Qué es la bancarrota
Con toda seguridad hemos oído hablar del término bancarrota en infinidad de ocasiones. Y cuanto más lejanas, mucho mejor. Pero mucho más allá de “estar sin blanca”, el concepto de bancarrota (o quiebra) se refiere a la situación jurídica de una persona en la que de ningún modo puede afrontar las deudas que ha contraído, puesto que su patrimonio total (tanto económico como en forma de activos) es inferior al importe debido.
Cuándo declarar la bancarrota
La bancarrota debe declararse en el momento en el que la situación patrimonial es irreversible. Hay que tener en cuenta que existen situaciones puntuales en las que los activos líquidos de una persona no son suficientes para afrontar las deudas en vigor, pero existe un patrimonio inmovilizado (pisos, propiedades, etc) que hacen que la situación no sea considerada como irreversible.
En los casos en los que a futuro se puede solucionar la situación puntual de no poder afrontar los pagos de las deudas no son considerados como bancarrota. En cualquier caso, se aconseja que la declaración de bancarrota sea la última opción financiera que quede para enderezar cualquier situación delicada.
Cómo declararse insolvente
Cuando uno se encuentra en situación de bancarrota o quiebra, debe declarar judicialmente su situación mediante el consiguiente trámite administrativo. No es suficiente con avisar a los prestatarios de nuestras deudas que no nos va a ser posible pagar.
A partir de ese momento se inicia un procedimiento concursal o juicio de quiebras (lo que equivaldría a la situación concursal de las sociedades) para estudiar con detalle la situación patrimonial del afectado.
Cabe indicar que la declaración de insolvencia implica la inscripción en ficheros a los que tienen acceso las entidades de crédito, por lo que a partir de ese momento el sujeto en cuestión puede tener dificultades a futuro a la hora de solicitar préstamos.