La inmunoterapia ha revolucionado la forma en la que tratamos el cáncer. Impulsar al sistema inmunitario para que luche contra los tumores ha demostrado ser menos tóxico, más específico y más eficaz que los tratamientos tradicionales como la quimio o la radioterapia. En estos momentos, una de las opciones más prometedoras es la denominada terapia de receptores de antígenos quiméricos o CAR-T, que proporciona una forma nueva de luchar contra esa enfermedad tan compleja.
Sin entrar demasiado en un terreno médico complicado, explicaremos en qué consiste esta terapia, como está de avanzada y quiénes son los líderes del sector. Invertir en empresas de tecnologías médicas líderes puede ser rentable para los inversores, y para todos. Aunque los datos están en constante evolución, se estima que en estos momentos hay más de 140 compañías en todo el mundo con -al menos- una línea centrada en el desarrollo de terapias en CAR-T.
Aunque la evolución de las CAR-T está siendo aritmética, todavía hay muchos retos que deben afrontarse para conseguir la implementación general de estas terapias. Desde un punto de vista tecnológico los costes de fabricación son elevados y la logística genera complicaciones muy evidentes.
Un poco de ciencia
Las células CAR-T están hechas de células T (una parte integral de nuestro sistema inmunitario) y se pueden originar desde el cuerpo del paciente o desde otra persona. Están especializadas en matar a las células infectadas, cancerosas o dañadas. Las células cancerosas suelen esconderse del sistema inmunitario, por lo que no son atacadas por él. Sin embargo, las células CAR-T llevan un receptor antígeno quimérico (CAR) o código genético incorporado en laboratorio que permite buscar y destruir células cancerosas.
Llevó varias décadas de trabajo (unos 30 años) el poder trasladar la idea desde el laboratorio hasta el paciente. El primer gran avance se produjo en 2015 cuando los resultados de pacientes de leucemia tratados con esta terapia lograron un 90% de éxito. Desde entonces, el número de investigaciones ha crecido de forma exponencial y a finales de mayo de 2019 había unos 293 ensayos activos en todo el mundo con CAR-T frente a los 152 en 2015.
En concreto, en 2018, dos terapias fueron finalmente aprobadas para la leucemia y el linfoma en EE.UU. y en Europa. Son el Yescarta de Gilead Sciences y el Kymruah de Novartis, también aprobado en Japón (la primera terapia en CAR-T en toda Asia). Tanto Yescarta como Kymriah utilizan las propias células del paciente para crear el producto terapéutico.
Un proceso de producción y de logística muy complicado
El proceso de producción de este tratamiento personalizado incluye extraer glóbulos rojos del paciente, separar las células T, enviarlas al laboratorio, hacerlas crecer hasta alcanzar la dosis necesaria, enviarlas al hospital y, por último, administrarlas al paciente. Todo esto supone unas tres semanas de un complicado proceso de logística en frío (las células viajan congeladas).
Teniendo en cuenta que este tratamiento se aplica en pacientes que han rechazado otras terapias antes, el tiempo es oro. Además, la situación del paciente o de sus células T pueden no permitir o comprometer la producción del tratamiento. Así sucedió en los ensayos clínicos del Yescarta, donde uno de los 111 pacientes no recibió el producto por problemas de manufactura; otros nueve no pudieron ser tratados por el avance de la enfermedad, o por complicaciones de la misma durante el proceso.
La logística del proceso CAR-T es larga y complicada, lo que implica que también sea un tratamiento muy caro. Y es difícil asegurar la calidad del producto final, pues cada caso es diferente: cada paciente dona sus células T con un historial clínico distinto, en diferentes fases de su enfermedad y con una genética distinta. Todos estos factores contribuyen a elevar las complicaciones del proceso de producción.
El precio de los tratamientos con CAR-T
Puesto que el medicamento procede del enfermo, los sistemas de asignación de precios tradicionales no sirven porque no recogen la investigación, el desarrollo, la manufactura, ni la logística. Otra forma de establecer un precio sería el asociado al beneficio, sin embargo, al tratarse de pacientes para los que las células CAR-T son la última terapia posible, podríamos estar valorando la vida humana.
Según los datos de la gestora Candriam, Novartis ha dedicado más de 1.000 millones de dólares desde 2012 para llevar Kymriah al mercado y Gilead pagó unos 12.000 millones para comprar Kite Pharma, que desarrolló Yescarta.
Así, el Yescarta cuesta unos 373.000 dólares por paciente, mientras que el Kymriah tiene un precio de unos 475.000 dólares. En 2018, las ventas de Yescarta fueron de 264 millones de dólares. El primer trimestre de 2019 fueron 96 millones, algo por debajo de los 105 millones previstos. En 2018, las ventas de Kymriah fueron de 76 millones de dólares, y las del primer trimestre de 2019, de 45 millones.
Debido a su precio, ambas terapias afrontan resistencia por parte de las aseguradoras y las autoridades. No obstante, todos los esfuerzos por reducir los costes tendrán un impacto positivo en la accesibilidad de las terapias con células CAR-T.
Los donantes podrían ser parte de la solución, pero hay otros aspectos
Como decíamos, las células CAR-T también pueden proceder de personas sanas. Con un número importante de donantes se podría elegir las mejores células para luchar contra el cáncer y en mayor cantidad y calidad. También se reducirían los costes de la logística, pues las células CAR-T viajarían en una única dirección: del laboratorio al hospital.
Sin embargo, todos sabemos que los trasplantes no siempre funcionan. Y las células CAR-T no pueden llevar información errónea porque atacarían a células equivocadas. O el sistema inmunitario del paciente podría no reconocerlas y atacarlas. Hay técnicas para solventar estos aspectos, pero el problema todavía está ahí.
Como aspecto relevante añadido, conviene saber que hay una empresa especializada en este tipo de envíos de células o tejidos congelados. Se llama Cryoport, y en el primer trimestre de 2019 más de 305 de sus servicios ya tenían relación con ensayos de terapias alogénicas (de donantes).
¿En qué se trabaja ahora en los laboratorios de células CAR-T?
Los primeros resultados en ensayos de Cellectis sobre la leucemia linfoblástica tuvieron resultados mixtos. La mayoría de los pacientes respondieron positivamente a la terapia, pero dos de ellos murieron por la elevada toxicidad del mismo. Cellectis pertenece a Allogene, que trabaja de la mano con Servier y procede de Pfizer (ex filial).
En 2020, Allogene informará de sus resultados iniciales sobre la leucemia linfoblástica y ya ha iniciado los ensayos para linfoma no-Hodgkin. Además, Cellectis tiene tres ensayos más sobre otros tres tipos distintos de cáncer.
En noviembre de 2018 Celyad anunció el inicio de los ensayos del alloSHRINK CYAD-101 para cáncer de colon metastásico de la mano de la japonesa ONO Pharmaceutical, que trabaja también con Fate Therapeutics en dos nuevos productos.
Precision Biosciences está estudiando los linfomas no-Hodgkin y leucemia linfoblástica desde el mes de abril de 2019 y darán sus primeros resultados a principios de 2020, mientras que CRISPR Therapeutics AG pronto iniciará sus ensayos con el CTX110 CD19 y su competidor, Editas Medicine, trabaja en la misma línea.
Por último, Gilead a la vez colabora con Sangamo en el KITE-037, que empezará ensayos clínicos en 2020. Y ATARA Biosciences, que está centrada en cáncer e infecciones virales provocadas por él, tiene cuatro productos sobre CAR-T en laboratorio, en fases pre-clínicas.
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