La tensión en la frontera entre Rusia y Ucrania ha provocado movimientos tanto por parte de Estados Unidos y la OTAN como de la Unión Europea. La UE —al margen, lógicamente, de los dos litigantes— se ve afectada por los movimientos estratégicos de Rusia. ¿Cuál es la historia de este conflicto? ¿Qué intereses tienen unos y otros? ¿Qué hay en juego tras esta escalada de tensión?
De la URSS a la CEI
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), conocida simplemente como Unión Soviética, fue un estado federal que existió desde 1922 hasta 1991 y durante décadas fue la gran súper potencia mundial junto con Estados Unidos.
En este inmenso territorio —el país más grande del mundo— se incluían 15 repúblicas: además de Rusia, estaban Bielorrusia, Ucrania, Georgia, Estonia, Letonia, Lituania, Armenia, Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
La caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS
La política de apertura y transparencia (Glasnost) impulsada por Mijaíl Gorbachov, elegido secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en 1985, propició un mayor grado de democracia en diversos territorios, y la caída del Muro de Berlín en 1989 supuso un hecho trascendental que cambió la historia. A partir de este suceso, los cambios se aceleraron, y diversas repúblicas, como Georgia, Letonia o Lituania, solicitaron o comenzaron diversos movimientos hacia la independencia.
El 19 de agosto de 1991, Gorbachov fue destituido, y 5 días después, Ucrania proclamaba su independencia, siendo seguida por Azerbaiyán, Bielorrusia, Moldavia, Kirguistán y Uzbekistán.
La creación de la CEI
El 18 de octubre de 1991 se acuerda la creación de una entidad supranacional, la Comunidad de Estados Independientes (CEI), en la que inicialmente participan 11 países: todas las repúblicas integrantes de la URSS, excepto cuatro, las bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) más Georgia. Esta última se integró en la CEI durante dos años, entrando en 1993, tras una guerra civil, y saliendo de la asociación en 2008, tras la guerra de Osetia del Sur.
Ucrania dejó de participar en la CEI en 2014, tras la anexión de Crimea y de la ciudad autónoma de Sebastopol por parte de la federación rusa.
Desde un punto de vista histórico, la CEI podría ser considerada la sucesora de la URSS, pero con la diferencia de que la antigua Unión Soviética era un estado único, mientras que esta entidad supranacional está actualmente compuesta por nueve países distintos, y aunque sus oficinas se encuentran en Minsk, la capital bielorrusa, la entidad está fuertemente influenciada por Rusia, el país más poderoso.
El acercamiento de la OTAN y la Unión Europea
Rusia ha visto con preocupación cómo algunos de los países que formaban parte del Pacto de Varsovia (un bloque militar creado en 1955 como respuesta a la OTAN) han pasado hoy en día a formar parte de la organización liderada por Estados Unidos.
Esta «occidentalización» de estas naciones también se ha extendido al ámbito económico, con economías más abiertas que han ido pareciéndose más a las integrantes de la Unión Europea, hasta tal punto que muchos de los países del Este de Europa forman también parte de la UE y de la Eurozona, incluidas algunas repúblicas exsoviéticas, como Estonia, Letonia y Lituania.
Desde 1994 existe un Acuerdo de Colaboración y Cooperación entre Rusia y la Unión Europea, que se ha ido renovando periódicamente y que ha permitido que la UE sea el mayor socio comercial de Rusia, y es el quinto mayor socio de la Unión.
Las relaciones entre ambas partes han tenido diversos altibajos en los últimos años, a pesar de esta fuerte relación comercial; la Unión ha establecido diferentes sanciones económicas a Rusia, especialmente a raíz de la anexión de Crimea, península que pertenecía a Ucrania y que le da acceso al Mar Negro, y desde allí, al Mediterráneo.
La anexión de Crimea coincidió con el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea (firmado en 2014), para reforzar las relaciones políticas y económicas de cara a una posible integración de la república exsoviética en la Unión; de hecho, algunos analistas relacionan el acuerdo con las protestas que generaron la renuncia del entonces presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich y que terminarían con el levantamiento de los prorrusos en Crimea y con la anexión de la península por parte de Rusia.
2022: Rusia amenaza con invadir Ucrania
Además del litigio por Crimea y Sebastopol, hay un conflicto desde el año 2014 en el Este de Ucrania y que forma parte del problema actual: la llamada guerra del Donbás, conocida también por dos de sus principales ciudades, Donetsk y Lugansk.
En esta zona hay una parte significativa de la población que es prorrusa e incluso han llegado a autoproclamar su independencia de Ucrania. Aunque en septiembre de 2014 se firmó el Protocolo de Minsk por parte de representantes de Ucrania, Rusia, Donetsk y Lugansk, bajo los auspicios de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), el conflicto ha continuado a lo largo de los años.
La tensión se ha incrementado enormemente en los últimos meses, en los que Rusia ha ido acumulando tropas y armamento, tanto en la frontera con Ucrania como en la vecina Bielorrusia, llegando a tener entre 100.000 y 130.000 soldados.
El gobierno ucraniano, como continuación del Acuerdo de Asociación firmado en 2014, ha expresado su intención de solicitar su entrada en la Unión Europea en 2024 e incluso de ingresar en la OTAN.
Por ello, entre las peticiones de Rusia para un repliegue de sus tropas están:
- Que se firme que Ucrania y Georgia no entrarán en la OTAN (esta última esperaba ver aprobada su solicitud en 2022).
- Que no se realicen actividades militares en los países del Este de Europa (por ejemplo, Polonia, o las repúblicas bálticas) sin que Rusia lo apruebe.
Qué se juegan Rusia y la Unión Europea
La relación entre Rusia y la Unión Europea tiene luces y sombras y el conflicto en Ucrania no hace sino acrecentarlas. Como se ha indicado anteriormente, la relación comercial entre ambas es muy grande, por lo que la UE ya ha advertido de sanciones a gran escala si finalmente Rusia invadiera el país vecino, lo que podría tener graves consecuencias para su economía.
Esta actuación se realizaría concertadamente con los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, cortando las importaciones de gas, petróleo y de otras materias primas o impidiendo el acceso a los mercados de capitales para las empresas y entidades financieras del país; de manera que no podrían operar en las principales monedas internacionales, ni en dólares ni en euros.
La importación de gas y petróleo de la UE procedente de Rusia es significativa, el 26% y el 40%, respectivamente, por lo que el cierre de ese suministro a través del gasoducto Nord Stream también ha sido esgrimido por Rusia como una amenaza hacia la UE.
Sin embargo, la escalada de tensión de 2022 ha traído movimientos para diversificar los orígenes de estas materias primas. Así, la importación de gas ruso se ha reducido de 3.250 millones de metros cúbicos a 1.700 millones, mientras que la llegada de gas licuado por barco ha seguido el camino opuesto, pasando de 1.400 millones a 3.380 millones, según los datos del instituto Bruegel. Estados Unidos ha señalado la posibilidad de que el gas llegue a Europa procedente de Qatar.
El impacto de un bloqueo comercial sería mucho mayor hacia la economía rusa que en sentido contrario: el 38% de sus exportaciones se dirigen hacia la Unión Europea y solo el 4% de las exportaciones van hacia Rusia.
A todo esto se unen otros problemas que aquejan todavía a la economía mundial, como la pandemia del COVID-19 o la crisis de desabastecimiento, que podrían tener un efecto multiplicador.