El dividendo es una parte fundamental de la mayoría de las empresas. En un momento con bajos tipos de interés, un dividendo adecuado da estabilidad y seguridad al inversor, más cuando la mayoría de las empresas con dividendo alto suelen pertenecer a sectores más estables y más consolidados.
El problema que podemos encontrarnos es situar al dividendo como factor único o principal a la hora de invertir. Si es así, estaríamos cometiendo un riesgo importante. Podemos apostar por una empresa con un dividendo del 4% pero si su valor cae, por ejemplo, un 10%, cerraremos el año claramente en negativo. Por todo ello es tan importante realizar una estrategia de inversión adecuada basada fundamentalmente en la selección de los valores y en su diversificación, una tarea que nos facilita enormemente los fondos de inversión.
Qué son los Fondos de reparto y los Fondos de acumulación
La mayoría de los fondos de inversión que se comercializan son los llamados fondos de acumulación. Esta modalidad de fondos no reparten ningún tipo de dividendo, lo contrario, como su propio nombre indica, lo van acumulando en el propio fondo, con lo que su valor de liquidación crece de manera progresiva con dos claras ganancias:
- La primera, al permitir que las plusvalías generen también más beneficios, lo que eleva la rentabilidad especialmente en el largo plazo gracias al concepto de interés compuesto.
- La segunda, la fiscalidad. Al no recibir ninguna ganancia, diferimos el pago de impuestos.
Frente a estos, nos encontramos con los fondos de reparto, que se caracterizan porque reparten de manera periódica (mensual, trimestral, semestral o anual) al inversor un dividendo, y por ello son una buena alternativa rentable a los que desean recibir pagos periódicos.
¿Cuándo me conviene cada uno de estos productos?
En un momento como el actual con tipos de interés negativos, que lleva a que productos como depósitos, cuentas remuneradas e incluso Bonos a 3 y 5 años tengan rentabilidades inferiores al 0,5%, los fondos de reparto se podrían convertir en una buena alternativa de inversión para el que busque recibir pagos periódicos.
Eso sí, hay que tener muy en cuenta la fiscalidad. Los pagos que se reciban periódicamente tributan al 19% si es inferior a los 6.000 euros hasta un rango que se eleva al 23% si los cobros son superiores a 50.000 euros. Por ello, su fiscalidad empeora frente a los fondos de acumulación, aunque esto también puede paliarse con una buena estrategia fiscal. De hecho, desde este año se pueden compensar pérdidas por venta de fondos y acciones con las cantidades ingresadas en concepto de dividendo.
Eso sí, si tu objetivo es más a largo plazo, el fondo de acumulación es tu producto ideal. No sólo te permite diferir el pago de impuestos hasta su venta, sino que también te permite acumular más ganancias y todo ello con una gama muy amplia de fondos con diferentes niveles de riesgo para ir traspasando y consolidando tus beneficios.
En todo caso, se trata simplemente de dos formas en las que invertir en fondos de inversión con sus pros y sus contras, pero que nos permite aprovechar distintas necesidades y circunstancias.