Los conocimientos financieros son algo que los ciudadanos tradicionalmente hemos dejado en manos de los expertos. Es decir, siempre hemos pensado que, para nuestro día a día, no necesitamos tener un amplio bagaje en esta disciplina, creyendo que las finanzas son algo exclusivo de inversores y empresarios. Craso error.
Si quedaba algún escéptico, la crisis demostró que era un error. Es cierto que no es necesario saber finanzas avanzadas para tener una economía doméstica saneada y poder vivir de forma desahogada, pero también es cierto que, sin unas mínimas nociones, podemos tener muchos problemas. Sobre todo, a la hora de contratar productos financieros.
Como se vio durante la recesión, muchas personas firmaron cláusulas y contratos con entidades financieras para adquirir complejos vehículos de inversión, no muy seguros, de los que no sabían absolutamente nada. Fiandose de sus gestores de confianza, pensaron que no habría problema alguno. A la postre, a muchos les llevó a la ruina.
Ese es el mejor ejemplo de la importancia que tienen las finanzas en nuestra vida. Porque, queramos o no, al final acabamos recurriendo a ciertos productos financieros. Todos tenemos cuentas bancarias, tarjetas de crédito o hipotecas, y sin saber qué tenemos delante podríamos acabar mal.
Parece que lo sucedido hace unos años no ha calado lo suficiente en la sociedad española porque, a día de hoy, uno de cada cuatro adolescentes españoles no sabe nada de finanzas, según el último informe PISA al respecto, y más de la mitad de los ciudadanos reconoce no tener conocimientos básicos, ni saber distinguir entre el IPC o el PIB.
Son datos que deberían alarmarnos y hacernos actuar, lo que supone empezar a adquirir estos conocimientos cuanto antes y, por parte de las autoridades, fomentar la educación financiera, porque un futuro mejor conlleva un obligado bagaje financiero.
El Princesa de Asturias, el mejor ejemplo
Es el momento de empezar a interesarse por estos temas y adquirir esas nociones, pero claro, aquí vuelve a asomar un importante elemento disuasor: la pereza. Las finanzas no es algo que apasione a todo el mundo, por lo que pensar en tener que tomar clases o leer sobre ellas a muchos les parece una tortura.
Pero, gracias al desarrollo social y tecnológico, hoy en día se pueden adquirir estos conocimientos de forma sencilla y entretenida. Tenemos tutoriales básicos en YouTube, vía podcast e incluso en las redes sociales, donde expertos dedican su tiempo a enseñar a quienes estén interesados en conceptos básicos de finanzas de una forma muy visual y sencilla.
Además, cada vez hay más libros al respecto igual de didácticos y fáciles de leer que se han convertido en ‘bestsellers’. Por ejemplo, está el famoso ‘Contabilidad y finanzas para dummies’, que permite adentrarse en este mundo de una forma sencilla y divertida.
Pero no son las únicas iniciativas. Aunque hay cursos y academias que imparten estos conocimientos, como alternativa gratuita, existen otros proyectos igualmente interesantes, como las jornadas sobre finanzas para niños y mayores que ofrecen algunas entidades financieras, en las que se toma contacto con estos conceptos a través de juegos y actividades. Asimismo, centros culturales y algunas administraciones públicas también dan este tipo de formación.
Además, también hay iniciativas privadas para que todos, tanto las personas con recursos como las que no, puedan tener acceso a la cultura. Y es es el caso del premio Princesa de Asturias 2019.
Se llama Salman Khan y hace ya 13 años fundó su propia academia para enseñar de forma gratuita informática y conocimientos tecnológicos. La Academia Khan se ha convertido en un referente mundial que ha permitido a su creador ser conocido mundialmente y recibir galardones como el Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2019.
Khan, nacido en Nueva Orleans en una familia bengalí, se graduó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, el famoso MIT, en ingeniería informática y eléctrica. Completó un máster en Harvard y comenzó a trabajar como analista financiero. En 2004 empezó a enseñar a una prima suya matemáticas, pero como vivían a distancia lo tenía que hacer por teléfono, hasta que descubrió YouTube y comenzó ahí a colgar sus clases.
Así, empezaron a ser vistos por muchas personas hasta que se hicieron virales, lo que animó a Salman a crear su academia y dedicarse íntegramente a ella. Una academia que realmente es una organización sin ánimo de lucro, logrando dar acceso a estos conocimientos a millones de personas en todo el mundo.
De este modo vemos cómo es posible aprender sin tener que gastar dinero y de una forma muy didáctica gracias al desarrollo tecnológico. Sea la disciplina que sea, la globalización ha permitido que cualquiera de nosotros pueda tener más conocimientos de forma gratuita y sin mucho esfuerzo. Y las finanzas deberían ser las primeras.