Los fondos cotizados, también conocidos como ETF, han visto aumentar su popularidad tremendamente en los últimos años. Tan sólo en 2018 se calcula que fluyeron más de 500.000 millones de dólares norteamericanos a estos fondos cotizados que antes estaban invertidos en otros activos, una cifra que ha crecido de manera constante en la última década.
Hay muchas cualidades interesantes que atraen a los inversores a esta clase de activos, pero con más de 5.000 opciones entre las que elegir no siempre es fácil encontrar el vehículo adecuado para nuestra estrategia.
¿Qué son los ETF? ¿Son seguros?
Al igual que los fondos tradicionales, los fondos cotizados son sociedades de inversión colectiva, es decir, cestas de activos gestionadas por un gestor profesional, en las que podemos invertir. Si con los fondos tradicionales la manera de invertir es suscribir participaciones en dicho fondo, con los fondos cotizados simplemente tenemos que adquirir acciones de los fondos en los mercados secundarios (en la bolsa). Comprando acciones de un ETF pasamos a ser dueños de una parte de ese fondo, y por tanto de los activos que contiene.
En general, los ETF están creados para replicar algún índice relevante, ya sea de renta variable o renta fija, aunque también encontramos ETF de otras clases de activos, como activos inmobiliarios o materias primas. Su inherente diversificación y su estructura jurídica hacen que sean considerados generalmente instrumentos seguros y apropiados para múltiples estrategias, pero no para todas. Tener en cuenta los aspectos importantes de los ETF marcará la diferencia entre implementar una estrategia con éxito o no. Veamos cuatro consideraciones que no pueden faltar a la hora de escoger ETF:
1.- Entender cómo replica nuestro ETF a su índice
Como hemos visto la mayor parte de ETF se estructuran con el objetivo de replicar algún índice, permitiéndonos, en teoría, obtener el mismo resultado que logre el índice. Entonces, el proceso para construir una estrategia de inversión debería empezar por decidir la ponderación de activos con la que queremos estructurar nuestra cartera, para luego buscar un instrumento que nos permita implementar esa estrategia:
Si, por ejemplo, hemos decidido que queremos tener un 25% de nuestra cartera invertida en empresas de capitalización grande estadounidenses, buscaremos un ETF que invierta en el S&P500. Hay muchos ETF que replican este índice, y no todos son iguales. En primer lugar debemos comprender si el ETF realiza la réplica de manera física o sintética.
La réplica física son aquellos ETF que literalmente compran por partes correspondientes las acciones que componen el índice. Por el contrario, los ETF de réplica sintética utilizan otros instrumentos financieros, principalmente futuros y derivados, para obtener el mismo resultado. Los dos tipos de réplicas pueden ser interesantes ya que tendrán comisiones diferentes.
Una de las características que nos ayudará a diferenciar entre los diferentes ETF que replican índices semejantes es el error de seguimiento, también conocido por su nombre en inglés: tracking error.
El tracking error nos indica el porcentaje que se desvía el ETF frente al índice que intenta replicar. Por tanto, si queremos una réplica lo más fiel posible al índice, buscaremos aquellos instrumentos que tengan un tracking error más bajo.
Algunos ETF también introducen variaciones en la forma en que ponderan los activos que conforman el índice. En estos casos el tracking error suele ser más grande, ya que la réplica del índice se hace con las empresas que componen el índice pero no en la misma ponderación con la que se conforma el índice.
2.- Comprar ETF líquidos
Una de las sorpresas desagradables que nos podemos llevar en cualquier estrategia de inversión es pretender variar nuestra posición y que no sea posible, o al menos no al precio al que creíamos, debido a un spread enorme. Lo que ocasiona que, aunque sobre el papel una estrategia pueda reaccionar ante escenarios negativos, en la práctica, se convierta en un grave problema.
Algunos ETF de nueva creación tienen una liquidez baja. No tendría que ser necesariamente un problema, pero deberíamos tener en cuenta sus implicaciones en nuestra estrategia de inversión.
3.- Comisiones y gastos
Los ETF suelen ofrecer gastos de gestión muy atractivos, sobre todo, con respecto a los fondos tradicionales. Esto es debido a que no necesitan de un equipo gestor como tal que realice una selección activa, sino que simplemente replican un índice de manera pasiva.
Sin embargo, unas comisiones demasiado bajas también podrían implicar una réplica más indirecta, como hemos visto antes, y por tanto un tracking error ligeramente superior. En igualdad de condiciones, aquel activo que nos ofrezca lo que necesitamos para nuestra estrategia con un menor coste marcará un plus importante de rentabilidad.
4.- Comprender el apalancamiento y sus efectos
Podemos encontrar algunos ETF que prometen replicar el índice de manera apalancada. Esto significa que obtienen el mismo resultado que el índice que replican multiplicado por algún factor (normalmente x2 o x3). Estos instrumentos resultan atractivos por su potencial rentabilidad, pero debemos ser conscientes de que el apalancamiento también puede jugar en contra de nuestros intereses y, por tanto, son activos que requieren de un alto grado de tolerancia al riesgo.
También es importante comprender que estos ETF apalancados no son instrumentos para la inversión a largo plazo, ya que su tracking error suele ser más elevado, sobre todo a horizontes temporales más amplios.
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