La independencia energética de Estados Unidos y sus efectos económicos

En 2009, después de haber disminuido de manera constante desde 1985, la producción de crudo en los Estados Unidos aumentó en 350.000 bpd (barriles por día) hasta 5,4 millones de bpd. Fue un verdadero punto de inflexión para la economía norteamericana, y desde entonces, la producción anual ha seguido aumentando, y en la actualidad Estados Unidos lleva a cabo una producción de 9,5 millones de bpd.

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La importancia del fracking

Durante décadas, Estados Unidos ha estado consumiendo más energía de la que producía, por lo que se ven obligados a recurrir a la importación de petróleo para compensar el déficit. Esa dinámica empezó a cambiar con la entrada al milenio y tomó especialmente fuerza en 2011 gracias a la alta rentabilidad que ofrecían los altos precios del petróleo, que se encontraban por encima de 100 dólares. La innovación tecnológica permitió el desarrollo del fracking, una técnica de extracción petrolífera y gasística mediante la fracturación hidráulica de rocas, utilizando a presión agua mezclada con arena y productos químicos.

El desarrollo del fracking, que está explotando las reservas de petróleo de Estados Unidos, está creando cambios profundos en la economía norteamericana, en búsqueda de la independencia energética de la primera economía global a largo plazo.

La principal consecuencia es una caída global del 72% en los precios del crudo con respecto a junio de 2014, que ha enturbiado los mercados energéticos en todo el mundo y reformado las políticas energéticas de varias naciones. En la actualidad el precio del barril de WTI ha llegado a caer hasta los 28,46 dólares, no sólo por la revolución del fracking, sino debido también a otros factores relevantes como son la desaceleración de China, la estrategia de la OPEP de mantener sus niveles de producción, la vuelta de Irán a los mercados de petróleo generando así mayor sobreoferta y finalmente, el riesgo de la fortaleza del dólar (que es la divisa en la que cotiza el crudo).

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El aumento de producción de petróleo ha causado una reducción en la cantidad de petróleo importado en los Estados Unidos., desde los 10 millones de bdp en el año 2006 hasta los 6,85 millones de bdp en enero de 2014. Por consiguiente, Canadá, la mayor fuente de importaciones de energía de Estados Unidos, se ha visto obligado a buscar otros mercados extranjeros. Por otra parte, el crudo de exportación de petróleo se ha incrementado entre un mínimo de 10.000 barriles diarios en 2003 a un récord de 418.000 barriles por día en octubre de 2014.

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Los datos de la Agencia Estadounidense de Información sobre la Energía (EIA) muestran que el consumo de hidrocarburos de los EEUU ha pasado desde el 60% en 2005 hasta el 33% de 2013 y se prevé que en el año 2015 la cifra quedará en el 22%, su nivel más bajo desde 1970.

Otro cambio muy significativo para Estados Unidos se dio en diciembre de 2015 a nivel legislativo, levantando el veto a las exportaciones de crudo que estaba en vigor desde el año 1973. La prohibición impedía comercializar crudo a los mercados internacionales por el embargo de los países árabes y así protegerse de la volatilidad de las cotizaciones del crudo.

El aumento de la producción y las abundantes reservas de petróleo de esquisto y gas continúan alzando a Estados Unidos hacia la independencia energética completa. Incluso en los peores escenarios, donde los precios del crudo decaen en sus bajos niveles actuales hasta 2017 y luego se elevan gradualmente hasta el 2040,  se prevé que las importaciones netas se reducirán del 13% del consumo total de energía en 2013 al 5,5% en 2020.

Aunque el futuro es siempre incierto, en el documento “Annual Energy Outlook 2015” del EIA (Energy Information Administration) se analizan diferentes variables como son el crecimiento interno de Estados Unidos, el crecimiento económico mundial, el tamaño de los Estados Unidos, las reservas globales de energía y recursos, la demanda de energía de los países desarrollados y emergentes, y la aparición y desaparición de los cuellos de botella de producción.

Según el documento, con un escenario de referencia o escenario base en el que el PIB real de Estados Unidos crezca a una tasa anual del 2,14% desde 2013 hasta 2040 se prevé que el precio del barril de Brent aumente hasta los 141 dólares, ajustado a la inflación. En este contexto, las importaciones y exportaciones de energía de Estados Unidos llegarían a un punto de equilibrio en el año 2028, alcanzando la tan esperada independencia energética, y las proyecciones señalan que se mantendrán en equilibrio hasta el año 2040.

¿Cómo afectará este fenómeno a la economía global?

Finalmente, queda por preguntarnos cómo afectará este cambio energético a nivel global. Durante muchos años, el cliché favorito sobre el petróleo era que se acababa; sin embargo, nunca se ha producido tanto petróleo como en nuestros días. El fracking ha cambiado el panorama energético mundial y la influencia de la OPEP sobre el precio del crudo se ha deteriorado. Los ganadores de todo este proceso son principalmente aquellos países cuyas economías eran energéticamente dependientes.

Si consideramos el impacto nacional en el largo plazo de los bajos precios del crudo, India y Japón podrían experimentar un crecimiento económico adicional entre el 4% y el 7%. Otros importadores netos de petróleo, como los Estados Unidos, China, Alemania, el Reino Unido y la Eurozona, tendrían un impacto en el crecimiento mantenido en un rango del 2% al 3,5%.

El escenario más probable es que el precio del petróleo se mantenga bajo en los próximos años porque la tecnología fracking es extensible a todos los países. Dado que los altos niveles de precios son un incentivo para producir, en un supuesto en el que el petróleo volviera a los 100 dólares los productores se lanzarían en masa desarrollando nuevos pozos, lo que terminaría reduciendo el nivel de precios.