeson.
Frank Abgnale empezó su estafa a nivel internacional con tan solo 16 años. En los setenta con su método de suplantación de identidad logró cobrar 2,5 millones de dólares en cheques falsos (el equivalente a unos 16 millones de dólares de hoy). Fue piloto, médico, profesor y abogado entre otras profesiones inventadas y durante cinco años mantuvo su técnica para modificar cheques.Leonardo Dicaprio le dio vida en 2002 en Atrápame si puedes, de Spielberg.
Abagnale salió de la cárcel para trabajar colaborando con el FBI para luchar contra nuevos fraudes. En 2015 declaraba que ahora con tanta información en internet, conseguir los datos para repetir su estafa sería 4.000 veces más fácil.
La entidad bancaria más selecta de Reino Unido, Banca Barings, se fue al traste en 1995 por las argucias del joven Nick Leeson. Se había ganado la confianza de la prestigiosa entidad bancaria, con 223 años de historia, gracias a sus operaciones de éxito, principalmente con futuros. Desde Singapur amasaba su fortuna operando bajo su exclusivo criterio con fondos de la entidad, simulando que lo hacía bajo órdenes de clientes.Sin la suficiente supervisión de Londres, fue tapando pérdidas hasta que la situación insostenible le llevó al borde del acantilado el 23 de febrero de 1995, cuando las pérdidas eran inasumibles para la segunda banca comercial más antigua del mundo: 827 millones de libras, más de uno, se dice, pertenecía de la Reina de Inglaterra. Ese mismo año, Barings y todas sus pérdidas fueron adquiridas por ING por una libra.
En 2000, Ewan McGregor hizo de Leeson en Rogue Trader (El gran farol).
No hay que ir tan lejos: 5 grandes estafas ibéricas.
En España tampoco nos hemos librado de timos a gran escala. Una larga lista de desengaños afea el mundo empresarial y financiero de nuestro país. Daría para varios artículos, en esta ocasión recordaremos cinco de los más sonados:
Sofico. En la dictadura, la sociedad inmobiliaria triunfaba con sus promociones y alquileres en la costa española. Captaba capital de particulares ofreciendo un tipo del 12%. A final de 1974 se destapa la estructura piramidal donde las nuevas aportaciones ya no se destinaban a construir, sino a seguir pagando intereses.
Banesto. Dos años de instrucción fueron necesarios para el larguísimo juicio contra la trama de corrupción de los gestores de Banesto, con Mario Conde a la cabeza. La reiterada manipulación contable y desvío de fondos dejaron un agujero de 600.000 millones de pesetas (más de 3.500 millones de euros) en 1993 y la entidad intervenida por el Banco de España.
Rumasa. 700 empresas, 60.000 empleados, 350.000 millones de pesetas anuales de facturación. Pero el holding de Ruiz Mateos era una bomba de relojería, excesivamente endeudado, sin auditorías y fuera del control del Banco de España. Fue expropiado por el Estado en 1983. En 1996, aparece Nueva Rumasa, adquiriendo empresas en quiebra. Para financiarse, emitió pagarés de hasta el 12% de interés durante 2009 y 2010. En 2011, concurso de acreedores y nueva estafa a la vista: 70 millones de euros y 1.000 inversores engañados.
Fórum Filatélico y Afinsa. Sociedades de inversión de bienes, principalmente sellos, que contaban con gran reputación y solvencia tras décadas de patrocinio y presencia en los medios. Con tipos de interés de hasta el 8% atrajeron a medio millón de españoles, cegados por la extraordinaria revalorización de los sellos. En 2006, ambas fueron intervenidas judicialmente. Otro nuevo caso de estructura piramidal.
Preferentes. Algunas fuentes estiman en 700.000 el total de afectados por el fraude de las participaciones preferentes de las cajas de ahorro. Desde los noventa y especialmente tras estallar la crisis financiera de 2008, varias entidades comercializaron de forma sistemática preferentes sin informar adecuadamente de su elevado riesgo. El grave declive financiero internacional, lógicamente supuso el desplome del valor de las preferentes y la bancarrota para muchas familias que entonces descubrieron dónde habían metido sus ahorros.La historia reciente nos ha dejado tantos fraudes que ya deberíamos tener suficiente experiencia como para detectarlos. Hay que andar con pies de plomo y no olvidar la regla más simple de la inversión: más rentabilidad igual a más riesgo. Si un tipo de interés es demasiado bueno, sospecha, porque el riesgo será demasiado alto.